El reparto de la riqueza de las rentas del trabajo, los beneficios bursátiles y las crisis especulativas

Publicado en CatalunyaPress, en castellano y en català

Una de las cosas más extrañas que ha tenido el mercado laboral español (y también, a grandes rasgos el de las principales economías occidentales) es que a pesar de que ha habido un gran crecimiento de la riqueza en las últimas décadas esta no se ha traducido en una mejora sensible de los salarios, en especial en la década de los 90 y el primer decenio del siglo XXI. Se ha generado más empleo, sí, pero este no alcanza la calidad salarial que es esperable, y a pesar que la productividad por trabajador ha aumentado los salarios lo han hecho mucho menos.

La explicación es sencilla, los costes laborales cada vez pesan menos en los beneficios de las empresas, de cada € que una empresa obtiene de la actividad de uno de sus trabajadores, hoy en día reparte al trabajador que lo produce unos 8 o 10 céntimos que menos que en 1975.

Labour Income Share, tal y como lo calcula la OCDE para diversos países de la UE

Es fácil ver la evolución de muchos países europeos. Se podría reproducir la evolución de casi todos los países de la Europa continental y nos explican básicamente dos historias: un crecimiento del peso de los salarios sobre los beneficios en la década de los 70 que se pierde totalmente al iniciar la década de los 80 (¿alguien se acuerda de la revolución neoliberal de los 80, del Tatcherismo y de la aplicación a macha martillo de las políticas neoliberales en medio mundo?) y o bien un estancamiento de los salarios desde inicios de los 90 en adelante o bien una pérdida del peso de esto sobre los beneficios. Holanda o Suecia formarían parte de la primera parte, España o Alemania son ejemplos de la segunda historia. Esto se explica parcialmente por la pérdida de peso de los sindicatos ya que la década de los 70 se alcanzan las cotas de afiliación máximas a los sindicatos, mientras en la década de los 80 decae, y explicaría que el poder negociador de estos, y por tanto la capacidad de sacar mejores salarios por unidad producida es menor, algo que sería muy interesante que entendieran los que hoy quieren desmontarlos o los consideran algo obsoleto y antiguo. Pero también por un cambio en las estrategias de los propios empresarios y la nueva cultura corporativa de los directivos que bajo el paraguas del fin del “New Deal” y excusándose en una supuesta crisis del estado del bienestar se lanzan sin problemas a aplicar su programa de máximos.

Pero la década de los 90 sindicalmente es más estable, la pérdida de afiliación no explica que en algunos países se mantengan estables o se pierdan los pesos de los salarios sobre los beneficios. Los sindicatos en Suecia y en Alemania tienen una pérdida muy pequeña de peso entre los trabajadores, ligera, pero ambos tienen historias en el peso de los salarios algo diferentes. Holanda y España mejoran el peso del sindicalismo (especialmente en España donde la afiliación de 1990 en adelante se dobla consiguiendo su récord de representatividad en el 19,9% de afiliación sobre el total de asalariados en este año 2010), pero el peso de los salarios evolucionan de forma distinta.

Aquí la variable “peso sindical” es menos importante que la que ha regido la política económica y corporativa de las empresas. El constante llamamiento a la contención salarial para evitar que los precios se disparen y ayudar a la creación de empleo consiguió su objetivo. Los sindicatos negociaron convenios de forma razonable, sin exigir subidas exageradas, ni ponerse en posturas maximalistas. La parte del trabajo cumplió, la parte del capital no. En lugar de aprovechar que no toda la mejora de productividad se la llevaban los salarios de los que ya estaban para generar puestos de trabajo de calidad o para hacer inversiones desde 1994 en adelante, el capital decidió jugar a sacar mejor tajada de la productividad, no crear todo el empleo que podrían crear y jugársela mucho más en la economía especulativa.

Es obvio cuando se compara la evolución del peso de los salarios sobre los beneficios con la evolución del IBEX35, el mejor indicador de la salud de los valores españoles en bolsa.

Es curiosa como después de la crisis de desempleo de inicios de los 90, justo cuando se aplica la política de “contención de salarios para acabar con el desempleo” a mitad de década y los costes laborales pierden 4 puntos en el peso de los beneficios, las bolsas españolas comienzan a crecer de forma exponencial hasta 1999-2000, justo cuando estalla la burbuja de las puntocom (una burbuja especulativa más que por suerte no causó los efectos en el empleo que la que actualmente sufrimos) después de esa crisis, la respuesta, fue nuevamente una pérdida del peso de los salarios, que se puede ver en una caída clara entre 2003 y 2007 del peso de los salarios sobre los beneficios. Caída del peso de los salarios que se vuelve a trasladar como beneficios para las grandes empresas que cotizan en bolsa y una nueva explosión de sus valores en bolsa (la evolución del IBEX35 no es tan diferente a la que se ha vivido en otros grandes índices bursátiles).

Nuevamente esta explosión de beneficios junto a la pérdida del peso de los salarios fragua una nueva crisis. No lo digo yo… lo dicen economistas bastante serios. Y las soluciones para la crisis vuelven a ahondar, al menos tal y como se está planteando en España, nuevamente en reducir el peso de los costes laborales (por ejemplo, los costes del despido, la posibilidad de descolgarse de los convenios), en la reducción del gasto público y como no, en volver a favorecer a que las rentas del capital vuelvan a entrar en una fase especulativa que engendre una nueva crisis la próxima década. Y luego dicen que son los movimientos obreros los que no saben de economía ni lo que es lo mejor para el país.

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