La enfermedad infantil del adanismo y la nueva política

adanismoLa emergencia de la nueva política tiene muchas virtudes, entre otras que ha aproximado al activismo político a miles de personas que nunca se habían sentido interpeladas.

Vemos personas sin ninguna cultura política, y sin ningún tipo de experiencia de participación social, política o sindical, se lanzan con un enorme entusiasmo a todas esas nuevas formas de activismo y nueva política que acaban de descubrir.

Eso es bueno si supera la enfermedad infantil del adanismo.

Hay muchos que redescubren el fuego y la rueda y lo plantean como si fuera la primera vez. Creen que su huelga/ocupación/piquete/manifestación/recogida de firmas/acción política/asamblea/proceso participativo, es la primera vez que se realiza, cuando han habido miles anteriores. Creen que son los primeros en hacerlas o que serán los primeros en estar exentos de los problemas que han sufrido miles antes de ellos.

El desconocer las experiencias de otros te hace repetir errores que los que tienen algo de experiencia en activismo social, político o sindical o participan en entidades con cierta experiencia ya no cometen. La frescura es una virtud, el aportar nuevas formas de pensamiento también, el infantilismo no.

Hoy encontramos numerosas entidades, partidos, grupos políticos, etc.. aquejados de serios problemas institucionales internos por carecer de la más mínima cultura política. Se llama democracia interna a la sustitución de los mecanismos institucionales de toma de decisión por grupos de wassap o listas de distribución o reuniones informales donde no existe compromiso alguno por los acuerdos anteriores ni mecanismos para revisarlos, se llama democracia interna a ver quien grita más y la repetición de mensajes para dar gusto a esa nueva mediocracia populista (que no es mejor que la mediocracia institucionalizada que sustenta la ley de hierro de los partidos).

Problemas de este tipo son los que hasta los defensores más radicales de la democracia horizontal reconocen. Esta democracia del click y del grito en asambleas informales, que hacen inoperativas (o, peor, cooptadas por los grupos más radicales) a algunas entidades de la nueva política.

Este adanismo también tiene el riesgo de trasladarse a la política institucional, algo que temo que le pasará a la nueva alcaldesa de Barcelona (a pesar que ella, sí que tiene experiencia en movimientos sociales), y sus resultados serían nefastos.

Cambiar el nombre no cambia la cosa. Las asambleas abiertas o los “órganos de dirección horizontales” son más viejas que el propio partido comunista de la Unión Soviética. Y depende como sean esas asambleas son tan manipuladas, controladas o poco democráticas como cualquier herramienta institucional en manos de una élite extractiva. También algunas de estas formas de prepolítica no están aportando nada nuevo, no hay nuevas preguntas, no hay formas de afrontar los problemas de forma nueva. Muchos discursos y frases grandilocuentes de estas formas de nueva política son indistinguibles de políticos populistas de entre finales del siglo XIX y los años 20 del siglo XX. Se confunde pose por autenticidad, se confunde incapacidad de afrontar la complejidad y la excesiva simplificación de los problemas con “firmeza” en los principios.

No es un problema nada nuevo. Lenin hablaba de ello en 1917 (aunque con una intencionalidad poco honesta). El infantilismo de la prepolítica, el adanismo político y los que reinventan la rueda desde el purismo del que carece de cultura política ya ocurría hace 100 años y los líderes revolucionarios de entonces también lo criticaban. Nada nuevo bajo el sol sobre los problemas del adanismo en ciertas formas de nueva política.

Las entidades y colectivos que superan esa fase infantil lo más rápido posible son las entidades que están llamadas a perdurar y producir cambios reales. Para mí el ejemplo paradigmático es la Asamblea Nacional de Catalunya que en su escasos años de existencia ha establecido mecanismos institucionales de participación y toma de decisión eficientes y democráticos para sus más de 50.000 socios. Mecanismos que son extraordinariamente parecidos a los de partidos, sindicatos o asociaciones de vecinos.

El 15M fue incapaz de organizar algo parecido, hubo de esperar a que apareciera alguien que organizara un partido lo más parecido a lo que es el modelo de partido leninista para tener una voz institucionalizada. Hoy hay numerosas entidades y grupos de activismo que sufren una endémica crisis organizativa, humana e incapacidad de luchar por sus objetivos sociales por carecer de esos mecanismos institucionales.

Considero positivo que personas que aporten nuevas formas de plantearse los problemas e intenten caminar por nuevos caminos, que ayuden a los que participamos en la política desde hace tiempo a encontrar soluciones nuevas y sobretodo plantearnos preguntas nuevas ganando perspectiva. Pero el adanismo contiene ciertas dosis de arrogancia, no por malicia, sino por mera ignorancia, cuando camina ya por caminos trillados que otros ya han probado.

La prepolítica y el adanismo campan por sus respetos y en muchos casos lo que todas estas personas podrían estar aportando al activismo político con sus nuevas formas de pensar, trabajar y sobretodo plantearse preguntas queda totalmente anulado por la incapacidad de plasmarse de forma útil, organizada y eficaz.

Y ese es el problema, que al final sólo nos quedemos con la “vieja política” porque la “nueva política” es incapaz de dejar una huella perdurable y útil.

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