¿Son los políticos más corruptos que el resto de ciudadanos?

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Recientemente he tenido algún debate (alguno con un tono nada agradable) sobre si la mayoría de políticos son deshonestos y corruptos o no. Es posible que sea uno de los debate más absurdos, porqué en una discusión se debate sobre la verdad o sobre las emociones, y en este caso, el que actúa desde la perspectiva de las emociones afirmará que la mayoría de políticos son corruptos.

Como disclaimer previo y como temas que no entro a debatir pero no descarto aclararé primero algunas sentencias. Es cierto que hay políticos corruptos. Demasiados. Y es cierto que la corrupción es algo más grave en un político que en casi cualquier otro ciudadano, la capacidad de generar desconfianza en las instituciones es enorme, el daño colateral de la corrupción política es mayor que quien estafa en un negocio a un tercero. También es cierto que los partidos e instituciones suelen ser lentas a la hora de confrontar la corrupción y generar un cordón sanitario a su alrededor. También quiero indicar que es cierto que los ciudadanos no suelen penalizar a los candidatos corruptos o sospechosos de corrupción como para generar suficientes incentivos para dejarlos a un lado.

En este artículo pretendo responder a las siguientes preguntas, ¿la mayoría de los políticos son corruptos? y ¿la corrupción entre los políticos es mayor que otras acciones antisociales que llamamos delitos entre la población en general?. O sea, de forma burda, ¿son los políticos más corruptos que los ciudadanos como así parece que indican las encuestas?. Vayamos a los datos.

La “tasa” de corrupción entre los políticos. En los últimos 13 años, el 99% de los políticos no han tenido ninguna causa abierta por posible corrupción.

Calcular el nivel de corrupción entre los políticos electos y los cargos de libre designación es difícil, hay algunos estudios que indican que en los últimos 13 años han habido alrededor de 2000 políticos que han sido encausados (no necesariamente condenados) por algún caso de corrupción política. Existen más de 80.000 políticos electos y cargos de libre designación, el estudio también incluye altos funcionarios que no se incluye en esa cifra y políticos que no son cargos electos (por ejemplo, cargos orgánicos), podemos simplificar el cálculo ya que es aproximado (los mismos estudios indican la aproximación de los cálculos) a un orden de 100.000 políticos que están en posición donde potencialmente pueden realizar un delito de corrupción.

Los datos de 2.000 en 13 años no pueden aplicarse a una cifra estática de 100.000 políticos, cada año hay sustituciones, cada vez que hay ciclos electorales se renuevan los consistorios y parlamentos, se eligen nuevos cargos de confianza, hay ceses, dimisiones, decesos, etc.. Por ello creo interesante analizar la incidencia por año. Anualmente alrededor de un 0,15% de los políticos en posición de cometer delitos de corrupción que un juez cree que debían ser encausados y detenidos ¿en estos 13 años cuántos del total de políticos en posición de cometer delitos de corrupción han estado sometidos a algún juicio o proceso policial (no necesariamente condenados)?.

Esta respuesta tiene bastante de “cálculo Fermi”. Imaginemos que de ciclo electoral a ciclo electoral se reciclan el 50% de los cargos electos y los cargos de libre disposición, en 13 años habría habido unos 3 ciclos electorales completos, esto implica que habría entre 200.000 y 300.000 personas que han pasado en puestos donde podrían ejercer algún delito de corrupción política en los últimos 13 años, 2.000 representa menos de un 1% han sido investigados y detenidos por posibles delitos de corrupción.

Resultado…

Menos de un 1% de los políticos que han estado en posición de cometer delitos de corrupción han tenido contacto con la justicia por ello, y tan solo un 0,15% de los políticos anualmente son encausados y detenidos.

Conclusión: Dificilmente se puede extender la mancha de corrupción al conjunto de los políticos españoles. Supuestamente el 99,8% de los políticos anualmente no han delinquido (o no hay pruebas de ello) y en 13 años el 99% de los políticos que han estado en posiciones de cometer delitos de corrupción no lo han hecho (o no hay pruebas de ello). Aún cuando imaginemos que los políticos que son investigados son solo el 10% de los que realmente cometen delitos, estaríamos hablando que más del 90% han sido honestos en los últimos 13 años.

Repito, un sólo político corrupto es un grave problema, pero de poco ayuda extender la sospecha al conjunto de los políticos españoles.

¿Son los políticos más corruptos que los ciudadanos? La “corrupción” y los comportamientos antisociales son minoritarios, pero aún más minoritario entre los políticos.

Esta pregunta de por sí tiene elementos falaces. Definir “corrupción” en el ciudadano sin responsabilidades públicas es un contrasentido, pero sí que podemos comparar la tasa de acciones antisociales de los ciudadanos, o sea los delitos que puedan cometer, con el comportamiento de posible corrupción entre políticos. Soy consciente que comparo peras y manzanas, y soy consciente también que el grado de responsabilidad que tiene un cargo público que comete un delito de corrupción es mayor que el de un ciudadano que comete una estafa o un robo. Pero asumiendo estas salvedades, he de poder hacer algún tipo de comparativa.

¿Qué nivel de encausamientos hay entre los ciudadanos? El Consejo del Poder Judicial hace un informe anual, del cuál podemos consultar el último año disponible (2012).

En el 2012 se celebraron 700.000 juicios por causas penales. Esta cifra sobre los 45 millones de españoles significa un nivel de enjuiciamiento por causas penales entre el 1 y el 2% de la población española (pongo un margen de error porqué un juicio puede tener múltiples encausados, pero también una sola persona tener varios juicios en el mismo año). Dejo a un lado los juicios por lo social (normalmente por cuestiones laborales), y los juicios por lo civil, centrándome en los penales que tienen, claramente una componente antisocial indiscutible. Una cifra bastante superior en un orden de magnitud del 0,15% anual de políticos encausados por delitos de corrupción.

Vuelvo a decir, estoy comparando peras y manzanas, pero la comparación con todas sus salvedades nos permite acotar el margen de corrupción comprobable (al menos aquella que ha llevado a un juez a detener a un político) con el margen de delitos penales comprobables (aquellas que han llevado a juicio penal a un ciudadano). Son juicios, y no condenas, igual que son políticos encausados y no políticos condenados.

Pero con todas las distancias, con todas las prudencias, parece que el nivel de corrupción política no es mayor (al parecer es algo menor) que los niveles de comportamiento antisocial y penal de los ciudadanos.

Conclusión.

Cuesta, con los datos reales, que no son perfectos y no muestran toda la realidad, pero son los mejores de los que se dispone, extender la mancha de la corrupción a todos los políticos. Esta afecta a menos del 1% de las personas que han estado en posición de cometer estos delitos de corrupción en los últimos 13 años, una tasa del 0,15% anual. Creo que es injusto con estos niveles de corrupción hacer extensiva la sospecha al colectivo. Un sólo político corrupto es un grave problema y comparto la preocupación que la mayoría de la sociedad tiene sobre la corrupción, pero esto no indica que la mayoría de los políticos lo sean.

En comparación, también, los niveles de comportamiento antisocial y delictivo de la población es en general mayor que los niveles de comportamiento antisocial y delictivo de los políticos. Lo normal es que sea así, la sociedad tiene elementos antisociales que se supone que la política los ha de discriminar. El 98% de los ciudadanos cada año se comportan de forma honesta (o al menos no lo suficientemente deshonesta para tener un juicio por causas penales), el 99,8% de los políticos también. La mayor parte de nuestros conciudadanos son personas honestas que no cometen delitos graves o tienen problemas serios con la justicia, lo mismo pasa con nuestros políticos.

Que al parecer la tasa de políticos corruptos sea unas 10 veces inferior a la tasa de ciudadanos que tienen problemas serios con la justicia (con todas las salvedades de la comparación que estoy haciendo), es algo razonable. No considero los políticos mejores o más heroicos que los ciudadanos que representan. Simplemente creo que la selección entre personas de vocación pública debe tener unos niveles de exigencia mayores y ha de descartar los perfiles más antisociales. Seguramente aún no se hace de forma que reduzca los casos de corrupción de forma más tajante, pero si algo no se puede afirmar es que los políticos sean más deshonestos y corruptos que los ciudadanos. Ambos colectivos la mayor parte de quienes lo conforman son personas honestas y que no tienen problemas con la justicia.

Esto es algo que debería pensarse cada vez que se extienden sospechas, se crean estados de opinión en contra de un colectivo, porqué a la mayoría de políticos que somos honestos no nos ayuda en nada la generalización de la mancha de unos pocos a todos.

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¿Son los políticos más corruptos que el resto de ciudadanos?
Descripción
La corrupción política es un serio problema, y la percepción de ella cada día empeora, pero la extensión de la sospecha a todo el colectivo es injusta, además de falsa. Los datos con los que podemos contar, que son insuficientes, pero son los mejores de los que se dispone, indican que los niveles de corrupción política son bastante inferiores al nivel de comportamiento delictivo y penal de la población en general. Eso no disminuye el problema de la corrupción pero sí aclara que el colectivo de los políticos no es especialmente corrupto o antisocial, sino todo lo contrario.
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Un comentari a “¿Son los políticos más corruptos que el resto de ciudadanos?

  1. La generalització no ajuda gens i els partits polítics als que interessa mediatitzar-la quan no esl toca a ells tampoc. Si a més hi afegim que a Espanya dimitir és una pràctica poc habitual, veurem com del debat de l’ètica i la moral és molt fàcil acabar anant a una discursió de Sàlvame!

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