Rompamos con las trincheras morales en el debate político

trinchera
Los debates políticos cuando tienen a ser complejos e incómodos nos sacan de nuestra zona de confort. Por eso buscamos refugios y trincheras. Una es la de la negación de determinado problema, otra es rodearte sólo de gente que piensa igual que uno mismo y la tercera es buscar la trinchera moral.

En el caso del procés català hay trincheras morales muy cómodas. Voy a describir algunas sin ponerle paños calientes. Quien quiera comodidad que no lea este artículo.

El “Espanya ens roba” servía a los independentistas identitarios. España era un ente indefinido con el que no hay apego y que podía interpretarse como el enemigo externo. El robo es un acto antisocial y luchar contra ello es cómodo. El argumento deja de ser útil en el momento en que entre los independentistas también hay personas con apego a España “España” no es una amalgama indefinida de poderes, sino el primo del pueblo o la primera novia, son parte incluso de ellos mismos, y ese discurso ha de modificarse. Es más constructivo, rico y permite un mayor diálogo el “déficit fiscal catalán es demasiado alto para el diferencial de riqueza que se genera en Catalunya”. La primera es una argumentación moral, la segunda es política, económica y por tanto discutible.

Otra trinchera moral es “No pueden estar en contra de la democracia e impedir votar”. He de reconocer que a veces también me refugio en ella, ya que su construcción es bastante potente y atractiva, pero creo que es injusta. Se puede ser demócrata y estar en contra de la consulta catalana y se puede ser demócrata y estar a favor. Desde la perspectiva de muchos demócratas que no quieren la consulta el cuerpo social soberano es el conjunto del pueblo de España, para otros el cuerpo social soberano lo es el conjunto de ciudadanos de Catalunya. Es más difícil decir “nos diferencia la definición de pueblo soberano”. Creo que los que defendemos la consulta podemos argumentar que se nos niega la soberanía, que nosostros nos reconocemos (al menos en un porcentaje muy amplio y creciente de ciudadanos) sin necesidad de no llamar antidemócrata al que lo hace. En el otro lado tal vez tenga que reconocer que la postura soberanista también es demócrata, pero frente al “no dejar votar”, reconozco que su trinchera moral es ridícula.

Por el lado unionista hay algunas trincheras morales, algunas llenas de miseria humana. La que les hubiera agradado que existiera y de vez en cuando la sacan la de “los indepes son violentos” es la que han querido buscar. Algunos para quedarse en esa trinchera han intentado ver agresiones inexistentes a Rivera, han comparado con el país vasco como ha hecho recientemente la miserable de Rosa Díez, quieren dibujar como Arcadi Espada una Catalunya donde se persigue a quien no piensa como “los buenos catalanes”. Se quiere utilizar el argumento moral del perseguido, del que lucha contra la manipulación, del espíritu libre. Una trinchera muy miserable, todo hay que decirlo, porqué sin negar a Arcadi Espada que el pujolismo intentó crear un zeitgeist donde Catalunya, la patria y la nación eran él y CiU, ese zeitgeist hegemonista no cuajó en toda la sociedad y poco explica que lo que realmente más hegemónico fuera un catalanismo interclasista y abierto. Que en Catalunya hubo movimientos terroristas, pero que estos, por suerte, duraron cuatro días y se retiraron, que en Catalunya gente como Rivera o Camacho van por la calle sin necesidad de un escolta o que en un bar puedes decir tranquilamente que crees que la independencia es una patochada. Que las familias tienen miembros que opinan distinto y no ocurre nada, que nadie tiene miedo de decir su opinión, más allá de la crispación que se genera con cualquier otro tema político.

La vieja y abandonada trinchera de “la democracia cabe de todo y cuando seáis mayoría hablamos”. Era una trinchera muy cómoda mientras los independentistas en las regiones que existen esos movimientos fueran minoría. La famosa frase de

Otra trinchera es la del imperio de la ley. Sí, cierto, la legalidad responde a la mayoría parlamentaria que se supone que representa la mayoría social. Pretender cambiar la legalidad por vías que no pasen por el Congreso y el Senado es anatema. Partiendo de que cambiar profundamente la legalidad española que ha de superar el 1/3 de bloqueo del Congreso y del Senado es como risible, pero aceptemos esa postura política, no moral. El argumento moralista detrás de todo ello es que todo lo que hagas que vaya en contra de ese imperio de la ley es atentar contra el fundamento de la democracia que es el estado de derecho. Olvidando que la democracia tiene herramientas legales reconocidas para romper mayorías parlamentarias de bloqueo y forzarlas a negociar (por ejemplo, las huelgas generales) y que cualquier conjunto de ciudadanos es libre de utilizarlas y no por ello viola el estado de derecho, incluso si al final lograra su objetivo y el Congreso desbloqueara la consulta a pesar de los deseos y preferencias expresados. También olvidamos que las democracias tienen instrumentos que van más allá del estado de derecho y que lo cuestionan cuando este hay un conjunto de ciudadanos que lo consideran injusto y es la desobediencia civil. Parece que tengamos que retrotraernos a la lucha obrera de inicios del siglo XX para buscar ejemplos de desobediencia civil (entonces las huelgas generales no eran legales), pero no. Reciente es el caso de los movimientos de derechos civiles en democracias avanzadas como EEUU o Reino Unido, años 60 y 70. Pero más recientes y próximos, el movimiento de la insumisión a la mili obligatoria, el movimiento vecinal de los 80 y 90 que secuestraba autobuses (y algunos lo siguen haciendo), los cortes de tráfico ilegales pero tolerados que se siguen haciendo por numerosos colectivos, la acción de consciencia de médicos y los pactos tácitos que se realizaban en muchos centros sanitarios para facilitar el aborto antes de la ley del aborto de ZP o más recientemente los piquetes en la puerta de desahucios para forzar la negociación al acreedor de una hipoteca. Podemos discutir si la desobediencia civil está justificada o no en el caso de la consulta catalana, si es mejor no hacerla si es ilegal, etc.. pero el argumento de “estáis intentando romper el estado de derecho” como argumento moral es, además de falso (o tan aplicable como al movimiento vecinal), una trinchera para no afrontar un problema político.

Sóis nacionalistas/os creéis mejores/etc… Es el argumento de cosificación. Tú defiendes lo que defiendes porqué tienes un fundamento irracional. Partiendo de que todos tenemos elementos irracionales en nuestra visión del mundo, incluída la política, yo no me considero mejor que otro por considerar una estructura de organización territorial. Ni espero que nadie lo haga. Escucharé sus argumentos para defender la actual (o una hipotética nueva) estructura territorial, sin ponerme a juzgar que él defienda la unidad de España por su etnicismo hegemonista. No lo sé, y no me importa. Considero mi interlocutor como un adulto que tiene sus argumentos y que ambos tenemos posiciones encontradas en un tema y que este debate es político, no moral. “Eres nacionalista”, “eres etnicista”, “te crees mejor” tiene su réplica “eres nacionalista español”, “eres hegemonista”, “quieres someternos”, que nos mete en el debate moral que no sirve de nada. Se puede defender la riqueza cultural y lingüística de tu país sin ser nacionalista, igual que se puede defender la riqueza natural, ecológica y paisajística sin serlo, se puede defender una estructura determinada del estado sin ser nacionalista. Se puede defender la unidad de España desde un punto de vista republicano y no ser un nacionalista español. Pero esa trinchera es muy cómoda.

De ahí que ante el que se atrinchera en la trinchera moral tengamos que actuar como tropas de asalto, tirarle granadas argumentales que le hagan salir de ella y no se la hagan cómoda o simplemente no aceptar el debate desde términos morales y dejarles de lado hasta que actúen como adultos que pretendan tener un debate racional. Aunque esto te deje como un intransigente. Es preferible serlo a caer en el debate moral, porqué en este debate nadie puede asumir “perderlo” ya que implica haber defendido posturas amorales. Y yo no quiero derrotar a mi interlocutor y demostrar que era mejor persona que él, quiero acercarle (ya ni siquiera convencerle) a mi postura para que la entienda, y si me creo o él se cree moralmente superior eso es imposible.

Así que granadas, muchas granadas, que rompamos esa trinchera que no sirve para elaborar ni un sólo argumento.

3 comentaris a “Rompamos con las trincheras morales en el debate político

  1. Con lo del Estado de Derecho y el imperio de la ley tengo unos cuantos comentarios.

    Para empezar, las leyes no son una expresión directa de la moral o de la ética, sino una simple lista de actos que están permitidos o no, junto con las consecuencias acordadas si las leyes se incumplen. En principio, las leyes no deberían entrar en grave contradicción con la ética más o menos compartida de la sociedad como conjunto (que no es uniforme, y sobre la cual cada uno puede tener sus propias variaciones), pero no es una relacion uno a uno. Por ello, cumplir o incumplir la ley no es un acto moral, sino práctico. Robar una cartera es robar una cartera, y es un delito, que merece un castigo si se coge al culpable. Otra cosa es que tenga un castigo mayor o menor o que pueda merecer nuestra comprensión y simpatía dependiendo de las circunstancias (por ejemplo, si es para enriquecerse o para poder dar de comer a sus hijos).

    Una huelga, o una protesta (dentro de los limites de la ley) no es desobediencia civil, ya que es un derecho recogido en la propia Constitución. Es precisamente el propio Estado de Derecho el que impide que una mayoría coyuntural como la que tiene ahora mismo el PP no pueda suprimir ese tipo de cosas, por ejemplo. Las herramientas de la democracia, por definición, estan permitidas por las leyes aprobadas democráticamente y protegidas por la Constitución aprobada en referendum. Decir que es democrático algo que no se ha aprobado por vias democráticas es una falacia.

    En cualquier caso, la desobediencia civil ni siquiera es necesariamente contraria al Estado de Derecho, en tanto que se acepte que no cumplir las leyes tiene repercusiones. Alguien que pacíficamente incumple una norma para defender un ideal y asume la pena establecida por ello, puede contar con mi simpatía dependiendo de que ideal y que norma haya incumplido. Los de Greenpeace se pasan la vida haciendo cosas prohibidas y siendo detenidos por ello. Puedo estar de acuerdo con ellos, con sus argumentos y con sus tácticas, o no. En cualquier caso, nadie les acusa de violar el Estado de Derecho. De hecho, el Estado de Derecho sólo puede ser violentado por los poderes públicos, al actuar o permitir que se actue en contra de la ley.

    Lo que SI es contrario al Estado de Derecho es querer saltarse las normas acordadas y pretender que, por ser una causa justa (en la opinión de uno) o participar mucha gente, ello no deba tener ninguna consecuencia. Eso en el caso de los poderes públicos, en el caso de personas individuales es simple pensamiento mágico en tanto que no tienen control sobre las fuerzas del orden encargadas de hacer cumplir la ley.

    El caso es que el Estado de Derecho no es un principio moral que deba hacer sentir superior a nadie. Es un principio eminentemente práctico, y que sirve de base a la democracia. ¿De qué sirve una decisión democrática, si una persona o grupo puede rechazar acatarla y ello no tiene consecuencias? No es en absoluto lo mismo que convencer al cuerpo que tomo esa decisión de que era incorrecta.

    Todos los días se ven cosas que son contrarias a derecho, y que han pasado sin castigo. Algunas, por leves, y con el fin de evitar un mal mayor. En estos casos se puede hablar del criterio con el que se decide esto y si es conveniente o no. En otros casos, mucho más graves, por fallo del sistema de justicia, y contra estos hay que luchar decididamente. Ni unos casos ni otros son fundamento para decidir que como a veces el estado de derecho no se cumple, no merece la pena defenderlo o que se puedan hacer excepciones arbitrarias al mismo.

  2. Este es un artículo muy bien hilvanado, realmente. Una claridad de ideas quee sun modelo para cualquier debate, se esté o no de acuerdo con todo lo que dice.

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