El reto de construir relatos para un independentismo de dos velocidades

tren-largoUno de los problemas estratégicos que tenemos desde el movimiento independentista es la necesidad de responder a dos necesidades a la vez. Por un lado hemos movilizar a los que hoy ya son más próximos a las posiciones independentistas de cara a las elecciones plebiscitarias del 27 de septiembre y por otro lado hemos de construir un relato que enganche a los mal llamados “indecisos” que necesita sumar el independentismo para conseguir una mayoría social sólida a largo plazo.

Se puede hacer el símil con el de un tren que tiene una máquina que necesita ir a una velocidad bastante rápida para que los vagones de cabeza no se queden atascados, mientras que para los del vagón de cola se necesita ir a una velocidad más lenta para que se puedan subir los rezagados.

Si el tren va muy lento, los vagones de cabeza se atascan y la maquina termina bloqueada y sin fuerza para arrastrar todo el convoy. Si el tren va muy rápido es imposible que los pasajeros puedan subirse al vagón de cola y se corre el riesgo perder algún vagón de colar al desengancharse por un acelerón brusco.

La única posibilidad es que el tren del independentismo sea elástico y construya un relato para los vagones de cabeza y a la vez otro para los vagones de cola.

Traducido a la comunicación política, el vagón de cabeza necesita enfocar su mensaje a la agitación política de cara a las plebiscitarias y a garantizar que todos los independentistas vayan a votar. En cambio el vagón de cola necesita un debate más pausado enfocado al proyecto a largo plazo de la independencia, al papel del futuro proceso constituyente y a ofrecer espacios sin prisas para que los mal llamados indecisos se puedan incorporar sin que les transmita esa ansiedad que a veces el independentismo transmite.

En este caso las entidades soberanistas y los partidos independentistas han de ser hábiles, han de ser capaces de construir un relato de dos velocidades sin cortocircuitarse entre ellos. Porqué hay dos objetivos y ambos son igual de importantes: conseguir una mayoría social sostenida en el tiempo y cada vez más sólida y ganar las elecciones plebiscitarias. El fracaso de cualquiera de los dos significaría el fracaso del independentismo.

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