Aplaudiendo la antipolítica en el hemiciclo

Una fea costumbre que se ha instaurado en los diputados de todos los colores es aplaudir a sus portavoces y murmurar y a veces claramente abuchear al contrario. He sido conseller de distrito de Horta-Guinardó y estaba estrictamente prohibido aplaudir cualquier intervención, e incluso cuando el público lo hacía, los tres Presidentes que ha tenido ese plenario mientras yo he sido conseller, era recriminado. Entendí que esta medida era buena porqué manteníamos la seriedad de la institución y el respeto por el debate, reduciendo el navajeo dialéctico y la absurda lucha por “quedar como el vencedor dialéctico”. Un respeto institucional que indicaba que entendíamos los participantes que el plenario de un distrito no era la asamblea de un partido o un mitin político. Esta costumbre de no aplaudir (o hacerlo solo en ocasiones muy puntuales, como la elección de un President o cuando se aprobaba alguna propuesta de alto interés Continua llegint