Los que son ingenieros sociales y hegemonistas antes que soberanistas

Hay dos formas de ver la política, desde el hegemonismo o desde el pluralismo. El primero intenta conseguir la mayoría suficiente para conseguir aplicar su programa de máximos, el segundo intenta, defendiendo su programa particular, hacer que el resultado sea la suma del máximo número de consensos (en los que también hay una correlación de fuerzas) para evitar que las instituciones y leyes estén a la contra de una parte de la sociedad.

Para el hegemonismo, las batallas políticas se ganan (a ser posible una única vez) y a partir de ahí se alcanza el Nirvana mientras se impida la victoria del rival, para el pluralismo las batallas políticas son diarias, se negocian y se construyen intentando reflejar consensos sociales.

Desde el hegemonismo cuando no existe la mayoría social para conseguir aplicar nuestro programa se recurre a la ingeniería social, pretendemos cambiar las preferencias de arriba a abajo o pretendemos aplicar nuestro programa aunque la mayoría social tenga otra preferencia, escondiendo el debate como técnico, mediante opacidad (el no-debate del TTIP en Europa es un ejemplo de ello) o cooptando los medios de comunicación para que expliquen nuestra única versión de los hechos.

El independentismo catalán es horizontal, aglutina a gente de derechas y de izquierdas que quiere aprovechar la oportunidad de cambio institucional tanto para solucionar problemas que hoy el bloqueo institucional español impide, como para arreglar el eterno problema de encaje de Catalunya en España al percibir como injusta la relación con el estado español y no encontrar vías alternativas para solucionarlo. El movimiento independentista catalán es mayoritariamente pluralista, incluso la “true left” institucional, la CUP, a nivel nacional está mostrando un sentido “liberal político” del pluralismo que supera con creces a la “true left” federalista (ICV) o incluso a los partidos de centro-izquierda y centro-derecha.

Pero el movimiento independentista no deja de ser un subgrupo de los movimientos políticos catalanes y de los movimientos políticos españoles. No es carente de las virtudes y de los vicios de los grupos anteriores, y en el movimiento independentista también tenemos hegemonistas e ingenieros sociales.

El movimiento independentista tiene dos corrientes que pretenden utilizar la independencia para aplicar ingeniería social. Una corriente “true-left” y otra corriente “esencialista”. 

La primera queda muy retratada en este chiste de “Gargotaire“.

gargotaire

Este primer colectivo hegemonista y que queda especialmente retratado en algunas declaraciones como la de Teresa Forcadas pretende hacer una Catalunya donde la derecha sea minoritaria o carezca de expresión política relevante. En lugar de aspirar a ganar elecciones y en cada legislatura aplicar las políticas que prefiere la sociedad en cada momento, pretenden hacer un modelo de país donde esa mayoría de izquierdas (y en concreto, de izquierda revolucionaria) esté garantizada. No solo es el error de querer “hacer la revolución antes de ganar la guerra” y dividir el frente independentista, es querer hacer ingeniería social de forma institucional dejando a tus rivales políticos incapaces de convencer a los electores del futuro. Hegemonismo que tiene muchos tics poco democráticos.

La segunda, la esencialista, reconoce que la preferencia mayoritaria de los catalanes de hoy es una Catalunya impura, mixta, híbrida, con identidades nacionales mezcladas, con fronteras identitarias líquidas y que es como mínimo bilingue. A pesar de que saben que existe esa preferencia mayoritaria de la que el catalanismo político (que va desde el PSC a la CUP) ha hecho bandera como mínimo desde los años 80 del siglo pasado, pretenden construir una Catalunya más esencialista, menos bilingue socialmente y centrada en la recuperación de un relato nacional que es minoritario.

No sólo cometen el error de adelantar debates que deberíamos tener en un futuro una vez alcancemos la independencia, y que tendríamos también con los ciudadanos catalanes que hoy no son independentistas (algo que les aterroriza), sino que pretenden que el debate de la lengua, la cultura o la educación no sea social, sino técnico y de lingüistas (de hecho de algunos lingüistas). Este colectivo adpota la forma de ridículos grupos de debate etnolingüistas donde todos se dan la razón entre ellos y califican a los independentistas que tenemos cualquier visión diferente de cripto-hispanohegemonistas o de agentes del CNI encubiertos. Su capacidad de influencia es nimia per su pensamiento no deja de tener esos elementos hegemonistas y de ingeniería social, que los diferencia muy poco de los ingenieros sociales de izquierda.

Algunos pretenden erradicar del debate social de cada generación y de cada legislatura el eje izquierda-derecha consiguiendo que la futura Catalunya la derecha o no exista, o carezca de voz, o alcancemos una forma revolucionaria de gobierno que impida construir mayorías sociales en contra de unos valores inmanentes de la buena izquierda. Otros pretenden erradicar del debate social de cada generación y de cada legislatura que tipo de políticas lingüísticas queremos, que tipo de políticas audiovisuales y culturales queremos y que modelo educativo queremos, haciendo que quienes no comparten la misma cosmovisión no puedan participar del debate de alguna u otra manera.

A ambos grupos les aterra el pluralismo político, el primero le aterra la idea que la derecha pueda gobernar en una Catalunya independiente. El segundo le aterra la idea que la mayoría social existente pueda debatir sobre el modelo de cultura, lengua, educación, etc.. y pretenden cambiar el statuquo sin contar con esa mayoría social.

Desde el pluralismo político no causa terror ninguno de los dos debates. Antes que “izquierdistas”, “catalanistas”, se  es soberanista. Hay una confianza en que el cuerpo social soberano (en este caso para nosotros, el que ha tomado consciencia recientemente que quiere serlo, el catalán) tome las decisiones reflejando las preferencias de los que componen ese cuerpo social y alcance soluciones institucionales que reflejen los nuevos consensos sociales sin pisar a las minorías.

Desde cada postura del pluralismo político hay una agenda privada de preferencias, pero se antepone la independencia como oportunidad para construir un nuevo conjunto de soluciones institucionales y de consensos sociales que superen el bloqueo institucional de los últimos 40 años. Para los pluralistas políticos la independencia es una oportunidad para conseguir mejores soluciones institucionales a problemas comunes a derecha e izquierda, a catalanistas y españolistas, a esencialistas y no esencialistas, de manera que aunque nuestra opción no sea mayoritaria en un momento determinado, las soluciones que se han conseguido nos van a dar mejores instituciones, mejor país y más libertades para poder, a pesar de vivir en minoría política, defender mejor nuestros derechos y nuestras propuestas políticas.

Los ingenieros sociales y los hegemonistas de todas las especies no sólo alejan de la independencia a quienes no piensen como ellos, sino que intentan subvertir o suspender la democracia para aplicar su programa particular y dejarlo bloqueado para las siguientes generaciones. No hablamos de un acto de desobediencia civil donde una mayoría social intenta superar los bloqueos institucionales y legales dejados por generaciones anteriores para construir un marco institucional nuevo en base a un nuevo consenso social (como hizo el movimiento por los derechos civiles), sino de un acto de sumisión civil de una parte de la población a la otra y de suspensión de los consensos sociales para aplicar un programa privado.

Uno de los principales errores de la solución institucional que se realizó en 1978 es lo extraordinariamente difícil que es construir soluciones institucionales a los nuevos consensos sociales por la facilidad como una minoría puede construir una estructura de bloqueo contínua, ya sea en forma de Tribunal Constitucional politizado, como en forma de los mínimos de bloqueo de cualquier cambio de la carta magna española en el senado y el congreso. Si algo tenemos que buscar con el proceso constituyente que intentamos hacer dese Catalunya es construir soluciones institucionales menos bloqueadas que las españolas, para que las futuras generaciones puedan adaptarlas a sus preferencias y necesidades futuras con más agilidad que las que tenemos hoy en día.

La pretensión de los ingenieros sociales de hacer una sociedad “menos impura” o “menos de derechas” a través de mecanismos institucionales no es sólo en el siglo XXI, ilusa y casi infantil e incluso predemocrática, sino un error profundo que se extiende más allá del marco que ellos pretenden dirigir.

Es un tiro en el pié del propio proceso independentista, desacreditándonos internacionalmente, fracturándonos socialmente y alejando a personas que potencialmente son independentistas de nuestro proyecto, simplemente porque no piensan como nosotros.

2 comentaris a “Los que son ingenieros sociales y hegemonistas antes que soberanistas

  1. Bon apunt, això d'”alguns lingüistes”, que som molts els lingüistes que creiem que el català, el castellà i l’aranès han de ser cooficials a la futura República.

    Des d’un punt de vista estrictament tècnic, es pot continuar el procés de normalització del català i l’aranès tenint el castellà com a llengua cooficial. L’afirmació que el bilingüisme és una situació transitòria i que aboca a la desaparició de la llengua feble no es pot prendre en un sentit absolut i com a cosa que hagi de succeir de manera immediata i inevitable. En primer lloc, fer desaparèixer una llengua no és tan senzill, i per aconseguir-ho cal una política lingüística ferma d’anorreament d’aquesta llengua, que és de suposar que la nova República no aplicarà (i si l’aplica, ja, pleguem). Fins i tot nacions sotmeses a països més poderosos que Espanya i durant molt més temps han aconseguit mantenir una situació de bilingüisme (o de diglòssia, de fet) durant períodes molt llargs, com Occitània, on fins fa 150 anys l’occità tenia un nivell de vitalitat notable (any 1865 – any 1218 = 647 anys d’ocupació sense cap mena de poder polític). La francesització dels occitans arriba per la via de l’escola i els mitjans de comunicació, que en una República catalana en principi no haurien de ser contraris al català ni a l’occità, i per la immigració massiva de francesos, cosa que a Catalunya ja ha passat i que crec que s’ha resolt de manera bastant satisfactòria per a tothom, i llevat dels quatre fatxes de sempre la resta de gent no va pel món presentant denúncies a l’estil Ciutadans.

    Va, i podria continuar però ja callo, que me n’he anat del tema del post i déu n’hi do el rotllo que t’he fotut xD

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