Ciberactivismo versus ciberhedonismo

Un artículo de Antoni Gutiérrez Rubí, basado en su ponencia en I-Cities, me ha inspirado. Mientras que Antoni habla de lo que puede ser y debería ser el ciberactivismo, yo hablaré de otros perfiles que se dan en la blogosfera.

El “ciberactivista” es un arquetipo, inexistente en la vida real como un ciberactivista puro… igual que este arquetipo que citaré… “el ciberhedonista”. Todos los que queremos utilizar la web 2.0 para un uso social o político, para el combate ideológico tenemos una parte de ciberactivistas pero también otra de ciberhedonistas.

Mientras el ciberactivista utiliza la red y la blogosfera para lanzar campañas, hacer peticiones e intentar influir en la sociedad, el ciberhedonista realiza estas tareas por el mero hecho de realizarla. El medio es el fín en sí mismo.

La importancia de una ciberacción para el arquetipo ciberhedonista es la ciberacción por sí misma, no el resultado, efecto o capacidad de incidencia en la realidad de piedra picada. Además el ciberhedonista reclama una atención desmesurada por su ciberacción… es pura agitación en funcionamiento. El objetivo final es secundario.

Al ciberhedonista no le interesan las organizaciones clásicas de ningún tipo. Le interesa relacionarse siempre con personas que identifica por su talento y que se parezcan a él. El tratar con organizaciones clásicas (sindicatos, partidos, asociaciones) le produce cierta urticaria… identifica esa relación como pérdidas de tiempo innecesaria. Mesura sus interacciones como si fueran enlaces a nodos de una red, e intenta eliminar los que aportan poco valor. Las organizaciones “presenciales” tienen numerosos costes asociados y pocos beneficios inmediatos, por tanto el ciberhedonista aunque realice ciberactivismo político no tratará muy directamente con las estructuras orgánicas de asociaciones, sindicatos o partidos.. le produce pereza y no quiere gastar tiempo en entenderlas ni en hacerse entender. ¿Para qué va a dedicar esfuerzos en personas que tienen una mentalidad de militancia de piedra picada y no van a aportar nada a una red sinó a una estructura orgánica?.

El ciberhedonista es un producto claro de la sociedad de consumo… El beneficio ha de ser lo más inmediato, ha de reducirse el tiempo entre el esfuerzo (escribir un post, lanzar una campaña, sumarse a un proyecto) y el beneficio (reconocimiento, ego, éxito en la campaña). Una cibercampaña cuyo éxito se produzca y se valore pasado unos meses o años no suele ser algo que le guste al ciberhedonista… ávido de satisfacciones inmediatas busca reducir el tiempo entre el esfuerzo y la satisfacción. No participa en campañas o las crea, sinó las colecciona y una vez ha participado o ha lanzado una campaña se desentiende de esta y busca una nueva.

La motivación del ciberhedonista puede ser la misma en muchos sentidos que la del ciberactivista, puede tener la misma necesidad de reconocimiento, tener el mismo ego inflamado, las mismas ganas de ser reconocido y la necesidad de que su esfuerzo conlleve un reconocimiento aunque sea en su entorno inmediato. La diferencia con el ciberactivista es que este puede retrasar su tiempo de satisfacción a un trabajo más a largo plazo y además que este sea socializado, compartido incluso con las personas que están fuera de la web 2.0.

El ciberhedonista en cambio deja de lado lo que no es web 2.0, si se suma o lanza una campaña que beneficie a la gente que no está en internet 2.0 (por ejemplo, por una mejora en los servicios de atención domiciliaria) lo hace más por el hecho de participar y agitar que por el propio objetivo que hay detrás.

En definitiva, detrás de todo ciberactivista hay un ciberhedonista.. tan sólo hay que saber encontrar el equilibrio y lograr conseguir que nuestra ciberacción sea contemplada en un campo social más amplio que el creado alrededor de la web 2.0.

Disclaimer: Este post no describe a nadie conocido, y menos a la gente con la que más colaboro y que se moja más por el ciberactivismo. Su intención es aportar un granito de arena hacia la reflexión… ya que como ciberactivistas tendemos a ser endogámicos en el entorno 2.0 y he buscado la creación de un arquetipo (y por tanto un personaje que es inexistente) para contraponerlo al “cibermilitante” que había definido Antoni Gutiérrez-Rubí. También quiero decir que es muy loable el esfuerzo que muchos cibermilitantes de forma anónima o no tan anónima realizan y que es equivalente y no deja nada que desear al esfuerzo que muchos militantes realizan en el off-line, y que al ser una forma nueva y más reflexiva de militar es normal y necesario que también sea un activismo autoreferencial en una parte de sus análisis. El ciberactivismo a diferencia del activismo off-line tiene una mayor autoreflexión y autoanálisis… hablar del ciberactivismo no es por sí mismo endogámico. Lo és cuando sólo hablamos de él, o bien los objetivos de nuestra acción tiene mayor importancia que sean “2.0” que el simple hecho del objetivo final de esta ciberacción.

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