Ascensión al Jebel Toubkal (4.167 m), expedición al techo del Atlas y del norte del África

Ubicación: Alto Atlas
Dificultad: Fácil
Altitud: 4167 metros
Desnivel: Unos 950 metros en la 2a jornada, 1.500 en la 1a.
Tipo de ascensión: Estival
Meteorología: Sol sin nubes, la 2a jornada la ascensión la hicimos a la sombra ya que se ataca por la cara oeste y hasta media mañana no dá el sol directo a esa cara.

En el viaje a Marruecos en el que nos lanzamos a realizar trékings cortos por el Atlas y alguna que otra ascensión (en el Rift y en el Alto Atlas), el colofón del viaje era la ascenisón al Jebel Toubkal, el pico más alto del Atlas y de todo el Norte de África.

El entorno del Alto Atlas es muy distinto al pirineo, a partir de los 2000 metros no hay casi vegetación, apenas existen esos prados alpinos y los bosques se mantienen sólo en zonas más bajas y hay zonas verdes muy frondosas alrededor de los ríos pero que dejan de serlo a cierta altura. El ambiente es muy nepalí, y no por menos ya que algunas películas que intentaban simular Lhasa o ciudades del Nepal han sido gravadas en pueblos del Alto Atlas.

Fotos de Javi Masclans

La ascensión al Jebel Toubkal la realizamos en dos jornadas y a un estilo espedicionario que no era el acostumbrado. En Imlil contratamos un mulero (y su mula) para subirnos gran parte del agua (aunque se puede comprar en el refugio a 3.300 metros), mochilas y la comida (el mulero luego nos cocinó en el refugio), por un precio más que razonable (después de un duro regateo).

El camino sale de Imlil (1.700m) y hasta los 2.300m. acompaña una ruta de peregrinación hacia un lugar sagrado para el Islam llamado “Roca Blanca” (vedado para los no musulmanes), por ello los primeros tramos los fuimos haciendo acompañados de peregrinos (señoras subidas en mulas, grupos de jóvenes islamistas que al principio confundimos con montañeros, etc…), en una salsa que sólo se consigue en este tipo de lugares. En el punto donde la Roca Blanca se encuentra hay una serie de chiringuitos donde poder parar a tomar algo (luego cerca del refugio, por encima de los 3000 metros también hay un chiringuito). El camino siempre sigue un río que pasa justo por el refugio y lo cruza una vez, siempre ganando altura. Al principio iba detrás de la mula pero lamentablemente para mí, las mulas suben a mucho mejor ritmo que yo.

El entorno como ya dije tiene una pinta de muy alta montaña, y cada vez más a medida que se va adentrando en el largo valle, a nuestro alrededor estamos rodeados de numerosas cimas sin nombre de más de 3000 metros y al fondo el valle donde comienza a verse el refugio. Un enorme refugio de dos edificios principales y muy moderno (excepto los lavabos), con todas las comodidades.

La llegada al refugio del Toubkal (3.300m.) para mí fué de un gran desgaste físico, primero por el desnivel (1500m) y el ritmo (tardamos 4:30h cuando el refugio se tarda en llegar entre 5 y 6h) y segundo por la altura, aunque mis compañeros de ascensión, Manu y Javi, casi se reían yo ya notaba los efectos de la altura, dolor de cabeza leve, mayor agotamiento, etc… Me costó dormir por la falta de oxígeno y tuve que tomar aspirinas. Allí en el refugio estuvimos araganeando toda la tarde noche, conociendo algunos de los que habían ascendido aquél día o los que iban a subir con nosotros al día siguiente. Todos occidentales excepto los guías y muleros que eran marroquíes y eran los que con más soltura se movían en esos lares.

A la mañana siguiente salimos a las 8:00 hora española (6:00 hora local), nos encaminamos hacia el este remontando una tartera por un camino que a veces tenías que intuir. La tartera en sí era buena aunque requería hacerla con cierto cuidado ya que en algunos puntos la piedra de tartera eran bloques grandes de roca. Remontando el camino se llega a una repisa que se encuentra sobre los 3.400 metros y que se adentra en el antiguo lecho del glaciar que descendería desde el propio Toubkal. El camino bordea algunas rocas a unos 3.600 metros en algo que parece una bolera gigantesca, en un punto donde se han acumulado enormes bloques desprendidos de las cimas de alrededor y que han caído por el antiguo lecho glaciar, es ahí donde adelanto al primer grupo de montañeros que había salido antes que nosotros y donde pierdo el contacto definitivamente con Javi y Manu (el camino estaba plagado de otros montañeros y era muy evidente, nadie se podía perder esa jornada). Más adelante el camino deja atrás esas rocas enormes (donde en la bajada hicimos el primer descanso serio de la jornada) y se dirige de forma más o menos directa hacia el este y con una pendiente sostenida al collado del Toubkal (3.950m aprox). En el collado (y antes de llegar a él) se puede ver una infinidad de caminillos que ascienden al Toubkal por su cara oeste, aunque la cima no se vé está muy cerca. También hay un camino que va hacia otro 4000 hacia la izquierda, muy próximo también. En ese punto hablo con un británico que estaba con su guía tomando algo de aire y recuperando fuerzas, atrás ya había dejado al grupo de anglojaponeses y su guía, a una pareja madrileña, un grupo de chavales ingleses, y algún que otro grupito más.

Yo sabía que la gente se encaminaba hacia el Toubkal por el camino de la izquierda, había un regero de gente algo más arriba, pero sin altímetro no tenía referencias de lo que me quedaba y había subido hasta allí sin parar ni un minuto, ni provar un sorbo de agua y necesitaba hacerme una idea más exacta de lo que quedaba y que caminillo escoger entre la míriada que subían. Por suerte el guía de la pareja británica me indicó con señas que camino coger y no tuve que andar un poco de más como le pasó a Manu (que terminó directamente en la cresta), aunque casi cualquier camino que se cogiera de subida era bueno. De allí se bordea la cresta del Toubkal por la izquierda, se alcanza un pequeño antepecho desde el que se ve, por fín, la cima del Toubkal coronada por una especie de pirámide de metal. 10 minutos después por un camino sin dificultad llegué a la cima, en un tiempo récord para mí 2:30h desde el refugio y fantástico para Manu (2:00h) y Javi. Yo allí había perdido ya algo de los peores efectos del mal de altura, boqueaba como nunca (aunque es lo normal para mí en cualquier ascensión), pero no me dolía la cabeza (las aspirinas habían hecho su efecto) y no tenía esa sensación de taquicardia.

Fotos, y salir de allí rápido ya que hacía algo de frío y Manu llevaba parado a más de 4000 metros y pasando frío más de 45 minutos. El descenso fué sencillo, tanto que nos lo tomamos con calma, aunque Javi al principio decidió tirar por otro de los caminillos de bajada, este resulto ser un trozo de tartera muy suelta y engañosa. El descenso fué sencillo pero requería poner los ojos y la atención todo el rato, muchos tramos de terreno donde la grava era muy resvaladiza y otros donde había que triscar como las cabras poniendo un poco las manos entre grandes rocas. Al llegar al final de la bolera a 3.600m. descansamos tal vez la primera vez en toda la ascensión de ese día de forma tranquila. Yo al menos ya me encontraba aclimatado y los efectos del mal de altura del día anterior y de inicios de la jornada estaban desaparecidos, además en las rocas daba un sol muy agradable, tanto que hasta me pegué una pequeña siesta. De allí continuamos descendiendo, cada uno a su ritmo, por la tartera del inicio tuvimos que poner ojos y atención (las rodillas ya estaban debilitadas y yo había perdido un bastón al partírseme en un pequeño resvalón) pero poco a poco llegamos al refugio donde comimos y poco avanzada la tarde ya iniciamos el descenso a Imlil, que no dejaba de ser un pequeño trekking que nos tomamos con cierta tranquilidad.

Reflexión adicional: Después de reflexionar un poco alrededor de algunas cosas que se plantean y se escriben sobre el Toubkal y lo que habíamos encontrado en el refugio pienso que se plantea el Toubkal como una subida fácil. De hecho técnicamente en verano lo és, hay que poner la atención en algunos momentos pero como muchísimas otras montañas del pirineo que algunos considerarían incluso cimas de vaca, pero lo que sí es el Toubkal es exigente físicamente. La dificultad radica en el desnivel realizado de golpe en dos jornadas de 2.400 metros, y la falta de aclimatación a la altura. A partir de los 3.000 metros se pueden comenzar a notar ciertos efectos del mal de altura como dolor de cabeza, náuseas, insomnio, cansancio; y a partir de los 4.000 metros esos efectos son más provables y algo más duros. Aunque es muy difícil que ese mal de altura degenere en algo más grave sí que merma las fuerzas de los montañeros y más si se sigue la vía directa de dos jornadas desde Imlil donde no hay aclimatación. Fué curioso como hasta yo que era el más flojo de mi grupo adelantamos muchísimos otros grupos de montañeros en la ascensión final, donde vimos a mucha gente perdiendo mucho resuello. También en la bajada me crucé con algunos otros grupos mucho menos preparados que habían llegado al refugio pero para nada estaban listos para subir por entre las rocas.

El Toubkal lo puede hacer cualquiera que haga montaña y tenga un cierto fondo y forma física, que se conozca y pueda cuantificar sus fuerzas, pero para nada es la excursión turística que a veces se describe. No es necesaria experiencia alpinista pero sí algo de conocimiento de montaña y del montañismo. Ese día habíamos tenido buen tiempo pero en esa misma semana habían habido tormentas en la zona del Toubkal y siempre cabe esperar las nubes de formación a partir de medio día y es necesario poder subirlo rápidamente, para evitar las tormentas. Aunque sea un 4.000 bastante asequible hay que ir con algo de preparación.

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