Ruta de alta montaña: Espot – Estanys de Peguera – Colomina – Vallfosca: un treking con encanto

Ubicación: Aiguestortes, Pallars Sobirà – Pallars Jussà
Dificultad: Sin Dificultad técnica, ruta fácil
Altitud máxima: 2.667 metros.
Desnivel acumulado: Unos 1800 metros (2.400 si contamos la ascensión al Peguera) de subida y 1.600 de bajada (2.200 si contamos el descenso del Peguera).
Tipo de ruta: Estival.
Meteorología: Lluvias nocturnas, en algunos casos tormentas extremas, lloviznas diarias y tiempo más o menos estable durante el día.

Este Agosto 4 aventureros, Andrés, Maria José, Isa y el que les escribe realizamos una ruta relativamente fácil pero llena de encanto. Salir del valle de Espot, remontar el río de Peguera hasta los esanys del mismo nombre, subir hasta el collado de Saburó, pasar el pas de l’Ós, llegar al Estany de Colominas y descender al estany Gento y de allí encaminarse a la Vall Fosca. Una ruta de 4 días que es un clásico que atraviesa algunas etapas de la Carros de Foc (una travesía clásica de alta montaña) en la zona de Sant Maurici.

Des de la cima del Peguera (2.980m) se puede ver el estany Tort de Peguera (parte superior, iluminado por el sol), a la derecha el Estany Negre de Peguera. Los estanys de la izquierda no son atravesados por la ruta, en la parte inferior se ve el estany del Cap de Port antes de llegar al Coll de Saburó. A la izquierda del estany Tort de Peguera se puede ver el inicio de la vall del río Peguera por donde eventualmente se llega a Espot.

ETAPA 1: Carretera C-13 hasta el pueblo de Espot. Abandonando la C-13, en un cruce donde para el autobús Alsina Graells (Línea Barcelona – Pont del Rei) que se encuentra entre Sort y la Guingueta d’Aneu justo al lado del Pantà de la Torrassa (que represa las aguas del Noguera Pallaresa), se remonta la carretera LV-5004 que llega hasta el pueblo de Espot. Llegamos a medio día al cruce, donde el autobús nos deja, y cargados con mochilas entre 10 y 15 kilos cada uno comenzamos a caminar, como no, y tal y como será la tónica de toda la ruta, con el sol más fuerte del día, hacia Espot. El camino son unos 7 kilómetros al lado de una carretera de montaña que nos eleva de los 900 metros a los 1320 de Espot, esa jornada no tiene nada remarcable, más que el calor, la desidratación y la dureza de cargar la mochila con el peso máximo. La noche la pasamos en un Cámping del pueblo, montamos la tienda y nos encomendamos para levantarnos a la mañana siguiente lo antes posible. La primera noche fué ya dura, a pesar de las comodidades de la civilización llovió, y el acostumbrarse a dormir en grupo en la tienda nos hizo amanecer algo cansados. Aquella noche intentamos deshacernos de parte de comida cocinando lo que parecía más pesado, pero aún así no le quitamos ni medio kilo a las mochilas, los siguientes días iba a ser algo divertido el arrastrar esas mochilas.

ETAPA 2: Espot – Estany Negre de Peguera. El amanecer en un pueblo de montaña como Espot (bastante turístico, por cierto) fue bastante agradable, el aire estaba fresco y nos animó. Desmontamos la tienda, la repartimos como pudimos y cargamos las que ya eran unas pesadas mochilas. Del Cámping nos acercamos a Espot, tomamos un desayuno (la última comida civilizada durante algunas jornadas) en un bar y encarrilamos hacia suroeste buscando el río Peguera y el camino que lo remonta a lo largo de una larga ascensión. En esta jornada, la más dura en desnivel pretendíamos salvar los 1000 metros de diferencia entre Espot (1.320) y los Estanys de Peguera (2.350m). Al principio se sube fuertemente por el pueblo durante un trecho muy corto hasta alcanzar un bucólico camino de media montaña, muy boscoso, con vegetación atlántica (estamos en una zona bastante húmeda de Catalunya) y de rivera mezclada en las zonas soleadas por los pinos de la montaña mediterránea. El entorno encantador de un valle encajonado entre un macizo al noroeste formado por los Picos de Fonguera y el Pui de Linya y hacia el sur por el Pic de Carbonero (que separa la ruta de las pistas de Super-Espot) al fondo ya aparecen de buen inicio los picos que escoltan el Estany Negre de Peguera (una cresta impresionante sobre los 2.800 metros). La ruta avanza hasta los 2000 metros por ese entorno bucólico, un camino que va cruzando de vez en cuando el río Peguera y remontando con cierta suavidad pero con constancia. Al llegar al estany dels Lladres hacemos un alto bastante largo, allí incluso nos dá por explorar y sufrimos un pequeño percance con unas hormigas agresivas. En este punto el camino engarza con una pista que no avandonaremos (excepto para evitar los zizageos de la pista que iremos salvando de forma más directa) hasta los estanys de Peguera, y el ritmo de ascensión aumenta, pasamos por los estanys de Trescuro, unos lagos gemelos en un entorno pantanoso y a los cuales no nos podemos acercar. A partir de aquí ya estamos dentro del Parque Nacional de Aigüestortes y nos damos cuenta que su nombre viene de los numerosos lagos (y la tipología de estos), durante las siguientes jornadas nos cruzaremos con decenas de lagos de diversos tamaños.

El ritmo de la ascensión es extremadamente lento, las mochilas pesan y Maria José no estaba entrenada para este tipo de rutas y cargaba una mochila muy pesada, la cantidad de líquido que había cargado estaba calculada para una duración más corta y los ratos de espera al sol, sin la protección adecuada había comenzado a hacer mella en mí. Al llegar cerca del Estany Tort de Peguera (2.300m) decido cargar algo de agua del nacimiento del río Peguera, algo bastante imprudente, y no tengo tiempo de depurarla así que le pego un largo trago, era eso o seguir sufriendo la insolación en un grado peor. Llegamos al Estany Tort de Peguera y al Refugio Josep M. Blanch. Un refugio bucólico, en un entorno ya de alta montaña y vegetación alpina con algunos árboles (los últimos ya que a partir de los 2.300 la vegetación cambia a un entorno de alta montaña puro y duro) en una isleta casi en mitad del estany Tort de Peguera. Allí descansamos, haciendo el vago, nadando los más osados en el Estany. Comienza a anochecer y según nuestro plan seguimos caminando algo, acercándonos al Estany Negre de Peguera, a pocos metros del refugio Josep M. Blanch. Este último lago es extraordinariamente bello, un azul profundo casi negro por la profundidad del agua, encajonado entre unas cimas de una de las crestas más bellas del entorno (parecía el filo de una navaja), aprovechamos un repecho fuera del camino para vivaquear, me escapo a hacer fotos de la puesta de sol en el entorno y al volver al grupo ya me estaba encontrando mal. La insolación y seguramente el agua sin tratar comenzaba a hacer estragos, tenía náuseas, debilidad y lo que cené lo rechacé… comenzaba a tener serias dudas de poder completar la ruta y menos aún de mi meta personal de escaparme a hacer la ascensión al Peguera. Por la noche, además soportamos condiciones extraordinarias: un fuerte tormentón no el más duro de la ruta, pero una verdadera tormenta de verano que nos aguó el vivac y que tuvimos que soportar de forma estoica.


ETAPA 3: Estanys de Peguera – Estany de Colominas.
Aquella mañana me levanté echo fosfatina, no tenía calorias en el cuerpo y además apenas pude desayunar nada. Mis compañeros de ruta temían que no fuera a continuar pero decidí intentarlo. Esta era la etapa, posiblemente más bella de todas ya que discurría por las laderas de las cimas más altas de la zona y atravesábamos el punto más alto, a parte de innumerables lagos de toda tipología y tamaños. La ruta en este punto se endurece, el desnivel no era mucho (teníamos que salvar los 350 metros que nos separaban del coll de Saburó) pero el camino ya era una verdadera ruta de alta montaña. Reseguimos la ruta de Carros de Foc, dejando a la derecha el Estany Trullo y a la izquierda nos acompaña por un rato el Estany Negre de Peguera. Ganamos unos 100 metros y nos encontramos con una zona algo plana entre los estanys de la Coqueta y de la Llastra, junto otros estanys más pequeños, ganamos más altura entre rocas que comienzan a darle algo de interés a la ruta (no llegan ni a grado I pero sí que obligan a ir poniendo manos y hacen interesante el trayecto). Al llegar al Estany de Cubeto comienza la parte más dura de la jornada. En este punto hay que salvar un pequeño paso de grado I insignificante, pero que para los que no han hecho rutas de alta montaña puede ser una novedad. Es aquí donde encontramos un accidentado, un montañero estaba intentando bajar hacia el refugio de Josep M. Blanch haciendo un rodeo al camino para evitar los pasos más comprometidos acompañado por otra montañera, ya que tenía uno de los tobillos torcidos. Nos ofrecemos a ayudarles pero nos indican que ya pueden seguir por sus medios.

Seguimos subiendo y bordeamos por un flanqueo de una ladera bastante empinada el Estany del Cap de Port donde vemos las primeras palas de nieve que llegan hasta el mismo lago. Enfrente ya tenemos claramente los 150 metros que nos separan del Coll de Saburó, comenzamos la subida, parandonos con cierta frecuencia ya que Maria José avanza muy lentamente en el camino lleno de piedras y rocas. Yo voy algo pájaro, sigue incrementándose el calor y el sol lo comenzamos a tener muy alto. El nivel de insolación es grande, me veo obligado a utilizar las gafas de sol (cosa que hago sólo cuando hay nieve ya que no me molesta demasiado el sol). Llegamos al Coll de Saburó (2.667m) y allí hacemos un alto. A un lado tenemos toda la vall de Peguera formada por los lagos y los estanys que alimentan el río Peguera, al otro el circular y extraño Estany de Saburó, y más lejos el estany de Mar (un enorme lago) junto a su hermano casi gemelo estan y de Colominas. En este punto me alimento por primera vez en 24 horas, una manzana logra entrar en mi estómago y no retorna por donde ha entrado. La manzana obra milagros y parece recuperarme. Desde allí descendemos hacia el Estany de Saburó. El descenso es algo complicado para Maria José ya que no es camino, sinó saltos entre piedras en un canchal, una especie de caos de rocas grandes y pequeñas y vamos muy lentos. Llegamos al inicio del pas de l’Ós. El punto donde teóricamente el resto del grupo me esperaría durante un par de horas a mi intento del Pic de Peguera que tenemos justo hacia el noreste. El día era bueno, excesivamente bueno, demasiado calor y un nivel de insolación tan alto que la mera idea de ir hacia el coll de Peguera se me hace un mundo, la roca calcárea refleja la luz con demasiada intensidad y temo que iría deslumbrado durante todo el camino y no me apetecía llevar las gafas de sol en mitad de la cresta del Peguera donde necesitaría todos mis sentidos para evitar despeñarme.

Abortamos el plan y descendemos el pas de l’Ós, un camino muy empinado que se hace lento de descender. Allí llegamos al Estany de Mares y sin mucha más historia lo bordeamos hasta el Estany de Colominas. Llegamos al refugio, tomamos una sopa caliente y allí me encuentro con un grupo que iba a subir el Peguera al día siguiente, cruzamos unas palabras y quedamos en que si nos veíamos en el camino, lo subiría con ellos. Aprovechamos para refrescarnos en el estany de Colominas, aunque ya a esa hora habían aparecido unas nubes que tapaban el sol de Agosto y apenas aguantamos unos minutos en el agua. Preparamos el vivac alejados del refugio entre unas rocas y hacemos la cena. Esa noche sufriríamos un tormentón de verano histórico. La Vall Fosca comenzó a nublarse y de ella comienza a ascender un aire cargado de humedad, con toda la energía térmica que un extraordinario sol había estado dando todo el día. El aire cargado de humedad choca con la pared de las cimas del macizo del Peguera y desata una terrible tormenta de agua, rayos y un viento horrible que parecía querer llevárselo todo. Pasamos un rato horrible, yo que quería madrugar al día siguiente y había tomado valeriana para dormir de un tirón afronto el aguantar la cubierta del vivac casi dormido. Al cabo de una hora u hora y media de tormenta para y podemos dormir.

ETAPA 4: Colominas – Vall Fosca. Ese día yo me levanté a las 5 de la mañana y no me incorporé a la ruta hasta pasadas las 9 de la mañana, en el interían había subido y bajado del Peguera (el relato lo hago en otro post). Mis compañeros de ruta habían recogido la mayor parte de mis cosas (ya que al Peguera fuí con lo justo) y me esperaban en el refugio Colominas (2.400 m) desayunando. Al llegar, desayuno con ellos, recupero fuerzas, comparto experiencias y comenzamos a bajar hacia el estany Gento (2.150m), primero nos desviamos al Estany Tort, el más alargado de los lagos de Aigüestortes, siguiendo una antigua vía de carrilet que los de la compañía de aguas habían utilizado para transportar el material necesario para construir las presas, canalizaciones y saltos de agua hidroeléctricos (todo Aigüestortes, incluso muchos de los estanys de más altura, están interconectados y represados para poder alimentar algunas de las hidroeléctricas de alta montaña más altas de toda Europa). Llegamos al estany Gento y allí en el bar del mirador tomamos algo. En lugar de descender por el teleférico hasta el Embalse de Sallente (1.800m) ya al inicio de la Vall Fosca y donde por fín ya llegan los vehículos, decidimos reseguir la antigua vía del carrilet hasta una central hidroeléctrica siguiendo casi todo el rato la curva de nivel de los 2.100m, dirección sur y de forma paralela a la Vall Fosca, para adentrarnos algo más en ella siguiendo en la alta montaña. Descendemos a medias campo a través y a medias por una pista hasta alcanzar la carretera en la Vall Fosca y seguimos avanzando hasta la Torre de Capdella (1.050 m) en el fuerte descenso del día. Yo ese día había hecho casi 2.000 metros de descenso y tenía las rodillas echas fosfatina y no paramos de andar hasta casi las 6 de la tarde. Con lo cuál había estado ¡13 horas de ruta!, con sus pausas, pero el cuerpo me pedía una cena caliente, y descansar. Menos mal que en todo el descenso mis compañeros habían llevado el ritmo, y menos mal que Andrés e Isa seguían fuertes para tirar del grupo. Incluso Maria José en la última jornada se había encontrado muy fuerte y los últimos tramos del descenso ella marcó el ritmo. Yo me mantuve a la cola del grupo, había agotado las reservas.

En la Torre de Capdella encontramos donde dormir pero no donde comer un plato caliente. La Vall Fosca está muy deprimida económicamente, las pistas de esquí y la operacion urbanística han sido un fiasco y tienen muy pocos servicios, entre ellos, en la capital del municipio no hay ni un sólo restaurante. El Cámping al menos tenía un bar y pudimos comer unos bocadillos… demasiado poco para mi estado y el del resto de mis compañeros. Descansamos y al día siguiente cogimos el autobús dirección Pobla de Segur, luego el tren a Lleida donde tomamos la primera comida decente y civilizada y por último a Barcelona.

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