Ascensión al Peguera (2.982 m): cresta con sabor alpino

Ubicación: Aiguestortes, Pallars Jussà
Dificultad: Poco Difícil (II y cresta muy expuesta I-II)
Altitud: 2.982 metros.
Desnivel: Unos 600 metros.
Tipo de ascensión: Estival.
Meteorología: Nublado con lluvia testimonial.

Tenía muchas ganas de realizar el relato de esta ascensión. Hasta ahora la mayoría de mis picos habían sido picos fáciles, con contadas excepciones. Había caminado por crestas algo expuestas, sí, pero sin dificultades técnicas de por medio, había subido por canales y pasos técnicos sencillos pero sin ser extraordinariamente expuestos. Había practicado orientación y caminatas nocturnas por la montaña pero por zonas que previamente tenía más o menos conocidas. Había aguantado fuertes vientos, pero nunca en una cresta expuesta.

Con esta ascensión al Peguera abro un episodio nuevo en mis limitadas habilidades montañeras, ya que comienzo a hacer alguna cima que tiene una mezcla de dificultades que la convierte en un pequeño reto y no en un ir haciendo (aunque en alta montaña no existen jamás “las montañas fáciles que se hacen solas” e incluso un cim de vaca puede ser un infierno si se gira el tiempo, si te pierdes o si es muy lejano y te faltan las fuerzas).

Una semana y pico antes había subido a l’Infern, y me encontraba bastante confiado en mis habilidades en ascensiones relativamente fáciles sin nieve. Por tanto los relatos que había por internet de “cresta muy aérea donde cualquier resbalón es una caída de cientos de metros” y “escaladas de grado II” no me asustaban. Pero cualquier montaña, y más si no la conoces es siempre un reto.

La ascensión la enmarqué dentro de una ruta por el Parque Nacional de Aiguestortes, una ruta bastante clásica entre Espot y la Vall Fosca… que se hace en tres etapas, por tanto tenía que adaptar mi ascensión a las condiciones de dormir en vivac y cargar con todo los alimentos y material para más de 3 días con el desgaste que eso supone. Además el no dormir en refugios y al aire libre es más difícil. En la ruta, de la cuál ya haré el relato, íbamos mi hermana Isa (con la cuál ya había hecho algo de montaña juntos y conocía sus habilidades montañeras bastante parecidas a las mías con lo cuál sabíamos que ritmo íbamos a llevar ambos), Andrés y Mª José con los que no había hecho montaña ni ruta hasta el momento.

Yo era el único que tenía verdaderas intenciones de hacer el Peguera así que me tenía que adaptar a los ritmos de la ruta sin distorsionar demasiado los tempos de mis compañeros de ruta (en el fondo lo de subir o no subir el Peguera en ruta era un “capricho” mío y no era justo que esto atrasara o comprometiera los ritmos de la ruta del resto). El plan original era atacar el Peguera cuando me encontrara a unos 2.500 metros, encima del llamado Pas de l’Ós en la ruta que va desde el Estany Tort de Peguera y el estany Colomines entre los refugios Josep M. Blanc y el de Colomines. Pero al ir bastante lentos alcanzamos el Pas de l’Ós a las 14:00h, y ese día había una fuerte insolación (hasta el punto que estaba obligado a llevar las gafas que sólo me pongo en travesías por nieve), si hubiera atacado el Peguera entonces, mis compañeros hubieran podido esperarme tranquilamente en el Pas o ir tirando hacia abajo y yo atacarlo desde muy cerca (me ahorraba casi 45 minutos de ascensión), pero seguramente me hubiera dado una lipotimia o hubiera sufrido una grave insolación. La prueba era que un grupo de trekineros que también querían hacerlo decidieron dejarlo para el día siguiente y bajar al refugio Colominas a tomar unas cervezas (opción que para mí era bastante buena).

Cambio de planes, al día siguiente teníamos que bajar de la zona de Colominas hasta mitad de la Vall Fosca, un descenso bastante largo de entre 8 y 9 horas… por tanto no podía permitirme el lujo de levantarme a las 7 o las 8 y tranquilamente hacer cima… haría llegar al personal muy tarde a la Vallfosca. Así que a dormir pronto y madrugar a las 5:00 a.m. Dejé la mitad de mi mochila con el grupo, y ya preparada la mochila con lo imprescindible para el ataque… Tomé por segunda vez en mi vida una valeriana para garantizar el sueño (la primera vez fué en el refugio del Toubkal para intentar dormir cuando estaba aquejado de un poco de mal de altura) ya que tenía que dormir un poco si quería garantizar cima. Pasamos una noche horrible intentando resistir una fuerte tormenta de verano con un viento endiablado… pero pude dormir un poco.

5 de la mañana me despierto a pocos minutos del estany de Colomines, recojo la mochila, reviso cuatro cosas, bebo algo y comienzo a andar… a las 5:10 ya estaba bordeando el estany de Colominas por su parte occidental. A esas horas no había sol y el resplandor de las estrellas era mínimo así que la primera hora fuí iluminándome con el frontal, al principio con la luz blanca más potente. El caminar por el lago se me hizo largo, aunque el camino es bueno es un poco agreste y rocoso, como aún andaba medio dormido, molesto por las polillas que se estrellaban contra mi frontal (al final cambié a la luz roja del led que ilumina bastante menos y no atrae a los insectos) y tardé el doble de tiempo en dejar atrás el estany de Colomines y el de Mares. A las 6:00 llegué al pié del llamado Pas de l’Ós, la primera de las rampas del día. El Pas de l’Ós es un camino que primero zigzaguea y luego avanza por una canal muy empinada donde hay que poner mucho ojo porqué un resbalón puede significar caer bastantes metros de culo y te puedes cascar una pierna o torcerte un tobillo. Aún así, lo subí bastante rápido, en 10 minutos había salvado los 100 y poco metros de desnivel del paso y me encontraba en un altiplano que ya había recorrido el día anterior, al lado del estany de Saburó (que estaba parcialmente lleno).

A estas alturas la luz ya comenzaba a iluminar las cimas por su cara oriental, aún así el altiplano estaba totalmente protegido debido a que se encuentra en la cara oeste del propio Peguera y el Monestero que alargan su sombra por la zona. Allí tuve un problema de orientación, en el Pas de l’Ós el camino hacia el Peguera no está indicado pero sí al refugio de St. Maurici ya que su camino pasa por el Coll de Peguera, donde yo quería dirigirme. Según el mapa tenía que casi bordear el estany de Saburó por su lado izquierdo, pero la vertiente que había que recorrer era un canchal, comencé a avanzar por él. Al principio creía que ese era el camino bueno, pero al avanzar y no ver ni una sóla fita me dí cuenta que me había equivocado. Vuelta para atrás… otra vez al pas de l’Ós y allí descubrí con algo más de luz un camino que iba ganando cierta altura hacia el oeste y que salvaba un pequeño montículo (que era el que yo estaba intentando salvar por el canchal justo por debajo). Escojo el camino y allí descubro vivaqueando al grupo de la cerveza. Ellos aún dormían y aunque habíamos quedado que cuando pasara me sumara a su ascensión, yo no tenía tiempo de esperarme a que despertaran y se organizaran. Les dejo atrás en los estanys alts de Saburó (un conjunto de lagos más pequeños que alimentan al inferior) y continúo avanzando por un valle entre el Pic de Mar y el Peguera siguiendo un pequeño laberinto de rocas, prados y a veces camino que estaba marcado por fitas y que poco a poco se acerca al coll de Peguera.

A estas alturas aunque la luz solar no tocaba el valle sí que se podía ver perfectamente, el día estaba nublado, y había la posibilidad de pararse un poco a disfrutar las vistas. Aproveché para desayunar aunque para mi sorpresa me había dejado “el desayuno” en el vivac.. me maldecí ya que lo único que llevaba era algo de chocolate, unos pocos frutos secos y agua… y yo tenía ganas de comer algo más sólido y tomarme algún zumo. Con sólo agua en el cuerpo seguí avanzando al coll de Peguera, poco antes de llegar a él encontré una pequeña familia de Isards que marcharon antes de poder sacar la cámara. Pasé al lado de un enorme nevero que ya caía directamente de la pala final del Peguera, pero que no había que atravesar. Llego al collado de Peguera (2.700 m) desde donde ya se ve claramente la parte casi final del camino que asciende por una clara pala de roca suelta que al principio no tiene ninguna dificultad. Desde el collado las vistas son impresionantes en dirección norte, Encantats y el camino hacia Sant Maurici.

Desde el collado también se ve claramente la cresta donde se va a hacer un rato el cabra. Al menos pude ver que la pala era clara y que al menos hasta los 2.900 metros el camino era practicable. Me caen un par de gotas de agua pero que quedan en nada… aprovecho para tomar algo de aire, morder un poco de chocolate e intento enviar un SMS a mi hermana Isa para decirle “he llegado al collado, me lanzo a por la cima” y que sepa que más o menos llegaré bien de tiempo. Comienzo a subir por la pala que va ganando altitud y pendiente, al cabo de un rato la pala se convierte en una rampa empinada y en una canal donde ya hay que comenzar a trepar (grado II). Aquí intento mantenerme hacia la derecha (sur) evitando la línea de máxima pendiente que ya es impracticable, quedándome en una chimenea que claramente busca una brecha en la cresta al lado de una antecima (2.920 m) y el resto de la cresta. Sigo las fitas, aunque había otras vías de trepada por donde alcanzar la cresta un poco más adelante.

DISCLAIMER: Cualquiera que haga crestas y que haga escalada encontrará mi relato algo ridículo, está pensado desde la óptica de alguien que no hace escalada y que un paso de grado III le parece un mundo y le tira para atrás. Las dificultades objetivas on las que son (II y cresta de I-II), es un pico técnicamente Poco Difícil con muchísimo patio, y con alto riesgo si hay resbalones.. ni más ni menos. Mi relato en este caso recoje las dificultades que encontré tal y como las viví… no intenta hacer una fotografía objetiva de las dificultades del Peguera. Hay personas que pasarán esa cresta sin despeinarse y casi corriendo, y otros que la pasaremos con miedo y por último habrá quien ni lo intente. Cada uno sabe su nivel y capacidad…

Alcanzo la cresta con una grimpada final, hasta ahora a parte de ser un pelín vertiginosas (sólo un poco) las trepadas de grado II no tenían especial dificultad, buenos agarres para pies y manos y no había especial peligro ni dificultad. La cresta es impresionante, un caos de rocas en mitad de un filo de poca anchura, con terribles barrancos a la derecha (este) y pendientes muy empinadas y cada vez más verticales hacia la izquierda (oeste), por donde yo había venido. Y la primera en la frente, una roca de 3 metros con un par de fisuras justo en mitad de la cresta.

En ese momento me paré un par de minutos, para disfrutar de las impresionantes vistas pero también para reflexionar si continuaba la ascensión o no. Sabía lo que me esperaba más adelante, más rocas como esta, pasos estrechos y aéreos de poca complicación técnica pero estremadamente “divertidos”. Si salvaba esa roca sabía que entraría en el dominio de las crestas algo técnicas. Estaba sólo, pero ya advertía movimiento en los estanys de d’alt de Saburó, el grupo de trekineros me alcanzaría en el peor de los casos en una hora y ellos (lo sabría luego) me estaban observando como progresaba por la cresta. El día no era bueno, había chispeado un poco… pero aguantaba aunque tenía un viento racheado bastante fuerte que soplaba de oeste a este (y que me empujaba hacia el peor lado de la cresta).

Así que al final puse manos en la roca erosionada, puse pies y salvé ese primer repechito y roca que me encontraría en los próximos 70 metros de desnivel. La cresta era muy irregular, avanzaba unos metros sin problemas a veces justo encima de rocas de menos de un metro de ancho, planas, caminando entre ellas, aprovechando cuando el viento amainaba… en otros momentos tenía que trepar (I-II) por pasos sin problemas pero con mucha impresión a ambos lados. Tan sólo recuerdo dos pasos especialmente divertidos, ambos de grado II. Uno de ellos es un problema a la subida pero no a la bajada, casi al final de la cresta hay una roca de unos dos metros de alto (lo suficiente para no poder simplemente pasarla por encima) justo en mitad del paso con algo de extraplomo. De subida no se me ocurría como poner las piernas debajo de ese estraplomo y subir por encima de la roca, así que probé bajando un poco por la izquierda (oeste) donde la cresta aún aguantaba un poco y pude rodear la roca hasta encontrarme enfrente de una roca plana con cierta inclinación que hacía una especie de tobogán y que ganaba nuevamente el extremo de la cresta. El paso era claro, la roca plana e inclinada tenía buenos nudos y con las manos podía llegar a unas grietas claras en su parte superior, nada complicado (y menos después de haber hecho casi un largo de escalada de IV), pero daba miedo, ya que el tobogán terminaba unos 4 metros por debajo en una roca muy pequeña y luego una caída de 300 metros hacia abajo. Rodeé una roca que me hacía exponerme algo, pude poner la pierna izquierda en un nodo claro, la mano izquierda encima de la roca plana y ya arrastré el resto del cuerpo a la posición de máximo equilibrio. En ningún momento me desequilibré, pero me resbaló la pierna derecha ya que mis botas (viejas y casi sin dibujo) tienen poca adherencia, me golpeé contra un nodo dejándome un fuerte moratón, pero en ningún momento corrí riesgo de escurrirme. Tiré para arriba y seguí por la cresta.

El segundo paso así que recuerdo tiene más de “encontrar el buen camino” que dificultad técnica. A mitad de la cresta hay un enorme diente de 4 o 5 metros de un sólo bloque granítico, de esos que miras y dices… “chaval por ahí no subes ni con escalada artificial”, sabía que la gente no necesitaba de cuerdas ni historias raras para hacer cima en el Peguera, así que bajando un poco a la izquierda (oeste) encontré un conjunto rocoso más transitable y lo rodeé. Básicamente la cresta se hace en su extremo y cuando algo es especialmente difícil se intenta por el lado oeste.

A las 7:40 hacía cima en el Peguera pero allí no me atrevía a sacar la cámara, la roca es muy pequeña (caben 3 personas sentadas) y aunque podía estar de pié sin problemas no quería dejar de ver el suelo para poner mi vista en la pantalla de la cámara con el viento que soplaba con fuerza. Además en la cima no encontré donde dejar la mochila segura y poder sacar la cámara con seguridad. Volví a una roca a un metro por debajo de la cima y allí encontré un hueco para la mochila, un apoyo para mis piernas y pude hacer las fotos de la cima y del entorno. Comienzo el retorno y en ese momento cae la lluvia. Con tranquilidad y con goterones voy deshaciendo la cresta. El paso complicado de antes no era muy bueno para hacer de bajada, el tobogán no me daba seguridad y menos con lluvia, así que lo intenté directamente con la piedra extraplomada. Desde arriba tenía arco suficiente para pasar las piernas por encima y colocarlas por debajo del extraplomo justo en una roca plana, el resto fué dejarme caer con cuidado, bajando las piernas y brazos un poco más hasta el siguiente punto seguro de la cresta. Acojonante porqué a lado y lado había un gran barranco y maniobrar con todo ese patio a ambos lados daba miedo pero sin problemas reales.

Cuando comienzo a retomar la canal de bajada la lluvia vuelve a parar, un alivio porqué al haber bastante roca suelta y arenilla hubiera tenido un descenso algo más penoso con agua. Llego al collado al cabo de un rato, envío un par de SMS para informar que estaba ya bajando y había superado la parte peligrosa y a las 8:30h ya estaba volviendo al pas de l’Ós. En el camino me crucé con el grupo de trekineros que habían vivaqueado a 2.600 metros y que estaban cargando agua en un riachuelo. Allí intercambiamos sensaciones, les explico los detalles de la cresta para ayudarles en su ascensión y ellos me comentan que me habían visto progresar lentamente por la cresta desde abajo.

Bajo el Pas de l’Ós en un santiamén y atravieso la zona de los lagos en la mitad de tiempo que tardé en la ascensión. Allí en el refugio del Colomines me esperaban con el resto de mis cosas los compañeros de ruta, un café caliente y algo de desayuno (¡por fín el zumo!) y luego para abajo a la Vallfosca.

El Peguera es tal vez junto el Peric por su cresta sur uno de los que técnicamente más trabajo me han dado (sin contar la nieve). La cresta en sí no es complicada técnicamente, tan sólo trabajosa, hay que imaginarse como salvar constantemente la siguiente piedra, y la siguiente, y el hecho de hacerlo con patios tan grandes a derecha e izquierda (los compararía casi como los de la cresta del Vallibierna, con la salvedad que en el Vallibierna apenas hay que usar ocasionalmente las manos si no hacemos el paso del caballo), es lo que le añade peligrosidad y aliciente, hay puntos donde es evidente que un resbalón irá acompañado de un castañazo muy grande. El paso anterior hasta alcanzar la brecha es técnicamente más complicado pero sin tanta exposición, tan sólo un pelín vertiginoso. Es un pico que te aporta unas sensaciones alpinas muy completitas… gran patio a todos lados, dificultad técnica a la ascensión, y del que estoy orgulloso de haber realizado en solitario ya que tal vez con gente más experimentada me hubiera dejado dominar algo más por el miedo (ya que tendría a quien llorarle) y hubiera pedido ayuda donde era capaz de hacerlo sólo. Afronté la montaña en solitario, con una parte nocturna, en crestas, con algo de lluvia. Como dijo Bruno sólo me faltó subirla con nieve (esta sí que no la hago nevada… esto para los alpinistas de verdad), y me ha servido para ganar algo más de confianza y tener seguridad en alta montaña veraniega.

2 comentaris a “Ascensión al Peguera (2.982 m): cresta con sabor alpino

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