Desmontando mitos de las virtudes y defectos del mercado sobre la moralidad

Citoyen lanza un reto-meme de los suyos, de esos difíciles, que como siempre, son complicados de responder. El “meme” contiene la siguiente envenenada pregunta: ¿Corrompe el mercado la moralidad de la gente?:

La idea de que la economía de mercado cambia el carácter de la gente se remonta, por lo menos, a Marx. Es además una idea recurrente a izquierdas y derechas, atribuir ya sean cosas aspectos positivos como negativos sobre el comportamiento de los individuos al libre mercado.

La pregunta tiene miga, porqué en la visión purista ideológica se le adscribe al mercado virtudes y defectos en la construcción de la personalidad de los individuos, hasta el punto que se le llega a adscribir capacidades casi terapéuticas o satánicas según en el extremo de los ejes ideológicos donde te sitúes.

Marco teórico de partida

Como no soy psicólogo, ni filósofo, ni tan siquiera “de letras”, la aproximación que haré será más sociológica y analizar que valores sociales son los que tienen más posibilidades de propagarse en las sociedades de mercado. Utilizaré algunas conclusiones básicas del socioconstructivismo que sustenta la sociología de los mass-media y por otra parte el biologismo evolutivo que ayudaría a entender los condicionantes del “sistema” en nuestra conducta.

Definición operativa de la moral

Primero haré una definición operativa de “moral”, sería el conjunto de axiomas y creencias que una persona tiene para decidir si una acción es “mala o buena” y el grado de adscripción personal que se asumen sobre un conjunto de normas (morales) una vez identifica una acción como buena o mala.

La moral es un mecanismo adaptativo influído por la sociedad (la moralidad de un occidental cristiano es distinta a la de un oriental taoista: la religión, entorno social, valores culturales infringen una gran hueya en nuestra moralidad individual), es más probable que personas de la misma cultura tengan moralidades más parecidas que entre personas de distintas culturas. Tenemos moral porqué vivimos en sociedad y porqué la biología (y nuestro proceso de cerebración) así nos ha adaptado a poder construir este comportamiento social complejo.

Como constructo social la moral se va a ver influenciada por el sistema social en el que vivimos: si estamos en un entorno cohercitivo, sometido al culto a un tirano, nuestra moral va a verse radicalmente afectada. De ahí que muchos alemanes durante la II Guerra Mundial no reaccionaran a las atrocidades del nazismo. El socioconstructivismo nos permite llegar a la conclusión que los sistemas sociales afectan radicalmente a la construcción de nuestros valores morales. Definir la moral y como “el mercado” la afecta es algo demasiado vácuo. Hasta en un sistema socialista hay mercado. La importancia más bien sería como afecta la moral de los individuos “las sociedades de mercado”.

Condiciones para que una moral tenga éxito social

Abandonando el socioconstructivismo y yendo al evolucionismo. Una moral exitosa entre los individuos es aquella que permite salirnos con nuestros propósitos y a la vez seguir integrados en sociedad, conseguir éxito social y no ser repudiados o rechazados por nuestros semejantes. Además esta moral exitosa es la que permitiría rechazar y marginar los individuos que no se adscriben a ella porqué perjudican al conjunto de individuos (y a la vez a los intereses particulares del que ostenta esa moral). Para entendernos, una moral exitosa tiene que tener unas peculariedades que condicionen nuestros comportamientos:

a) Ha de maximizar la obtención de beneficios y objetivos egoistas, la moral ha de servirle al individuo (al menos de forma aparente).

b) Ha de maximizar a la vez la aceptación social y no superar el humbral de intolerancia de los demás.

c) Ha de ser eficaz a la hora rechazar aquellos comportamientos de otros individuos que afecten nuestros intereses de forma radical.

d) Ha de ser fácilmente propagable entre el conjunto social y aparentemente beneficiosa para la mayoría de individuos (aunque no por ello sea justa).

e) Ha de ser favorable a los intereses reales del stablishment. Cuanto menor poder concentrado y extenso sea este stablishment, menor capacidad de imponer una moral tendrá.

¿Bondades o mitos de la sociedad de mercado para la moral?

Los optimistas del mercado piensan que el factor “e)” está muy minorizado en las sociedades de mercado, por tanto el “mercado” permite una mayor libertad de moralidades y una confrontación de moralidades en el “mercado social” que permite una selección de aquellos comportamientos que mejor benefician al conjunto de la sociedad y que maximizan los márgenes de libertad. En parte el “relato” neoliberal lleva a decirnos que los mercados consiguen por sí sólos fomentar los valores de la realización personal, el esfuerzo, la innovación, y la ambición sana, además aunando el interés común por hacer mejorar la sociedad y ayudar a los que peor están. Vayamos a ver si esto es así.

Los condicionantes sociales de las sociedades de mercados son las que mejor permiten este comportamiento “darwinista” de las morales. El factor “e)” es posiblemente el menor de toda la historia de la humanidad. Cuando el poder estaba concentrado en pocas manos y sobretodo el poder cultural estaba sólo en manos de un grupo religioso, la moral que se establecía era aquella que conformaba mejor a un poder muy mínimo.

Las sociedades de mercados distribuyen más el poder social y cultural. A pesar de ello este, tal y como ya advertía Bourdieu, no está igualmente distribuido entre los grupos sociales. Hay individuos que por su nivel de estudios, nivel económico y sobretodo por su capital social son capaces de ejercer un mayor poder social y cultural sobre los valores morales: sus intereses personales tendrán más peso en la moralidad que desde la sociedad se irá proyectando que el de otros.

Un ejemplo es el tema del robo de lo ajeno. En las sociedades de mercados vemos más reprobable el robarle el bolso a una señora mediante un tirón que a dejar sin plan de pensiones a los trabajadores de una empresa para incrementar los beneficios de los accionistas, o las stock options de los directivos. En estas sociedades de mercados los enriquecimientos pornográficos a costa de la venta de armas nos parecen menos recriminables que el abuso de un desempleado del subsidio de desempleo. Es decir, la moral social que se proyecta en las sociedades de mercado reflejan mucho mejor los intereses de los directivos de las empresas que de la mayoría de la clase trabajadora. Los umbrales que se definen en el nivel “b)” permiten un margen mayor para atentar contra ciertos elementos del bien común que para otros. Así que la moralidad que se fomenta socialmente es que es menor malo estafar millones a hacienda que robar unas cuantas veces varios bolsos. Hasta el punto es así, que los códigos penales lo reflejan.

En el punto “a)” las sociedades de mercado ofrecen un abanico muy amplio para que la moral de cada individuo pueda acercarse a sus máximos intereses. En especial cuando esta persona tiene capacidades y poder para conseguirlo, un poder que a su vez no está distribuido de origen de forma equilibrada. En este sentido, la defensa de la individualidad y los intereses personales otorga un margen para las morales de los individuos muy alto. Este aspecto entra en conflicto con el “c)” ya que nuestro comportamiento se verá cuestionado por individuos con unos condicionantes morales bastante egoistas: “si yo te jodo, tú me jodes” y los comportamientos que serán seleccionados de forma positiva son aquellos que llevan las cosas justo al límite de no perjudicar de forma clara a terceros con los que tengamos que interaccionar. Tal vez las sociedades de mercado permitan el espacio para maximizar las conclusiones de la teoría de juegos (en especial el “juego del prisionero reiterado”).

Por último la condición “d)” hace que en una sociedad de mercado totalmente mediatizada se fomenten los valores morales que más capacidad de difusión tienen en los mass-media. De ahí que valores morales asociados al consumismo hayan tenido una fuerte implantación, ¿porqué?, pues porqué los mass-media son la principal forma de difundir información, valores y comportamientos sociales. Hago una hipótesis que no demostraré (al menos, aquí y ahora), la sociedad de consumo y la influencia de los mass-media en ella nace diréctamente de la sociedad de mercado. Ir a comprar el último modelo de videoconsola dejándonos la paga extra nos parece un comportamiento moral bueno, en cambio no vemos con buenos ojos remendar los pantalones (no es una actitud que fomente el consumo y por tanto ayude al sistema). La influencia de los mass-media y la publicidad en los valores morales y los comportamientos en la sociedad mediática de mercado es algo que se ha analizado desde Theodor Adorno a Baumant, pasando por varias escuelas sociológicas y filosóficas que analizan de forma crítica la influencia de los mass-media.

Ventajas sobre la moral de los individuos de las sociedades de mercado sobre otras formas de sociedad

No todo es “negativo” en la influencia de las sociedades de mercado en nuestra moralidad individual. El mero hecho de que podamos hablar de moralidad individual de forma más clara en las sociedades de mercado que en otro tipo de sociedades es algo muy relevante. En una sociedad teocrática hay poco margen para las moralidades alternativas a la establecida, en cuanto la “tolerancia” religiosa se acaba se pasa por la hoguera, por el destierro o se obliga a silenciar las creencias religiosas y morales diferentes a la del poder. La moral individual en totalitarismos están fuertemente condicionadas a los dictados de los totalitarios. La moral de los ciudadanos de sociedades premodernas dificilmente han tenido alguna vez un margen tan amplio para adoptar diversas formas y con un menor coste para los individuos como en las sociedades avanzadas de mercado.

Por otro lado la propia mediatización y la propia posibilidad de adoptar diversas estrategias sociales dentro de las sociedades de mercado ha permitido la aparición de decenas de valores de solidaridad y de altruismo que en otras sociedades no se daba. Por ejemplo, el comunitarismo ha ido disminuyendo. En una ciudad moderna el valor de la hospitalidad está mucho más diluido que en una sociedad donde la ganadería de subsistencia es la principal actividad. El peso de la solidaridad hacia el vecino no es tan grande en nuestros valores, en parte porqué la sociedad de mercado ha permitido solucionar gran parte de los problemas de nuestros vecinos inmediatos (genera más riqueza, más oportunidades e incluso la posibilidad de establecer mecanismos institucionales de apoyo y solidaridad como los estados del bienestar).

Este vacío en muchos casos se ha llenado de causas más “líquidas”, y particulares. Aparecen nuevos tipos de acciones que consideramos moralmente positivas: el sumarse a causas por seres humanos de la otra punta del globo, el solidarizarse con ciudadanos que no son vecinos nuestros, el pensar por el ecosistema global, etc.. Aparecen además la identificación de valores sociales a los que asociamos nuevos derechos: nuestra moralidad se ve enriquecida por la tolerancia hacia comportamientos distintos a los de la mayoría, por el combate a desigualdades que llevamos arrastrando desde hace miles de años (como la emergencia del feminismo en la edad moderna, pero sobretodo en las sociedades de mercado avanzadas). Hoy en día el ecologismo, el feminismo, la lucha por los derechos civiles, la solidaridad internacional, las ONG, etc. serían dificilmente entendibles si no es dentro de las sociedades de mercado, que en especial son las que han permitido que nuevos valores morales aparezcan en el mercado social y sean aceptados.

Me explico, mientras los individuos de las sociedades premodernas podían vivir generaciones sin conocer los valores morales de individuos que viven al otro lado del continente, en la sociedad de mercado esto es imposible, la opresión abierta de las mujeres en Afganistan, las ejecuciones de disidentes en China, las torturas de Guantánamo, la masacre de independentistas chechenos, la violencia en las calles de Tel Aviv, el derribo indiscriminado de casas en Palestina, todo esto nos asalta en el televisor, por internet, forma parte también de nuestra vivencia y no nos podemos sustraer a ella. Cuando vemos noruegos y japoneses capturar delfines de forma sangrienta, o cuando un defensor de los derechos de los animales holandés presencia una corrida de toros, todo esto provoca choque de valores morales. ¿Es aceptable que los niños trabajen en las minas? ¿podemos establecer límites a la caza de focas para la producción de abrigos de lujo?. Sólo las sociedades de mercado a través de la forma de sociedades mediáticas, que logran que los valores morales entren en este alto nivel de confrontación. Sólo grácias a las sociedades de mercados pueden los individuos de una parte del mundo conocer lo que ocurre en la otra punta e influir de forma más consciente en lo que allí ocurra.

Conclusión:
Las sociedades de mercado, como el resto de sociedades humanas tiene una gran influencia sobre la moralidad de los individuos, a pesar de su disfraz de “bondades” esta influencia responde a lógicas de poder y de intereses de un stablishment, de igual forma que otras sociedades anteriores han potenciado los valores morales que más beneficiaban al poder establecio en ellas, la sociedad de mercado no es una excepción.

A pesar de ello las sociedades de mercado nos permiten un abanico de valores morales que no han habido con anterioridad, y permiten a los individuos un margen y un mayor grado de responsabilidad en sus propios valores morales. El mismo poder que tienen los mass-media para condicionar nuestros valores y comportamientos también tienen el reverso de ofrecernos más información y conocimiento de lo que ocurre en nuestro mundo. Sin la televisión e internet que nacen de las sociedades de mercado mediatizadas costaría mucho más que valores solidarios se propaguen por la sociedad.

2 comentaris a “Desmontando mitos de las virtudes y defectos del mercado sobre la moralidad

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  2. Uno de los valores que más enturbian el análisis del mercado incluso en sus aspectos morales es la confusión en la que se nos induce al hablar de mercado y no se menciona sus características de perfección o (grado de perfeccion) en el sentido mas técnico. Lo poco que dice Adam Smith (sigloXVIII) de la mano invisible (del mercado) como elemento reequilibrador lo dice entre muchísimas referencias a las imperfecciones del mercado.
    Son los neoclásicos de finales de siglo XIX los que deifican el mercado e intentan disimular al máximo sus imperfecciones, por lo tanto haciendo abstracción de los muchos matices del sistema de marcado.
    Creo que referirse al mercado en general es una opción por contraposición a otro mecanismo de reasignación de factores y productos (Estatismo, cupones de abastecimiento etc,) Pero también creo que hay que añadir el grado de perfección de mercado que hablamos.
    En forma general nuestro sistema de mercado es altamente imperfecto, con segmentos del mismo que son definitivamente opacos, el mercado de suelo urbano, el de vivienda el de trabajo, el financiero, educación y no los cito mas que a modo de ejemplo.
    Podemos hablar de moral de mercado en un ámbito de mercado altamente imperfecto?. Y al revés como seria la moral de un mercado hipotéticamente perfecto? Me cuesta imaginar pero no es el mercado que tenemos. Por ello opino que no es el Mercado lo relevante para la moral sino el poder.

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