¡¡¡Aludes en primavera!!! Vamos a ciegas en el Pirineo

Ya había hablado de cómo leer los partes de aludes para el pirineo oriental, y el excelente trabajo que realizan los servicios del Institut Geològic de Catalunya o del equipo de nivología de Meteofrance. Este excelente trabajo reduce literalmente los muertos por aludes a la mitad. Desde que en Europa se introdujo la escala homogénea de riesgo de aludes (que va de 0 a 5) los muertos por aludes en proporción de los que practicamos deportes invernales fuera de las zonas protegidas de alta montaña, es la mitad que la que teníamos en los años 80. Al menos son los datos que se tienen de los Alpes y no tienen porqué ser diferentes para el Pirineo.

La experiencia y el conocimiento local permite reducir los riesgos, pero ni todos los alpinistas tienen nociones de nivología, ni los alpinistas pueden tener conocimiento de todos y cada uno de los valles y macizos en los que practican el alpinismo. La foto evidencia que la cara sur del Garmo Negro (3051m) es un lugar relativamente peligroso, se puede ver las pendientes cargadas de nieve, los flanqueos expuestos, y las cicatrices de aludes anteriores. Pero no se puede ver a simple vista el estado de cohesión de la nieve, o la estabilidad general del manto nivoso, ese es un conocimiento científico y especializado que han de proporcionar los servicios de prevención de aludes y no dejarlo sólo en la experiencia personal.

De hecho, el sistema de prevención de riesgos de aludes pasa por 3 puntos de trabajo: el primero es estudiar la ruta con el parte de aludes antes de salir, necesitas que haya un parte de aludes general que te permita hacer descartes y elecciones rápidas, por ejemplo, evitar todo lugar con previsión de aludes 4 o superior (es prácticamente un suicidio meterse cuando la nieve está tan inestable), analizar muy a fondo las rutas cuando el parte de riesgo está en el 3 y evitar las pendientes más extremas en las vertientes más expuestas cuando el parte de aludes es 2.

La primera parte es el análisis de previsión regional, que te indica el riesgo general y las vertientes más expuestas. Con ella diseñas una ruta que evite las pendientes más fuertes y más expuestas en las vertientes que tienen más riesgo. La segunda pasa por un análisis ya en la zona para corregir errores que con el mapa y la previsión no se podían detectar (por ejemplo, la presencia de cornisas en la línea de paso, el encontrar una pala de nieve con muchísimas trazas y que es más segura que la que habíamos diseñado originalmente), y la tercera pasa por un constante chequeo de las condiciones de la nieve (por ejemplo, una vez metidos en un nevero darnos cuenta que la nieve está más inestable de lo que creíamos y darnos la vuelta o bien encontrar una zona de rocas más segura que el camino inmediato por el que vamos, establecer estrategias in situ como mantener distancia entre alpinistas para evitar sobrecargar la nieve cuando hay indicios de inestabilidad).

Aunque los aludes de fusión no son tan peligrosos como los de placa (estos últimos son responsables de 3/4 partes de los accidentes relacionados con aludes), también tienen una gran capacidad destructora. Incluso en esta planicie no se está totalmente seguro de evitar los aludes. El alud de la foto es una evidencia de la cantidad de nieve y la energía que se ha liberado, el alud de la foto atraviesa de forma clara trazas anteriores y rutas de ascensión bastante transitadas indicando que hay un peligro evidente.


Pero aunque la segunda y tercera parte para prevenir los aludes responde a decisiones in situ y tiene una alta componente de error y depende de la experiencia, estado del grupo, condiciones puntuales, etc… La primera es esencial ya que sin ella se va ciego para tomar decisiones en la segunda y nos econtraremos directamente tomando decisiones más extremas en la tercera fase de prevención. Por tanto es esencial ir a la montaña sabiendo el parte de aludes y analizando la propia ruta para evitar las zonas más expuestas.

Sin esta previsión de aludes los alpinistas vamos ciegos a la montaña y dependemos mucho más de nuestra experiencia y de factores que no controlamos.

Es tan importante la previsión de aludes general, que aunque muchas de las personas que van a la montaña ni se plantean un proceso de decisiones como el que describo (esta práctica por el momento la hacemos pocas personas), el simple hecho de “ser más prudentes” porqué la previsión es de 3 y no de 2, o de descartar el riesgo 4 y 5, hace que la gente que vaya a la montaña vaya mucho más segura (siguiendo esta guía simple el riesgo se reduce a la mitad, tal y como indican los datos en Alpes, siguiendo un análisis de la ruta sencillo el riesgo se reduce a un 25%… es decir, el trabajo previo es más que esencial, ya que los esfuerzos más pequeños reducen muchísimo el riesgo).

Como decía, sin esta previsión los alpinistas vamos a ciegas, dependiendo de las piadas que nos suelten los alpinistas de la zona, los guardias de refugio o la experiencia local que siempre es parcial e incompleta, y poco sistematizada.

En los Pirineos tenemos una buena cobertura de previsiones durante toda la etapa invernal, hasta la segunda semana de Mayo. Después los servicios de previsión de aludes de la METEO ANDORRA (en Abril se acaba el servicio), de la AEMET (deja de funcionar el 16 de mayo) y IGC-METEOCAT (hasta el 27 de mayo) dejan de ofrecer el servicio de previsiones de aludes, y el de METEO FRANCE se construye con informaciones parciales y es menos fiable.

En cambio es una época donde los montañeros estivales comienzan a venir con más afluencia (sólo hay que decir que el refugio de la Renclusa está totalmente lleno para este fin de semana) y coinciden con los alpinistas de invierno que seguimos afilando piolet y crampones en las palas de nieve de las montañas. Los días se alargan, hace mejor tiempo y atrae a los montañeros con más fuerza que durante Febrero. Mientras es muy común poder hacer la mayoría de cimas en pleno invierno casi sólos, en Mayo las cimas se llenan de personas que quieren coronarlas. Algunas de ellas se transforman en verdaderas procesiones… sobretodo las “clásicas”. Y sigue habiendo nieve.

Es cierto que en Mayo de los tres tipos de aludes hay dos que son muy improbables: los aludes de nieve polvo necesitan nieve recien caida y condiciones frías, y los aludes de placa necesitan mucha acumulación de nieve y que esta se transforme en placas de diferente cohesión. En Mayo la nieve o está más transformada y endurecida (nieve de inicio de temporada que ya se ha compactado en una consistencia parecida al hielo) con una alta cohesión interna y con el terreno o es bien es nieve primavera totalmente pastelosa, muy densa y húmeda.

Pero en cambio es momento donde los audes de fusión se pueden dar, y más si hemos tenido un invierno con muchos cambios en las condiciones nivológicas, donde la nieve ha tenido poco tiempo de transformarse y compactarse al alternarse fases de acumulación con fases de degradación como ha ocurrido este invierno (de hecho la nieve que hoy está fundiéndose es casi toda nieve de las últimas nevadas y por tanto poco transformada). Lo cuál hace que la nieve polvo pase a nieve semifundida, poco apelmazada y transformada, con poca cohesión con las capas inferiores o con la superficie en la que descansa… ideal para producir aludes en el momento que hay una capa de nieve en fusión que permite que lubrique el desplazamiento entre capas de nieve, típico de los aludes de fusión.

Además, este mes de Mayo en muchas zonas del Pirineo hay nieve contínua desde los 2000 metros en caras norte, y desde los 2.200 metros en las cara sur, dando un margen de más de 900 metros de desnivel en todas las zonas y regiones del pireneo, suficiente para que haya zonas de todo tipo y con acumulaciones muy dispares de nieve, y por supuesto para que haya zonas muy peligrosas. Incluso las aristas y crestas están aún copadas de nieve, algo que no es muy habitual ya que el viento, la lluvia y demás meteorología termina eliminando la nieve de zonas tan expuestas como las crestas y cimas, pero este Mayo ha sido muy anticiclónico, con un tiempo muy estable y la nieve caída en Abril no ha sido borrada de las zonas superiores.

A todo ello hay que decir que están habiendo temperaturas relativamente altas que desestabilizan el manto nival en su conjunto. Por ejemplo, no es raro que este Mayo haya habido temperaturas del aire superiores a los 10 grados por encima de los 3000 metros, cosa que hace que el manto nivoso pierda consistencia y acumule tensiones y aparezcan capas de nieve semifundida que permite el deslizamiento de todo el manto.

De hecho los últimos accidentes mortales en el pirineo español este mes de mayo han sido producidos por aludes o caídas asociadas a aludes (el último este fin de semana). Por tanto este mes de Mayo y seguramente este mes de Junio no estaría mal poder contar con una previsión, aunque sea parcial, al estilo de la que realiza METEO FRANCE. Sé que el servicio es público y que depende de nuestros impuestos, pero hay que indicar que no es razonable que en Mayo haya tantos accidentes mortales por aludes (5 si contamos el pirineo oscense y el catalán), como durante Marzo y Abril, y no tener un servicio decente de prevención. Al final esos impuestos los pagamos en los equipos de rescate de montaña y en las salidas que estos realizan, en los costes de hospitalización de los heridos, en los costes sociales asociados al que una persona relativamente joven y activa laboralmente pierda la vida.

Como experiencia personal, este Domingo el grupo con el que hacía la salida sufrimos dos aludes de fusión, uno de ellos no enganchó a 4 miembros del grupo por 5 minutos, el segundo nos pasó por encima nuestro a suficiente distancia para poder gravarlo, en la zona del Garmo Negro (Panticosa), ambos con suficiente consistencia como para si engancha a alguien debajo lo pudiera dejar colgado y cubierto. Si hubiéramos contado con la predicción de aludes seguramente hubiéramos trazado la ruta de ascensión por la cara contraria a la que habíamos decidido seguir.

Es evidente que los riesgos y las decisiones de exponernos a ellos la asumimos los montañeros y que los responsables de lo que nos ocurre somos única y exclusivamente nosotros mismos, pero también si se nos quiere corresponsabilizar por los costes de rescatarnos debemos tener las herramientas para poder evaluar los riesgos. No me vale que durante la época donde a las pistas de esquí les interesa tener previsiones de aludes para poder realizar las purgas de nieve de valles y collados y asegurar las pistas estas se hagan de forma sistemática y a posteriori una vez cerradas las pistas los alpinistas nos quedemos ciegos y perdamos una de las fases de prevención del riesgo de aludes tan crucial. Al final los que palman en las montañas no son los pisters o los clientes de las pistas de esquí, sinó que somos los alpinistas. Nadie nos llama o nos obliga el subir montañas, pero sí que si socialmente hemos considerado que han de haber equipos de rescate de montaña (igual que los hay para accidentes de tráfico o socorristas en la playa), y se han establecido sistemas para evaluar y reducir el riesgo (igual que hay banderas rojas, amarillas y verdes en las playas) en alta montaña no deberíamos renunciar a ellos durante unos meses al año cuando el riesgo de aludes es tan alto como en plena temporada de esquí.

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