Artur Mas se pasa al fundamentalismo de mercado

Este pasado Martes, Artur Mas presentó una serie de medidas para combatir la crisis. 3 de ellas no muy sorprendentes:

  • Reducir los costes del despido a través de una nueva figura de contrato laboral indefinido de indemnización de 30 días.
  • Reducir la carga fiscal del país.
  • Apostar por la sanidad privada.

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Artur Mas apuesta por el programa de máximos de la patronal en contratación

La primera medida no deja de ser una medida vacía, por varios motivos:

Hoy en día ya existen figuras laborales que contemplan el contrato indefinido con indemnización de 33 días por despido improcedente, y que no son muy utilizados, representan tan sólo el 15% del total de contratos realizados.

Además en tiempo de crisis, pero sobretodo debido a la incertidumbre, lo que se tiende no es a una contratación indefinida, sea esta con indemnizaciones de 20, 30 o 45 días, sino a contrataciones temporales. Los empresarios están utilizando este tipo de contratación, no por los costes de despido, sino porqué no saben cuanto tiempo va a durar cada proyecto.

Por otro lado, los costes laborales no forman parte de las causas de esta crisis. Es lamentable ver cómo los dirigentes de CiU que tienen sensibilidad sindical son relegados a la hora de confeccionar el discurso de su partido y ver como lo que entra es el programa de máximos de la patronal. La crisis no ha nacido de los costes salariales y la crisis no se soluciona a través de los costes salariales.

¿Que hay que afrontar nuevas figuras de contratación y definir los tipos de contratación?, tal vez. Los sindicatos están dispuestos a hablar de flexiseguridad, es decir que la persona que quede en el paro tenga un colchón social y unas prestaciones garantizadas y unas políticas activas de empleo muy sólidas y no ser necesario que los costes de despido sean tan altos. Pero la flexiseguridad supone un estado del bienestar más desarrollado que el nuestro. En Holanda, Dinamarca o Suecia, donde se está desarrollando, las coberturas a los desempleados superan con creces las catalanas.

Este debate se tiene que hacer, pero no con la escusa y la amenaza de la crisis. Este debate se tiene que tener, pero no como solución a la crisis. El problema de la crisis es por un lado la falta de liquidez (donde no pinta nada los costes salariales) y por otro la contracción del consumo, en este último aspecto, la sensación de que si alguien se va al paro tiene menor colchón hará que este consumo siga contrayéndose.

La contracción del gasto público y la reducción de impuestos.

Artur Mas vuelve a sacar la típica reivindicación de la clase media-alta, la reducción de impuestos, acompañada de una contracción del gasto público. Aunque yo puedo coincidir que una pequeña reducción de algunos impuestos (sobretodo los que afectan a las clases trabajadoras, como ha podido ser la devolución de 400€) es positiva para mantener algo viva la demanda de los consumidores, una reducción sistemática no es lo que necesita el sistema.

Artur Mas propone un sistema público que vaya con el ciclo en plena crisis, la mejor medida para deprimir la economía. Una reducción sistemática de los impuestos no va acompañada de un incremento de la demanda, a pesar de la crisis, volvemos a tener buenos índices de ahorro. Los ciudadanos en tiempos de crisis deciden ahorrar debido a la incertidumbre y no todo el dinero retornado por una reducción de impuestos va a ir a parar a mantener alta la demanda de los consumidores. Por otro lado, esa reducción de ingresos conlleva a que el sistema público tenga que reducir a su vez la demanda de servicios. Por tanto el sistema público actúa como efecto reforzador del ciclo, en lugar de intentar utilizar su capacidad para ir a contraciclo.

Lo que Artur Mas propone es literalmente un suicidio de la economía de Catalunya. Sus medidas no es que sean antisociales, es que conllevan profundizar en la crisis.

Apuesta por la sanidad privada

Otra de sus medidas estrellas, que conforman parte del dogma del fundamentalismo de mercado es que priorizar la sanidad privada introduce mejoras al sistema sanitario y reduce costes.

Yo no soy fundamentalista del estado y considero que los mercados son muy eficaces para muchos de los bienes y servicios que consumo y necesito. Por ejemplo, parece ser que se ha demostrado que el mercado de la automoción (regulado y gestionado para evitar sus externalidades más negativas) es más efectivo a la hora de establecer un producto eficaz, barato, poco contaminante y que consuma cada vez menos que los planes quinquenales de los estados socialistas. Pero también hay sistemas que por sus características (por tratar costes inasumibles por los privados) o por sus condiciones (por tender al monopolio o al monopsonio al haber una gran asimetría de la información entre consumidor y productor), lo gestiona con más eficacia el estado.

Este es el caso del sistema sanitario. Como demostré hace tiempo, los sistemas sanitarios mayoritariamente públicos tienden a hacer que los costes sanitarios sean menores. Por poner un ejemplo, el gasto privado y público de los suecos en sanidad es la mitad (a paridad de compra) que el gasto privado y público en sanidad de los estadounidenses. La calidad del sistema sueco (y su universalidad) supera con creces en todos los indicadores a la sanidad estadounidense. Basicamente, el hecho de que el sistema privado sanitario estadounidense no tenga que competir, en un tema tan sensible como la sanidad, con un sistema público que ofrece el servicio a precio de coste financiado a través de impuestos (y cuya economía de escala le permite ofrecer servicios muy caros a costes más razonables), le permite inchar las facturas sanitarias: la gente con su salud no negocia como lo haría con un coche. La capacidad de negociación del enfermo es mucho menor que la del consumidor de productos de electrónica.

Lo que propone Artur Mas es tender a un sistema sanitario mucho más caro, menos universal, más ineficiente y que favorece tan sólo a unos pocos.

Artur Mas el fundamentalista de mercado

En definitiva Artur Mas ha desempolvado, sin demasiados complejos la vieja doctrina del fundamentalismo del mercado con su eterno dogma:

  • Desregular el mercado laboral para ir, poco a poco, debilitando la capacidad de negociación de los trabajadores.
  • Reducir impuestos (y reducir el estado).
  • Privatizar servicios públicos básicos como la educación o la sanidad.

Dogma que se ha demostrado falso y que está en la esencia de la actual crisis que estamos sufriendo. Profundizar en él ya no es tener pensamientos conservadores que favorezcan los intereses de las clases rentistas y de los empresarios, es tener un pensamiento antieconómico. Reproducir estrategias de un fundamentalismo de mercado que se ha mostrado eficaz para crear una crisis de esta embergadura y que ningún gobierno del mundo (incluida la derecha francesa o alemana) está poniendo en práctica porqué se sabe que es ineficaz a la hora de solucionar las crisis que él mismo provoca.

Artur Mas pretende llevar a la práctica medidas que la derecha europea ni se plantea aplicar y llevarnos por un camino donde se profundiza la recesión, sólo por conseguir implantar el programa de máximos de un neoliberalismo disfrazado de “sentido común”.

Si esta es la casa común del catalanismo, casi mejor que se queden ellos dentro y cierren con llave.

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