Ignorantes avezados, héroes de salón y pobres de espíritu

Recientemente un equipo de rescate ha tenido que tomar la peor de las decisiones, abandonar el rescate de un alpinista, Óscar Pérez, accidentado a 6.300 metros en una pared de infierno en el Latok II en el Karakorum. Si ya es triste la noticia de por sí, me he quedado perplejo con los comentarios de algunos lectores de la noticia. Por poner un ejemplo, la noticia en el País acumula más despropósitos escritos en los comentarios que cualquier otra.

Hay dos vertientes en estos comentarios que me irritan en sobremanera: por un lado están los que tildan de cobardes o de falta de interés a los equipos de rescate y por otro los que machacan al alpinista (y de paso a todos los alpinistas) por hacer algo tan peligroso gratuitamente y que costará tanto al dinero de todos en su rescate. La ignorancia es atrevida y si se hace desde el sofá de casa aún más.

Los héroes de las películas no existen

No hay nadie que esté más triste y se sienta más desolado que el compañero de cordada de Óscar y los alpinistas de élite que han hecho lo imposible por llegar a donde él está para intentar retirarlo. Algunos comentaristas insisten en que se ha de intentar llegar a él a todas, todas.

Por un lado insisten que con helicópteros, cazas de despegue vertical o con cualquier “maquina” que ellos en mente creen que existen se puede acercar el equipo de rescate para buscarlo. Son poco conscientes de que a 6000 metros no hay nada que vuele con capacidad para llevar un par de personas, además del piloto, que pueda mantenerse estable un par de segundos enfrente de una pared de roca. Enviar un helicóptero (incluso aquél que pudo posarse en la cima del Everest, en las mejores condiciones metereológicas y vaciado hasta el fondo de todo peso e incapaz de cargar a alguien más que a su piloto) a la pared es condenarlo a estrellarse. Ya elevarse a 6.000 metros requeriría toda la potencia de un helicóptero de rescate y sería toda una azaña épica, no hablemos de ponerlo estable al lado de la pared o en una cornisa desde donde pueda descolgarse el equipo de rescate. Esto es así, con la tecnología que tenemos y que seguramente tengamos en los próximos años, los rescates con helicóptero a más de 5.500 metros con BUEN tiempo están descartados. No hablemos ya de las condiciones del Karakorum justo al final de la horquilla de buen tiempo que ha tenido el equipo de rescate.

Se critica, además que el equipo de rescate haya abandonado a 400 metros del accidentado. 400 metros de 6.300 suenan a poco, un pequeño tirón y allí está. Pero precisamente son esos tirones los que diferencian hacer cima o no, la vida y la muerte, el estar en el resalte equivocado o en una vía de fácil acceso. Óscar y su compañero eran una cordada de élite, posiblemente los mejores que podían afrontar la pared del Latok II en una ascensión alpina… por ello, si uno tenía un accidente era muy difícil que nadie más pudiera llegar a donde ellos estuvieron. Su propio compañero, sin tener ningún hueso roto llegó con congelaciones y al límite de las fuerzas (y aún así, participó en el grupo de rescate). Alpinistas al nivel de Óscar que pudieran tener una pequeña oportunidad de llegar hasta él hay pocos en el mundo, y por suerte, a parte de su compañero, 2 alpinistas de élite norteamericanos descansados y aclimatados a altura y tres porteadores de altura se desviaron de sus objetivos himalayísticos y se pusieron en marcha a por Óscar sin pensárselo dos veces.

Esas personas iniciaron un rescate perdiendo dinero, dejando a un lado sus esponsorizadores, y poniendo en juego su vida. E iniciaron el rescate al estilo himalayístico con campamentos de altura y subiendo material montando cuerdas fijas. Pero el tramo final no era como una ascensión al Everest o incluso al temible K2, el tramo final era una escalada mixta de hielo y roca en unas condiciones terribles. Ya cuando subió Óscar y su compañero (los que mejor preparados estaban para ello) por esa pared y en las mejores condiciones metereológicas fué un logro himalayístico, el que un grupo de rescate intente llegar a él con mal tiempo es un suicidio.

Lo que muchos que tildan de “cobardes” o de falta de interés al equipo de rescate son unos completos ignorantes de salón. Afirman tonterías como que si fuera Obama o el alpinista fuera francés o alemán ya lo hubieran sacado de allí, que se envíe al ejército español a rescatarlo o tontadas aún más gordas. Cualquier cima de alta montaña, repito cualquier cima de alta montaña con muy mal tiempo te mata. Te mata en el Pirineo oriental con cimas redondas, amables y sencillas (el famoso torb alcanza los 150 km/h y provoca avalanchas de nieve al levantarla del suelo y dejarla caer sobre lo que engancha) como bien le pasó al equipo de expertos alpinistas que murió en el Balandrau (una cima extraordinariamente sencilla).  Te mata en Pierineos, te mata en Sierra Nevada, te mata en los Alpes y te mata, como no y con más facilidad, en el Karakorum.

Me han tenido que rescatar de la montaña una vez, y fue debido a un giro del mal tiempo que impedía que pudiéramos bajar. El temporal dejó colgado e infranqueables todos los pasos y collados, de tal forma que ni nosotros, ni los equipos de bomberos de rescate podían atravesarlos a pié. Tuvimos que esperar horas hasta que una pequeña horquilla de buen tiempo permitió que un helicóptero se posara a los 2000 metros que era lo máximo a lo que pudimos bajar y nos sacara de allí, con bastantes problemas debido a las turbulencias (hasta el punto que el aterrizaje se realizó más lejos de lo que era normal). Eso en un rescate sencillo, rutinario y en una zona superconocida y en general (más allá del mal tiempo y temporal) muy accesible. El que no entienda que una pared (incluso la más sencilla) no se puede escalar en pleno temporal es que no se ha levantado del sofá de casa.

No estamos hablando de una llovizna o un poco de frío, eso cualquier alpinista lo aguanta sin despeinarse, estamos hablando de vientos de más de 100 kilómetros por hora, de temperaturas de sensación por debajo de los  40 grados bajo cero, de visibilidad, de aludes de nieve fresca que caen llevándose todo lo que hay por delante, de una roca que no se puede escalar porqué está mojada o peor aún cubierta de un verglas impracticable. Cuando hay mal tiempo en el himalaya la gente se larga hasta la siguiente temporada. No hay nada que hacer, nadie sube, nadie intenta nada. Para subir una cima de estas o rescatar a Óscar se necesitan muchos días de buen tiempo y una vez comienza el mal tiempo este es persistente y además hay que esperar días a que las montañas “purguen”. La única expedición en el Karakorum era la de rescate, el resto ya había marchado, no había posibilidad de hacer cimas ni nada en el Karakorum cuando comienza el mal tiempo.

Francamente, es ser bastante miserable acusar de cobardía a quienes han estado jugándose el físico por intentar llegar hasta Óscar y que han tenido que renunciar tan cerca y tan lejos a la vez. Esos 400 metros en esa pared son todo un abismo cuando lo que te quedan son horas de buen tiempo, no hay tiempo, es imposible, no hay manera, si continuaran se quedarían atrapados en esa misma pared sin haber podido llegar hasta él simplemente para morir 200 metros por debajo de Óscar, y el que no lo quiera entender que intente aprender a subir montañas él mismo. Estas cosas ocurren en cimas incluso más sencillas del Himalaya como el mismo Everest, donde a vista de todos y con muchos más recursos en mano, 12 personas no pudieron ser rescatadas y murieron en un mismo día, o como ya comenté en el desastre del Balandrau a muchísima menos altura.

Lo más inteligente, racional, y que salva más vidas es que los equipos de rescate se retiren cuando no hay ninguna posibilidad de llegar a Óscar. Se ha hecho lo que se ha podido, se ha intentado llegar a él, pero el mal tiempo ha llegado antes de lo esperado y todo lo que se había organizado para intentar llegar a un Óscar que tenía pocas posibilidades de seguir vivo, se ha de abandonar porqué ya no hay posibilidades de llegar a él.

Se sube como se sube porqué es la mejor manera de subir

Otras críticas aún más pobres de espíritu van sobre el tipo de ascensión que realizaba Óscar y su compañero. Que hacían 2 tíos solos en la montaña, porqué no llevaban más combustible y más comida, porqué no llevaban una radio por satélite, cómo se les ocurre subir esa montaña por esa vía, etc…

Por más que se insista no hay actividad alpinística segura al 100%, y aunque se lleven 40 mochilas con todo lo que a alguien se le pueda ocurrir llevar para mejorar las posibilidades de sobrevivir igualmente te puedes matar. Óscar estaba haciendo una ascensión al estilo alpino, sin campamentos de altura, ni equipo de porteadores. Es una práctica como cualquier otra, y para mí es tan poco criticable como los que hacen escalada deportiva por fardar sin exponerse lo más mínimo. El alpinismo de élite es una actividad para unos pocos. Óscar lo era y estaba preparado y capacitado para esa ascensión. Seguramente, él y su compañero eran los únicos que podían abrir una vía en el el Latok II de este tipo. Obviamente asume un riesgo al abrir una vía nueva, eso es evidente, pero un alpinista de élite que se precie no se conforma con subir por donde todos han subido. Hoy en día hasta los montañeros más inexpertos pueden subir cimas pirenaicas porqué otros han abierto la vía, han fitado el camino, han encontrado el paso más adecuado, han visto la vía más sencilla y han logrado resolver los problemas alpinísticos. En el XIX subir al Aneto era un reto vedado a unos pocos, la extensión y grietas del glaciar eran mayores, pero sobretodo la falta de material, técnica y desconocimiento de la vía lo hizo un reto en el que antes de hacer cima ya murieron unos cuantos alpinistas. Una vez abierta la cima en su vía “normal” se comienzan a encontrar nuevas vías y la montaña se termina conquistando y abriendo a un público cada vez mayor. Sin los primeros ascensionistas los que venimos detrás nos enfrentaríamos a una completa incógnita y a unos riesgos no mesurables. Óscar formaba parte de la élite y por eso abría vías nuevas, encontraba pasos y formas de subir a la montaña que elevaba la dificultad y conseguía nuevos retos.

Hay gente que no entiende esto y es difícil de explicar. Lo que sí hay que decirles que “subir dos tíos sólos” es lo más normal en una cordada en escalada alpina. Los que abrían la cara norte del Eiger (y que murieron a patadas) lo hacían en cordadas de dos, los que intentaron por activa y por pasiva superar el Cerro Torre en la Patagonia lo hacían en cordadas de dos o de tres. Una cordada de escalada no puede ser formada por docenas de personas, sinó que lo más seguro son dos o tres con fuerzas parecidas. Un tercero que no estuviera al nivel de Óscar hubiera retrasado la cordada, la hubiera puesto en mayores problemas y tal vez estaríamos hablando de 3 muertos y no de uno. Poner más gente en este tipo de cordadas es un absurdo. Y dos personas que esten en pleno descenso del Laktop II no tienen fuerzas para bajar por sí solas a un tercero herido. Si el compañero de Óscar llegó exhausto y con heridas de congelación dos personas en esas condiciones tampoco hubieran podido bajarlo. El equipo de rescate llega “relativamente” fresco, con otras técnicas (con campamentos avanzados y utilizando porteos de altura), con más material y recursos. Su objetivo no es hacer cima en un tiempo mínimo, sinó llegar al herido con el material necesario y las fuerzas y recursos humanos necesarios para bajarlo. Por eso van tan lentos, por eso requieren una ventana de buen tiempo más grande.

También se le echa en cara la falta de material de la cordada. En alpinismo hay una máxima: la velocidad es seguridad. Estar en alta montaña implica riesgos, y cuanto menos tiempo te estés allí menor riesgo es el que corres. Una escalada alpina implica llevar lo necesario (con un pequeño margen) para poder hacer cima y bajar y con algo de material extra para los problemas normales, pero no se pueden cargar las mochilas hasta lo indecible con todos los “por si”. No se pueden llevar más cuerdas que las necesarias (estas pesan, y a esa altura 1 kilo extra puede significar la diferencia entre poder volver o quedarse muerto de agotamiento), no se pueden llevar radios y sus baterías porqué son peso extra (y los “móviles” o teléfonos por satélite normales no tienen cobertura), no se pueden llevar cartuchos de combustible para 4 semanas porqué todo ese peso lastra, ese peso implica más horas, más desgaste y más riesgo que te enganche el mal tiempo. Hay cimas como el Everest que son ascendibles en esas condiciones de márgenes de seguridad (y aún así, eso no evita que haya accidentes mortales) porqué no son paredones de 2000 metros de escalada, sinó cimas que se suben con menor técnica y permiten los porteos de altura y tener material extra en los campos avanzados, pero el Latok II no lo es. Pero incluso siéndolo, el que sube al Everest no hace el ataque final con una mochila cargada de 25 kilos de todo lo que pudiera necesitar, quedaría sin fuerzas y moriría de puro agotamiento. Óscar llevaba el equipo que debía llevar, él mejor que nadie sabía como atacar el Latok II de la manera más segura posible en la vía que iban a abrir, el resto son opinadores de salón sin la más mínima idea de lo que es el alpinismo. No estamos hablando del dominguero (más cercano a los que critican como iba la cordada de Óscar de lo que ellos creen) que sube un día de nieve con “bambas” y ropa de verano y les tienen que sacar de allí porqué son unos mendrugos que no saben ni a donde van. Sin estar exentos de errores, porqué los alpinistas de élite no dejan de ser humanos, el material que llevaban era el que mejor ratio de peso/utilidad podía tener, la prueba es que hicieron cima y que lograron bajar 800 metros de esa terrible pared y que aún con el accidente Óscar se quedó con material para poder intentar subsistir unos 6 días más.

Otra crítica basada en la pobreza de espíritu es de quien indica que “para que suben allí si es tan difícil” o que critican el hecho de que se haga una práctica deportiva que tiene implícitos tantos riesgos. Es difícil explicarle a alguien que no le ha picado el gusano de las cimas porqué la gente sube o porqué se realiza actividades peligrosas. Pero el hecho es que el ser humano no seríamos lo que somos si ninguno de nosotros no intentara poner a prueba nuestros límites. Forma parte de nuestra naturaleza y forma parte de nuestra sociedad. Coronamos montañas, cruzamos océanos, rompemos récords, intentamos subirnos sobre los logros de generaciones anteriores para dejar un techo algo más alto a generaciones futuras. Grácias a esa naturaleza somos ahora mismo una de las especies dominantes del planeta, nos hemos adaptado a casi todos los ecosistemas y conocemos nuestro entorno como ninguna otra especie conocida anterior.

Estos mismos que critican que se asuman esos riesgos para ir rompiendo fronteras (sean personales, nacionales o como en el caso de Óscar, mundiales), no cuestionan el increible esfuerzo personal, humano, económico y social que conlleva que un deportista de élite logre superar un récord de velocidad. Gastamos en un año 12 millones de € en becas ADO para colocar deportistas de élite en las olimpiadas de Pekín con posibilidades de ganar una medalla, mucho menos que lo que gastaremos en toda nuestra historia en los alpinistas de élite españoles (que es un trabajo mucho menos bien pagado que cualquier otro deporte de élite, la mayoría de la élite o termina matándose o llevan una tienda de material de montaña, nadie sale rico ni bien pagado de la montaña).

Lloramos la muerte de un futbolista de élite que debido a su actividad deportiva ha llevado su corazón al límite en un entrenamiento, media España lloró la muerte del torero Manolete. ¿Porqué ese doble rasero con aquellos deportes que no son mediáticos? La pobreza de espíritu es la que lleva a creer que un alpinista sube una montaña “para poner una banderita y llenar su ego”. Un alpinista que sube una montaña, sea fácil, difícil, sea la primera vez que se haga o la milésima, supera una frontera, afronta una dificultad y empuja los límites un poco más allá. Sean sus límites personales o los de toda la humanidad al ser el primero en hacer cima. ¿Porqué gastamos miles de millones de € en la exploración espacial, en la búsqueda de vida en otros planetas, en cartografiar el fondo marino, en mapear planetas de los que como mínimo en las próximas generaciones no podremos explotar sus recursos? ¿Porqué invertimos miles de millones en buscar partículas elementales en aceleradores de partículas? Forma parte de nosotros, de lo que somos, de nuestra sociedad. Investigamos, buscamos, subimos, bajamos, urgamos, curioseamos y superamos los límites de lo que conocemos, de lo que subimos, de lo que bajamos y de lo que podemos hacer.

Podría llegar a más, una sociedad donde no hubiera Óscars (en las disciplina que sean) y sí mucho conformista de salón sería una sociedad apática, abúlica, muerta, condenada a no mejorar, a no poder evolucionar y condenada a extinguirse en el momento que las condiciones ambientales cambien. Algunos de los comentaristas en réplica a esta panda de pobres de espíritu llegan a afirmarlo de forma más rotunda, Óscar aprendió a vivir y ha vivido como la mayoría no lograremos hacerlo, otros son muertos en vida. A un nivel más personal yo me atrevería a decirle que quien no se ha forzado de alguna manera a ver el miedo cara a cara, a hacer algo difícil y que le suponga una experiencia fisiológica de riesgo, de saber que depende de él y que salga de la concha protectora de lo que es la civilización (cada uno lo puede hacer en la actividad que él crea o incluso lo puede encontrar en la vida cotidiana, o en una experiencia vital) le costará valorar algunos aspectos de sí mismo y de la vida.

Para algunos la felicidad consiste en ver el partido del domingo con una cerveza en la mano, leer el Marca el Lunes para seguir los éxitos de Cristiano Ronaldo y tener un mes de vacaciones en la costa tomando el solecito. No lo critico, a pesar que su estilo de vida le exponga a unos riesgos que yo no asumo tanto (colesterol, los problemas asociados al sedentarismo, un índice mayor de depresión, obesidad, etc…), el estilo de vida que había asumido Óscar le expone a otros riesgos.

La última crítica es “quien paga todo esto”. Está de moda criticar a los alpinistas cuando se meten en un problema “y tienen que ir a buscarlos”. Hay que comenzar diciendo que son alpinistas los que rescatan a alpinistas, no domingueros, y que los domingueros que se pierden en el monte son rescatados por montañeros no por sus amigotes de fin de semana. Cuanta más gente con más conocimiento y experiencia haya en el entorno natural más seguridad tendremos todos cuando nos aproximemos, aunque sea para pasear, ¿cuanta gente tiene problemas tan sólo en la proximidad de la Cola de Caballo en Ordesa o saliendo a pasear por la zona de Núria y son los montañeros los que mediante consejos, dándoles comida y agua o acompañándoles les han sacado de esos problemas?, ¿quien forma los grupos de rescate de los boletaires cuando estos se pierden?. No quiero pintar a los alpinistas como unas personas desinteresadas y mejores que otras, pero sí hay que reconocer que es una actividad donde cuesta muy poco echar una mano a otro, darle unas indicaciones, orientación, dejarle algo de líquido o incluso ayudar en caso de problemas. Y eso se hace con el alpinista, como con el dominguero que se ha metido en problemas.

Pero por otro lado, Óscar y cualquiera que intenta una cima del Himalaya va con un seguro privado, que se paga él y que no es barato. Ese seguro incluye los gastos de equipos de rescate profesionales, no en cambio los gastos que han tenido los alpinistas voluntarios (que lo han pagado de sus propios bolsillos o con la ayuda aportada por el club de montaña de Óscar), y la atención sanitaria que hubieran necesitado los rescatados. Lo mismo que una parte importante de los alpinistas que también vamos a la montaña con una licencia federativa que incluye ese seguro (privado). Aunque hay alpinistas que están sin federar, lo que hay es mucho más dominguero que va a la montaña a pasear y que obviamente va sin ese seguro (cosa normal y que me parece razonable), que también tienen pequeños riesgos y que por su enorme número alguno termina necesitando un rescate, asistencia sanitaria o ayuda. Ayuda que pagamos entre todos (hasta el momento) porqué consideramos que es necesario rescatar y ayudar a la gente en la montaña igual que lo hacemos en la playa.

Los mismos que lamentan las cantidades ingentes que se gastan en rescatar a Óscar (excepto el coste de las llamadas de Zapatero y del ministro de exteriores, y los costes de la embajada española en Pakistan al enviar un funcionario a apoyar a los equipos de rescate) costes que se asumirían al rescatar un turista de una zona en la que ha habido una catástrofe natural o de un ciudadano español que se haya metido en una zona en conflicto, han sido atendidos alguna vez por la picadura de una medusa (cuando había aviso de ello), se han metido en el agua con bandera roja o amarilla o han ido un poquito más rápido en una carretera que la velocidad permitida. Y para mí es tan legítimo y necesario poner recursos en rescatar a la gente en las playas como para rescatarlos en la montaña.

Más riesgo (tanto para ellos como para terceros) conllevan los cazadores, pero como es un negocio que mueve unos 2.300 M€ al año (y los cotos de caza ocupan una superficie no despreciable de territorio, por ejemplo, en Andalucía representa el 75% del territorio) pocas personas consideran que sea una actividad cuestionable, a pesar de que algunos de los que han sufrido el disparo o el perdigonazo de un cazador no ha sido un practicante de esta actividad y ponen en riesgo a senderistas, ciclistas y paseantes en general.

Para cierto sector de la sociedad el aproximarse a la naturaleza rifle en mano, o con un cesto y una toalla, conduciendo un 4×4 destruzando los caminos, y trayendo todas las comodidades de la civilización consigo es algo aceptable y esperan que si pasean por el monte y se encuentran problemas se les atienda y les rescate. Pero en cambio critican a “quienes suben allí arriba con tanto riesgo”.

Otras actividades deportivas como el fútbol que ocupan solares muy caros en las ciudades, que requieren una serie de equipamientos deportivos (la mayoría de financiación pública) y con unos clubs de base que sin la aportación de las administraciones no funcionarían, no están cuestionadas. Cuando gana un gran club (de los pocos que funcionan aparentemente sin dinero público) la ciudad queda bloqueada, se han de proporcionar transportes públicos (pagados por todos) para que la afición pueda ir a celebrarlo y volver  a casa y las pérdidas producidas por los descerebrados son cuantiosas. En cambio el fútbol no es cuestionado.

En definitiva, pobreza de espíritu de unas personas que no llegarán a tener en toda su no demasiado larga, cómoda y aburrida vida la misma sensación de estar vivo que un sólo minuto de alpinismo le proporcionó a Óscar.

Francamente, en este momento los comentarios en esa noticia deberían haber sido de solidaridad con la familia y amigos de Óscar, con su club de montaña, que han pasado los peores momentos de su historia y con los alpinistas y porteadores y el resto del equipo de rescate que están desolados y que se han dejado lo humanamente posible para intentar sacar a Óscar con vida.

9 comentaris a “Ignorantes avezados, héroes de salón y pobres de espíritu

  1. Solo puedo que quitarme le osmbreo ante este post, sublime… has experesado todo cuanto he sentido estos dias viendo los periodicos y leyendo la cantidad de sandezes por pixel cuadrado que se han llegado a decir… que pais de pandereta

  2. Sin duda el mejor post que pueda haber leído. No conocía a Óscar, pero no puedo evitar sentir tristeza, no sólo de pensar que puede que muriese sintiéndose sólo, al fin y al cabo solo él sabrá lo que ha pasado allí arriba estos días, sino también de pensar en sus pobres compañeros, su familia y todas las personas que han hecho todo lo imposible por salvarlo, y que han tenido que volver a casa sin él. En fin solo espero que este dónde este Óscar, descanse en paz.

  3. Yo tambien lei los comentarios de ese periódico y no podrías haber descrito mejor lo que sentí al ver la ignorancia de muchas personas al criticar al equipo de rescate y la hipocresía de otras, preguntandose quien pagaba el rescate. Totalmente de acuerdo, gracias por escribirlo de esta manera.

  4. Me parece interesante tu punto de vista. Primero quiero expresar mi admiración por los alpinistas, todas esas personas que van allí donde otros ni nos atrevemos a soñar.
    Y no quiero dar ningún pero a esto. Creo que confundes las cosas. El reto personal de superación es lo que subyace en el deporte. Alguien dijo que el deporte es como una guerra sin armas, me parece una buena definición. Ese reto personal está muy lejos de la comparación que haces con la ciencia: explorar fondos marinos, otros planetas, vida fuera de la tierra, explorar las partículas que componen la materia,… eso no son retos personales, son retos de la humanidad como tal. Si se consigue una cura contra el cancer es la humanidad quien se veneficia, el pobre científico que lo descubra no saca nada de ello. La mayoria de los científicos que lleban a cabo estudios serios en españa no tienen derecho ni a baja por enfermedad.
    Entiendo que quieras justificar en cierta manera un deporte que te apasiona, pero no creo que sea necesario justificarlo. Alguien dijo, no recuerdo quien, le preguntaron que por que subia las mantañas y contestó “por que están ahí”. Lo demás sencillamente, sobra.
    Un cordial salido de un “científico”
    Alex

  5. Fantástico post. La lástima es que todos los descerebrados que han ido dejando mensajes por los periódicos no lo leeran porque se les caería la cara de vergüenza.

  6. Hola Álex:

    No pretendo decir que los logros objetivos del alpinismo para la humanidad son equivalentes a los de la investigación en ciencia de materiales. Eso es evidente. Yo también soy científico de formación y no voy a cometer semejante boutade.

    Lo que sí vengo a decir es que el mismo sentimiento de “romper fronteras” que impulsa a un ser humano a descubrir nuevos territorios y que ha sido favorecido por la evolución, es lo que subyace en lo que es en la exploración o en la investigación científica o en la superación de retos deportivos. El que investiga no lo hace sólo porqué hay un beneficio social detrás, lo hace porqué siente que está superando fronteras del conocimiento. Y eso es una emoción, y esa misma emoción es el que impulsa a subir montañas, explorar océanos y conocer el mundo en el que estamos.

    Podemos criticar el alpinismo, como todo, está expuesto a la crítica, pero el desestimarlo como una actividad de locos que debería estar casi prohibida como dicen algunos comentaristas, es negar que esa actividad que realizan los alpinistas está fundamentada en lo mismo que nos hace ser humanos. Forma parte de lo que somos el subir montañas por el mero hecho de subirlas, como lo es el investigar o explorar.

  7. Muchas gracias por tu artículo, muy interesante.

    El tema de que todos los periódicos on-line permitan que se publique todo tipo de comentarios sobre noticias trágicas roza el “amarillismo” en estado puro y refleja la pérdida de nuestros valores como personas, muy propio del sistema capitalista que nos toca vivir.

    Os dejo enlace de la entrevista en La Vanguardia de Jonatan Larrañaga

    http://www.lavanguardia.es/sucesos/noticias/20090820/53768745018/nos-lo-jugamos-a-una-carta-y-salio-mal.html

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