La culpa fue del PSC

global-power-eliteBono se ha desmarcado con uno de sus habituales exabruptos. Recuerda una cena con el President Maragall y otros líderes (entre ellos el monarca Juan Carlos “El Campechano”) en un artículo inefable en El Pais. Poner voz y reconstruir frases de quien, por ejemplo, como Maragall, hoy no puede refutar esas palabras es de pobreza intelectual.

Recomiendo antes de seguir leyendo mi artículo leer la respuesta que da Jordi Mercader al señor Bono

La recopilación de argumentos de Bono tiene elementos de testosterona política que atufan no sólo a vieja política, sino a una forma de ver la política desde el hegemonismo y no desde el pluralismo.

Pero dejando a un lado el artículo de Bono quiero entrar en el argumento central. Todo esto del soberanismo y la consulta y la independencia, quien tiene la culpa en el fondo es el PSC en general y Maragall en particular. Y de rebote Zapatero por consentir todo el lío del Estatut.

Ese argumento que hoy repiten no pocos en el PSOE (y fuera de él) coincide con la famosa campaña del PP contra el Estatut que hizo en las radios de Andalucía. Es curioso como los “no nacionalistas” españoles de izquierda y derecha terminan coincidiendo en la construcción de relato, incluso en el uso de las mismas palabras.

Siguiendo adentrándome en esta construcción de relato. En el fondo el PSC fueron idiotas, se dejaron manejar por los de ERC y por un tío muy tarado llamado Maragall que los empujó a una agenda soberanista y a promover un Estatut que estaba claro, estaba condenado a ser recortado y a su vez provocaría esta cadena de reacciones.

La culpa fue de los federalistas que vistieron muy provocativamente  al Estatut

Es curiosa esta construcción de relato porqué esconde más de un tick predemocrático. El problema lo provoca quien quiere construir unas instituciones más inclusivas y crear un Estatut que permita avanzar hacia un estado federal, no porqué eso sea una demanda ilegítima o sea malo el “federalismo”, o porqué el estado autonómico español sea un ejemplo de perfección, sobretodo en el ámbito fiscal. No, el problema lo provoca porqué fuerza a las instituciones españolas a mostrar su lado más oscuro, porqué fuerza al estado a actuar de forma lesiva contra el Estatut y la voluntad de los catalanes recortándolo primero en el Congreso y luego en el Tribunal Constitucional para defender el statu-quo.

Es curioso, si realmente el Congreso y el TC actuan como creen en la defensa del estado de derecho y en las garantías de nuestros derechos fundamentales tendríamos que estar agradecidos de su trabajo. De hecho tendríamos, los catalanes, que haber aplaudido que sus recortes en el Estatut nos dieran una ley más justa, más acorde a un país moderno y más inclusiva. Es curioso que los catalanes, mayoritariamente, no reaccionáramos demasiado bien a los recortes del Congreso y menos aún a los del TC. O somos idiotas y no sabemos reconocer la bonanza de esos recortes, o realmente los propios protagonistas, como Bono, saben en el fondo que los recortes y las medidas que han tenido que poner en marcha muestran que las instituciones españolas son más extractivas de lo que ellos mismos quieren reconocer y que al verles aplicar la “fuerza” (legal y política) lo que se hizo es demostrar las costuras de estas instituciones.

Es un argumento perverso. Para Bono (y muchos otros) era mucho más cómodo hacer creer a los catalanes que podríamos conseguir un estado federal o vivir en un país mejor y con instituciones más inclusivas, pero sólo como una idea, una especie de Arcadia imaginaria. Terminar aspirando a mejores instituciones, a reformar el estado de las autonomías (cosa que hoy todos están diciendo como respuesta a una amenaza separatista real), y hacer una agenda para ello, eso sí que no. Es como hacer creer a la población que tiene libertad de circulación, pero cuando deciden organizar una paseada popular a las 10 de la noche y la policía les obliga a volver a sus casas, la culpa sea de los organizadores por demostrar que no hay libre circulación y en el fondo hay un toque de queda. Malditos ciudadanos que me obligan a pegarles para que no salgan por la noche.

Entre oligarcas se entendían mejor

Durante años la estrategia del “peix al cove” donde un oligarca (Pujol) se entendía con otros oligarcas, era algo más aceptable. Todos sabían que la fiscalidad catalana y de todas las autonomías era algo demente, pero era mucho mejor para todos mantener las redes clientelares (también las propias redes catalanas). Pujol podía venir a Catalunya y decir que había conseguido un gramo más de pasta y empoderarse por ello, y en España mantener la red clientelar territorial asociada a una fiscalidad autonómica arbitraria y donde el que recauda no es quien ejecuta el gasto.

Todo eso era más cómodo para los Bono de turno y los Pujol de turno. El debate de modelo de estado quedaba en unos insultos de Durán a los andaluces para demostrar que era el más nacionalista de todos y los exabruptos de un Ibarra y un Bono contra los catalanes ya que necesitaban utilizar el fantasma catalán para ganar votos. Los nacionalistas de ambos bandos se beneficiaban, pero aquí nadie se hacía daño. Pujol era “español del año” y el club del puente aéreo podía masturbarse mentalmente viendo como controlaban el cotarro en Barcelona y Madrid y cómo los oligarcas políticos les seguían el juego. Era una buena época, donde los que se escupían en la esfera mediática luego se sentaban en el Majèstic a cerrar acuerdos y se veían todos juntos con los oligarcas económicos.

Y llegó el PSC y los tripartitos…

Pero como toda red clientelar y todas instituciones extractivas, hay quien se ve perjudicado y se organiza para cambiar las cosas. La izquierda social y política catalana era la gran perjudicada. Durante años la red clientelar pujoliana favorecida por una modelo autonómico de financiación demencial, que hacía que periódicamente Pujol tuviera que hacer gestos reivindicativos para ir 5 o 6 pasos por detrás de la mayoría de autonomías, pero generando la apariencia de que conseguía grandes cosas. Esto conseguía dos cosas: una infrafinanciación del estado de bienestar catalán lo que perjudicaba (y sigue perjudicando) a las clases trabajadoras catalanas y a la vez que Pujol y CiU aparecieran como los héroes políticos de los catalanes. A CiU le iba bien, podía garantizar victorias electorales y reforzar su red “business-friendly” en la sanidad y en la educación (bajo la excusa de la infrafinanciación del estado del bienestar). A los catalanes no tanto. A los oligarcas del resto de España podían seguir financiando de forma asimétrica y arbitraria sus graneros de votos y mantener su red clientelar territorial in secula-seculorum.

Pero ocurre que el PSC gana las elecciones (en votos) dos veces, consigue reunir una mayoría de izquierdas en la segunda victoria y gobernar. Y evidentemente la disfuncionalidad de la financiación autonómica y de una relación mercantil entre Catalunya y España es horrible, y la quieren cambiar. No sólo eso, el “peix al cove” ya llevaba tiempo agotado y como “tapón” del soberanismo comenzaba a ser bastante limitado.

De ahí que Maragall y el PSC encabezan la reforma del Estatut aprovechando que en el gobierno de España hay un Presidente con principios republicanos profundos y con ganas de hacer cosas de forma diferente, Zapatero. El resto de la historia la conocéis…

… y la culpa es del PSC.

Pero es curioso que la culpa de todo no sea de quien diseñó, participó, se benefició, sostuvo y defendió un sistema que potencia el clientelismo territorial, refuerza oligarcas y perjudica a las clases trabajadoras. La culpa no es de quienes han desplegado todo el aparato del estado para frenar cualquier intento de reforma más o menos seria del estado o de conseguir que el problema “catalán” tenga encaje sea totalmente bloqueado. La culpa no es quien tiene una visión hegemonista del estado español o quien trata a los ciudadanos como menores de edad. La culpa no es de la LOAPA y de sus impulsores.

La culpa es del PSC. Y no del PSC de hoy, roto por un PSOE que es incapaz de ofrecerle una agenda de reformas que permita explicar un proyecto federalista creíble en Catalunya, roto por no saber gestionar la pluralidad interna, roto precisamente por culpa de los sectores más reaccionarios que le empuja a alinearse con las fuerzas defensoras del statu quo, a pesar de que sus bases de militantes y votantes creen profundamente en reformas institucionales de calado. No, la culpa es del PSC que en un momento dado se atrevió a mirar a los ojos a las instituciones españolas, plantear una serie de problemas, que no solo afectan a los catalanes, sino a todos los españoles, y estas le escupieron y pisotearon. La culpa es del PSC y de Maragall.

La culpa es del PSC y de Maragall por atreverse a hacer lo que es responsabilidad de los políticos, resolver problemas institucionales e intentar que las instituciones sean más inclusivas. La culpa es del PSC y de Maragall por demostrarnos que la parte extractiva de las instituciones españolas es tan fuerte que esto va de una lucha de poder y que pactando nunca llegaremos a nada más. La culpa es del PSC y de Maragall por atreverse a hacer reformas por la vía más legal posible y descubrirnos a todos que es un callejón sin salida.

Pero si España se rompe no habrá más culpable que los Bono de turno. Que desde el nacionalismo español más rancio y desde la defensa de la oligarquía y del statu quo nos han mostrado a los catalanes de que pie calzan las instituciones más extractivas españolas y los principales beneficiarios. No será el PSC, ni Maragall, ni Mas, ni Junqueras. La rotura de España la han provocado los que hoy dicen defender más que nadie su unidad.

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