Relato de renuncias alpínisticas: Consecuencias de un invierno realmente anómalo en lo meteorológico

Mientras que el invierno del año pasado fué más frío que este de media, pero mucho más benigno en cuanto tormentas, esta temporada invernal ha tenido una especial incidencia en la actividad de montaña (al menos la mía) llegando al récord de renuncias a cimas, retiradas por mal tiempo, o la coronación de las cimas en condiciones de bastante mal tiempo.

Varios factores se han juntado, una anomalía en la oscilación ártica y la dificultad en formarse un anticiclón de las azores que normalmente aleja las perturbaciones atmosféricas de nuestras latitudes, junto ya al final de la temporada un anticiclón en el reino unido que desviaba las borrascas en latitudes más bajas de lo normal. Hemos tenido en alta montaña desplomes de temperatura súbitos, vientos del norte extremos (torb) y persistentes del sur (garví) en el pirineo oriental. Han ocurrido anomalías meteorológicas como que nieve en mitad de una tormenta eléctrica formada por cumulonimbus convectivos.

Lo que hemos vivido en las zonas planas y urbanas en la montaña ha sido más extremo debido a que la orografía y la altura siempre hace más extrema las condiciones meteorológicas. De ello recogo una temporada invernal plagada de incidencias y renuncias.

Tossa Plana de Lles, la primera invernal… en noviembre

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Una salida en noviembre del 2009, a inicio de temporada invernal nos sorprendió con fuertes vientos del norte y del oeste que traían una gran bolsa de aire frío que en contacto con el Pirinero fueron dejando precipitaciones de nieve hacia la tarde de forma que casi parecía una tormenta convectiva de verano. De golpe las nubes, estratos bajos llenaron las cotas más altas reduciendo la visibilidad a duras penas y el fuerte viento levantaba la nieve que estaba cayendo recientemente transformadas en agujas de hielo. El retorno fué sin incidencias grácias a la suavidad de la Tossa Plana y las herramientas de navegación (GPS, altímetros y brújulas).


Pic Arcalís, abandono a 200 metros de la cima en plena arista debido al viento y la poca visibilidad

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Un mal día de noviembre para lanzarse a hacer cimas, mal tiempo ya de salida, aún así la previsión no indicaba una situación tan extrema como la que se giró, las nubes, nuevamente estratos y no niebla se comieron todo lo que estuviera por encima de los 2500 metros, un viento de fuerza media soplaba en la arista cimera del pic d’Arcalís y tuvimos que darnos la vuelta al no poder ver claramente la ruta y estar sufriendo una nevada y un viento relativamente incómodo para ir por una arista tan expuesta. Según el GPS nos quedamos a 200 metros lineales de la cima, pero cuando hay dudas hay que dar la vuelta.

Pic Pedròs inaccesible por mala visibilidad

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En esta ocasión, a pesar de haber escogido una cima extremadamente corta y fácil, debido a que había una mala visibilidad una niebla tan cerrada que se confundía el blanco del suelo con el del cielo y se formaba una niebla cerrada que en realidad eran estratos de alturas medias y bajas. Hubo que abandonar y el retorno se pudo hacer sin problemas grácias a las trazas de subida y la navegación inversa con brújula y que la ruta es más simple que un sonajero para bajarla.

Tormenta de nieve y viento hace imposible la cima del Perafita

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Uno de los fin de años más desastrosos se saldó con una ascensión al refugio de Estanys de la Pera en el doble del tiempo que se tarda en recorrer en condiciones de tranquilidad meteorológica debido a la nieve recien caida y la que estaba cayendo que había transformado el camino en un merengue de nieve polvo. Al día siguiente, el intento de hacer cima en el Perafita se quedó en un fracaso debido al frío, la cantidad de nieve que estaba cayendo y a las placas de viento formadas ya en la parte final. Al menos el descenso desde el refugio fué un paseo bastante más agradable que la ascensión.

Enero en el Montseny con 50 centímetros de nieve aposentada y riesgos de aludes 4 en el Pirineo

Esa semana el riesgo de aludes se había disparado a nivel 4 y todos los pirineistas con cierto aprecio por su vida nos decidimos tirarnos a zonas de menor altura, durante toda la semana la nieve había caído en grandes cantidades y el fin de semana era los primeros días de buen tiempo: los más peligrosos para el tema de aludes. En este caso el Montseny fué invadido de alpinistas, ese fin de semana hubo esquiadores que bajaban del Matagalls, se escalaban canales nevadas en Les Agudes, y se registraron gruesos de nieve atípicos en el Montseny. La salida quedó como un bonito día de paseo al Matagalls con crampones y raquetas, con una nieve polvo gruesa que parecía que estábamos 1000 metros más altos en pleno pirineo y que terminamos descendiendo a toda pastilla mediante culen-bajen como en una buena pala pirenaica.

Pic Mortier, mala visibilidad en altura en el Capcir

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Nuestra primera incursión en el Capcir nos recibió un día de una visibilidad horrible. Unos estratos persistentes por encima de los 2500 y unos cúmulos que nos iban dejando caer nieve nos dejaron sin visibilidad en los últimos tramos de la ascensión, tuvimos que recorrer los últimos metros con navegación por brújula y altímetro y también con el GPS al tener el track. Sin esta última herramienta no hubiéramos podido hacer cima y a pesar de que otras variables meteorológicas: temperatura, viento, eran más aceptables era un día bastante complicado.

Peric Petit con placas de nieve, hielo y con mala visibilidad

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La segunda incursión en el Capcir atacando el Peric Petit, una cima algo más compleja que el suave Mortier, sufrimos exáctamente el mismo mal tiempo, la misma mala visibilidad, con la complicación de que el viento sostenido del norte había hecho de las suyas y las cimas de la llamada siberia pirenáica se habían acumulado placas de nieve y había hielo entremezclado en los pasos relativamente complicados. El Petit Peric por la arista NO que es la ruta que habíamos escogido tiene pasos de I, pero que con el estado del hielo y la obstrucción de su vía normal por acumulaciones peligrosas de nieve muy expuesta, nos obligaron a ir con crampones y piolet, y elevaron la dificultad técnica a II o II+. La canal final de 30º helada y con una acumulación de nieve final nos obligó a un flanqueo, corto pero muy expuesto e inclinado (la inclinación del flanqueo era de más de 60º) de bajada. La visibilidad bastante mala a cota alta no nos supuso mucho más problema que la semana anterior ya que en este caso la arista marcaba claramente la vía de ascenso y descenso.

Pic de Cassamanya, la única zona de Andorra que permitía una ascensión

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Febrero nos recibió con fuertes precipitaciones en todo el pirineo, en especial en la zona de Andorra. Las previsiones para el día que habíamos convenido para subir eran bastante malas en toda la zona de Andorra, especialmente en el Norte, pero también en el sur hacia más tarde. Era un fin de semana donde la anomalía de la oscilación ártica estaba inyectando aire frío del ártico (y no continentales como es lo “más normal”) que hacía que el Pirineo tuviera tempestades de nieve. Alteramos el plan original y decidimos subir al Cassamanya. Las “vistas” desde la cima pintaban un entorno que parecía Mordor, todas las cimas a decenas de kilómetros a la redonda de nuestra posición estaban copadas por unas horribles nubes negras, estratocúmulos de la peor especie que dejaban caer nieve a porrillo, el viento nos traía parte de esa nieve hacia nuestra dirección y este alteraba de una dirección en otra, como si estuviéramos en el centro de una depresión (así debería ser ya que el Cassamanya era la única cima que tenía visibilidad en la zona). Toda la nieve nos hizo subir con una de las peores nieves polvo para ascender que hemos visto este invierno, genial para bajar (podías prácticamente dejarte caer) pero un horror para conseguir tracción, aún con las raquetas.

Torbellinos, vientos huracanados y abandonos en el Gra de Fajol

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Otro fin de semana con un tiempo horrible, este con fuertes vientos que hacían que no hubiera casi ninguna nube en el cielo en las cotas medias y altas (eso sí unos estratos bajos que no se disipaban). Aún así la previsión era mala, bastante mala, frío y viento. Decidimos hacer una salida rápida y fácil, el Gra de Fajol gran y si la cosa pintaba bien tirar hacia el Gra de Fajol petit. Ya sólo llegar al coll de la Marrana nos recibe un bonito juego de turbulencias en el aire, que se mezclaban con ráfagas muy racheadas y fuertes desde el coll dirección al valle de Ulldeter. Esas turbulencias nos generadon unos torbellinos como el que se ve en la foto que elevaba la nieve y muy localmente reducía la visibilidad y obligaba a parar y aguantar el torbellino como pequeños tornados. Al llegar al coll de la Marrana descubrimos un cielo nítido pero con mucho viento, que nos animó a seguir hacia la cima del Gra de Fajol, pero una vez llegada a la arista cimera y tan sólo a 20 metros lineales de esta tuvimos que darnos la vuelta, no había manera de avanzar. Tirados en el suelo por la fuerza del viento no podíamos avanzar, un viento muy fuerte nos obligó al final después de 15 minutos de esperar tirados  contra el suelo a dar la vuelta y abandonar la cima extremadamente cerca antes de que el viento nos arrojara pendiente abajo o comenzáramos a sufrir síntomas de hipotermia. Nos dimos la vuelta no había nada que hacer. Ese mismo día varios alpinistas en la zona relatan situaciones parecidas y algunos sufrieron pequeñas congelaciones.

Fracaso en la enforcadura del Pedraforca por el frío y la mala visibilidad

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Otro nuevo fracaso (excepto por un miembro del grupo) se coleccionó al fin de semana siguiente. Mal tiempo generalizado y riesgo de aludes relativamente alto, pero nada indicaba que hubiera vientos fuertes. Por tanto decidimos bajar cota y dirigirnos al Pedraforca. Comenzamos a caminar y ya antes de llegar a la canal central que es la vía normal de ascensión en invierno, nos encontramos claras placas de nieve hacia la cara norte, unas placas que se podían romper y cogerla en pedazos compactos como si fueran enormes losetas, hasta el punto que provocamos un alud en una zona controlada sólo por probar. Aún así proseguimos ya que otros alpinistas que hacían la ruta inversa nos indicaban que hasta la enforcadura se podía llegar evitando las placas más hacia el puguillón inferior. Como nos indicaron la canal era pura nieve polvo, cansina de subir y buena para bajar, pero al llegar a la enforcadura y pararnos a comer un poco nos dimos cuenta, como casi todos los que habían intentado el Pedraforca ese día, que de la enforcadura para arriba estaba todo sometido a una fuerte cobertura nubosa, a unos vientos muy fuertes y unas temperaturas muy bajas. Tuvimos que salir por patas y buscar cobertura del viento nuevamente en la canal central porqué dos del grupo comenzábamos a tiritar y a sentirnos abotargados y cansados por la sensación de frío, claros síntomas de un inicio de hipotermia.

El día siguiente decidimos bajar más la cota y tirar por la cara sur, pero dirigiéndonos al cadí por su cara sur, tuvimos que calzarnos los crampones ya que había nieve endurecida por el viento y el frío a cota realtivamente baja, 1.300 metros. Un fin de semana bastante duro y frío.


Viento racheado infernal en el Pic de Madres

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El Pic de Madres es uno de esos que casi nadie conoce que está entre la Cerdanya y el Rosellón, enfrente del macizo del Canigó. Está tan separado del cordal principal del Pirineo Oriental que tiene 4 vías normales de ataque (suroeste, este, oeste y norte). Nosotros decidimos atacarla por la este que remonta una pista y luego se adentra por un protegido valle en un entorno bucólico. El avance hasta 2/3 de la ruta fué casi un paseo, sentíamos el viento pero era flojo ya que estábamos protegidos en el fondo del valle y rodeados de árboles. Pero al comenzar el entorno más alpino, justo al lado de un refugio de oportunidad, una de esas cabañas de pastor que sólo sirve para refugiarte unas pocas horas en una tormenta de verano nos encontramos con un viento orográfico que caía desde la misma cima del Madres y bajaba por el valle. Las cimas y aristas del entorno estaban humeando nieve por el fuerte viento. Al igual que en el Gra de Fajol, ante ese viento huracanado sólo podíamos protegernos, en esta ocasión al estilo pinguino emperador, todos en una bola humana apretujados, aguantamos así unos pocos minutos, los justos para darnos cuenta que ese viento era persistente y no había manera humana de subir. Media vuelta y para abajo.


Viento y mala visibilidad en el Coma d’Or

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Otra de vientos, parece que vinieran todas seguidas. Atacando el Coma d’Or una cima que en Diciembre fué de los pocos días que la meteorología (sólo hacía mucho frío, pero casi sin viento y con una excelente visibilidad) de este invierno nos permitió hacer cima sin problemas, quisimos repetirla con más gente uno de los úlitmos fines de semana de febrero. El viento como siempre fué el protagonista, llegamos a un collado a mitad de ascensión sobre los 2.500 metros y cada vez que se gana un collado el viento general se ve reforzado por la orografía y se sufre de forma más palpable, ya que la masa de aire se canaliza por una zona más estrecha y por tanto alcanza más velocidad. El viento y nuevamente unos estratos medios que nos dificultaban la visibilidad nos hicieron conformarnos con una cima secundaria que estaba a pocos minutos del collado y dejar la pieza grande para otro día. A pesar de que éramos muchísimos los grupos en la zona y estos muy numerosos ninguno pudo hacer cima en el Coma d’Or y todos giraban al llegar al collado o incluso más abajo. El día siguiente que teníamos planificada un segundo ataque al Pic de Madres se tuvo que abortar, seguramente fué la noche y el día con más viento de la temporada.

El Infern puede esperar..

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Una de las ascensiones más interesantes del Pirineo Oriental es la ascensión al Pic de l’Infern desde Ulldeter ya que se han de hacer dos cimas intermedias y se ha de pasar por unas aristas más que interesantes con pasos de IIº grado claros pero muy estéticos. En invierno, como no, la cosa cambia y el riesgo aumenta, si los pasos de IIº están copados de hielo o verglass la cosa es más peligrosa. Aún así, es una excelente ruta que además se puede hacer en travesía. Nuevamente para Ulldeter y comenzamos a subir, con tiempos algo malos pero dentro de los escenarios que contemplábamos (la ruta en verano la he hecho en 5 horas ida y vuelta, en la Marrana ya calculaba que tardaríamos sobre las 7 horas). Subimos siguiendo la ruta planificada y hacemos cima en el Bastiments junto un montón de esquiadores de montaña (de hecho éramos de los pocos raqueteros/cramponeros). Miramos hacia la arista del fresser y nos dimos cuenta que ese no era el día de l’Infern, comenzaban a elevarse nubes del fondo del valle (como si fuera verano, pero son cosas del pirinero mediterráneo) desde el sur, y soplaba un viento el garbí que se le suele dar poca importancia pero que es el que suele dar más problemas sin necesidad de ser tan intenso como el torb. La arista y crestas que teníamos que atravesar iban de este a oeste y el viento soplaba fuerte desde el sur y la orografía lo forzaba hacia rachas que iban desde el sureste al suroeste, y las nubes estaban subiendo por las lomas poco a poco. Cambio de planes, decidimos tirar por la arista norte que une el Bastiments con el Bacivers y volver en travesía por el coll de la geganta. Decisión buena por la meteorología pero mala para aludes, en un flanqueo típico expuesto que va desde el Bacivers al coll de la geganta nos encontramos una buena placa de nieve cohesionada en la parte superior por el viento pero frágil con las capas inferiores, en algunos tramos se notaba la placa hundirse mientras los crampones sólo penetraban las puntas. Unos 300 metros lo recorrimos con bastante separación entre nosotros y con mucha prudencia. Pocos días después esa pala se desplomó en un fuerte alud de placa.

Y como no, los temporales de nieve también alcanzaron cota cero

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Y evidentemente, la nieve también la sufrí en cota cero ese famoso lunes de marzo donde a pesar que los modelos daban nieve a cota algo superior (500 metros) se desplomó la temperatura por un fenómeno muy, muy raro, tormenta convectiva que arrastró aire frío de la columna de aire que hizo que nevara y bajara la temperatura de forma brusca.

Por suerte algunos fines de semana la meteorología no se opuso a las ascensiones y se han tenido algunas ocasionales situaciones de visibilidad impresionante, viento casi cero, y buen tiempo. Estas ocasiones  me ha permitido tener días como los de la temporada pasada: el Coma d’Or en Diciembre, el Comapedrosa, el Puigpedrós, el Turbón, el Tristaina, Cambradasse, Parrós, todos con una excelente visibilidad, buen tiempo y cumpliéndose lo previsto con puntualidad alemana. Pero es cierto que este invierno está siendo atípico por los fenómenos extremos que hemos vivido. Las explicaciones para cada uno de los momentos extremos son sencillas, desde la inyección de aire ártico por la anomalía en la oscilación ártica que ha mantenido una presión relativamente baja en el ártico hasta hace bien poco, pasando por un persistente anticiclón en el Reino Unido que nos desviaba perturbaciones hacia la península ibérica, la inyección de aire frío desde Polonia y el centro de europa (algo más normal en invierno), pasando por un inexistente anticiclón de las azores que ha permitido que nuestra latitud fuera un polo atractor de perturbaciones.

Un invierno raro, rarito… no tan frío como el del año pasado pero sí que mucho más inestable.

El efecto en la alta montaña ha sido en mi caso pasar algunos ratos incómodos y tener que avandonar algunas salidas o cambiar itinerarios, pero se ha saldado con un número más alto de lo normal de accidentes de montaña, desde caídas asociadas a pérdidas de visibilidad y mal estado de la nieve, a aludes y personas que han sufrido hipotermias o se han perdido. Bastantes de estos accidentes han sido fatales teniendo uno de los peores años del Pirineo oriental en este ámbito. Hay que considerar que el Pirineo Oriental es de los pocos lugares donde caen más precipitaciones en Agosto y Julio que en Enero y Febrero, pero este año no es así, las diversas anomalías meteorológicas ha hecho este invierno mucho más accidentado en lo meteorológico que lo normal.

Todo ello ha hecho que la meteorología sea punto de mira, no sólo por los que han sufrido incomodidades puntuales debido a una nevada no prevista o atípica a esas cotas, sinó por los que teóricamente estamos más acostumbrados a situaciones meteorológicas más extremas. Se han dado días en los que la nieve acumulada y el viento era tan fuerte que por primera vez en años se hacía una predicción de aludes de grado 5 que se sostuvo durante 3 días seguidos en alguna zona del pirineo. Algo que raramente ocurre incluso en los Alpes.

Como luego trataré en un post sobre los hielos marinos, este año anómalo no sólo lo hemos notado los pirineistas.

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