Esteladas en el Puigmal, o todos podemos politizar la montaña

Este fin de semana Puigcercós, nuevo candidato de ERC a las autonómicas, y su equipo han subido el Puigmal, han plantado una estelada (una modificación de la senyera, la bandera oficial de Catalunya, para reivindicar el independentismo) como gesto de reivindicación nacional y como detonante de su carrera para las elecciones autonómicas.

politizando-las-montanas

Por un lado, yo respetaré siempre al que suba las montañas por el motivo que sea, tengo alguna teoría al respecto y hay quien lo hace como un reto deportivo, otros como un reto de superación personal y otros por motivos más variopintos.

Lo que sí me parece un poco boutade es subir el Puigmal (un pico de vaca, sin dificultad alpina ninguna) y describir la ascensión como un gran logro épico-nacional, por hacerlo todos juntos y en dos horas y pico. El Puigmal fué mi primer pico de alta montaña que subí, yo solito con mi compañera, y con mapa en mano y al final siguiendo un grupito de gente que subía por la tartera (en un principio nos encontramos solos hasta el pla de l’Ortigar). Para mí, aquello fué un reto en orientación: dos personas solas sin experiencia en alta montaña decidimos subir, nos orientamos y terminamos donde queríamos. Allí hubo cierta superación personal, igual que lo supuso mi reciente ascensión en invernal con crampones y con los Puigmales bien cargados hasta las cejas de nieve.

El que un grupo de decenas de personas con un mínimo de forma física suban por la vía más trillada del Puigmal, acompañados por personas que ya conocían el camino y sobreequipados como iba el amigo Puigcercós (yo con ese equipamiento me iría a hacer cuatromiles en invierno, tampoco le pido que suba como yo hago en verano, en alta montaña en pantalón corto y camiseta (entre otras para evitar gastar agua en sudor, mientras me muevo es muy difícil tener frío) o con cortavientos si sopla mucho aire.), en un día de bandera como los que han habido este fin de semana, sin problemas de viento, de mal tiempo y con un sol cálido pero no abrasador, no es ningún reto. Hasta mi abuela con el taca-taca subiría, como lo hacen los miles de niños pequeños que suben cada año a esta cima en verano.

No es desmerecer el gesto de Puigcercós (no sé si Montilla aguantaría el ritmo de subida a las montañas), pero es poner las cosas en su justo lugar. Subir el Puigmal, de día con un sol suave, con un tiempo excelente y sin ningún atisbo de nieve, sin viento, con un equipo como para subir a los alpes y sin problemas metereológicos y con un guía, no tiene ningún mérito más que el puro ejercicio deportivo. Igual que dije en otro momento, si algún día Catalunya adquiere la independencia política del estado español no será un camino de rosas (o de prados alpinos verdes soleados), tendrá muchos más problemas, aspectos mucho más serio,

A parte ser un buen deportista o montañero no viene asociado a ser buen político o a poder estar más cerca de conseguir objetivos políticos. Clos era un gran montañero (o al menos tenía una capacidad de subir cuestas como si fuera en moto) y no lo considero mejor que el alcalde Hereu (el cuál sé que le gusta el fútbol pero no sé si podría subir tresmiles). Yo mismo debo ser de los más montañeros de los consellers de mi distrito pero es obvio, notorio y evidente que tengo compañeros de gobierno y oposición que son mejores políticos que yo.

Todo esto de las banderas y las montañas entra dentro de una línea épico-nacional que ya inició en su momento el rey Pere III con la primera (seguramente mítica) ascensión al Canigó, o que ha continuado Verdaguer (este sí que fué un montañero significado) o el President Pujol al convocar elecciones desde míticas montañas. Puigcercós el alpinista, sigue la línea mítico-nacional del montañismo.

Hay que decir que casi para todas las civilizaciones las montañas que les rodean tienen una alta carga simbólica. Yo lo entiendo, ¿porqué sinó subiría montañas?, y entiendo, respeto y acepto la carga simbólica política, social, cultural, religiosa o personal que tienen las montañas para muchas personas.

Ahora bien, en Catalunya somos un país que le encanta poner banderas en las montañas, países, como Francia con una tradición alpinística anterior, más intensa y con mayor solera nacional que Catalunya o España, no suelen colgar banderas o símbolos de todo tipo en sus cimas (en algunos casos hacen barbaridades más bestias, como el poner un teleférico y un centro turístico tal y como ocurre en la Agulle de Midi en los Alpes franceses).

Es en Catalunya donde no paramos de ver banderas, cruces y símbolos de todo tipo. También en el resto del estado español son muy aficionados a colgar símbolos de todo tipo, pero es en Catalunya donde encontramos una gran intensidad de estos símbolos. Cruceros de todo tipo y tamaño aparecen por las cimas dels Païssos catalans, incluso en extraña competencia como es la pilarica que subió al Aneto y repone cada vez que alguien la tira la federación aragonesa de montaña y la cruz de aluminio que también se encuentra en esa cima y que subió y repone cada vez que se cae el Centre Excursionista de Catalunya.

Entiendo y además son muy estéticas, la existencia de cruces en las montañas. Muchas de ellas sin realmente tener un significado religioso y abogo por respetar las existentes, eso sí, evitando que todo picacho termine siendo decorado con una cruz porqué a alguien se le ha ocurrido decorarlo.

Las montañas son de todos, de los cristianos, de los musulmanes y de los ateos, de los independentistas o de los españolistas o de los aficionados a los toros. Todo el que va a la montaña no debería sentirse excluido y limitado por la simbología que a alguien se le ha ocurrido colocar alegremente. Por tanto el uso de símbolos ideológicos, nacionales o religiosos debería tener cierta autolimitación.

Hay personas que suben sus banderas y las bajan, fantástico, o que lo celebran colocando muñecos en las cimas y haciéndoles fotos y otros con camisetas conmemorativas de cualquier evento personal, que luego se los llevan para abajo. Tienen derecho a celebrarlo como les plazca, pero no obligarnos a que su celebración sea compartida por quienes subimos la montaña por otros motivos.

Igualmente, sigo entendiendo que para muchas personas las montañas siguen teniendo un carácter nacional, sociológico, simbólico, etc.. compartido. Hay cimas míticas del catalanismo o del nacionalismo catalán: el Canigó es una de ellas, la cima de la cuál sale la llama que enciende las hogueras en Sant Joan por todos los Païssos, el Carlit, el Pedraforca o la Pica son cimas de una alta carga simbólica nacional. ¿De verdad necesitamos inventarnos alguna más?

El Puigmal no. El Puigmal es simplemente una cima redondeada, uno de los 4 gigantes de la Cerdanya, es la cima comarcal del Ripollés y es el punto culminante de la olla de Núria. El que Puigcercós la eligiera para iniciar su carrera electoral y el nuevo grito de ERC hacia la independencia es por pura logística, sin ninguna base simbólica sociológica detrás. El Puigmal es una cima redonda, de fácil acceso, muy cercana al resort turístico de Núria donde realizaban el Consell Nacional y que no tiene mucho desnivel ni complicaciones. Podrían haber seleccionado el Pic de l’Infern en esa misma zona, mucho más interesante, significativo y con algo más de carga simbólica que el Puigmal, pero está más lejos de Núria y requiere un pequeño paso aéreo que podría dejar atrás a algunas personas.

Básicamente, el Puigmal ha sido la opción más cómoda para el candidato de Esquerra Republicana, no la opción más coherente con la tradición catalanista del montañismo.

En definitiva, el montañismo catalán tiene una gran ligazón con el catalanismo y la transmisión de la cultura catalana. Desde Verdaguer que fué un puntal de la recuperación cultural catalana y que fué un romántico excursionista que introdujo el montañismo en nuestro país, pasando por la actividad de más de un siglo y pico de las entidades montañeras catalanas que además de subir montañas catalanas y del resto del mundo han servido para hacer reivindicaciones culturales y en algunos casos nacionales. Ahora bien, el montañismo y el alpinismo ahora mismo tiene un sentido muy distinto al de inicios de siglo o el realizado durante la dictadura franquista. Subimos montañas gente que lo hacemos por motivos puramente extrapolíticos, o personas con sensibilidades muy diversas. Sin obviar la tradición y el carácter sociocultural y simbólico de muchas cimas, respetando los símbolos ya existentes (ni me molestó encontrarme un festival de senyeras y esteladas cuando subí al Canigó en la víspera de Sant Joan, ni me molesta la cruz y la pilarica del Aneto) no es positivo para el montañismo convertir cada picacho y montaña en fuente de reivindicación de nuestras ideas.

Yo mismo he subido con una camiseta pidiendo el voto SÍ a la constitución europea, o he acompañado a amigos que suben con banderas de todo tipo (senyeras, esteladas, banderas occitanas) y no me molesta que ellos hagan su foto o les haga ilusión que les acompañe. El problema de esto es que al igual que mi basura, mi comida, mi mochila, mi material y mi persona la bajo de la montaña para que el que venga detrás pueda disfrutarla igual que yo lo he hecho, no se me ocurre dejar pintadas políticas, pegatinas de mi organización política o sindical, o banderas o símbolos de cualquier tipo. Conozco a una persona que siempre escribe una hoja amarilla con un mensaje de cierto calado y belleza, pero no se le ocurre dejarlo en la cima. Tampoco es bueno que, aunque la bandera baje, se realicen mítines en las montañas y quede un nuevo significado en cimas que realmente no lo tienen. ¿Porqué tienen que hacer turno para hacer cima los montañeros que simplemente pretenden hacer una cima pirineística y encontrarse con un miting en la cima?

Reitero, el catalanismo político ya tiene varias cimas en las que existe la simbología y se utilizan como fuentes para reivindicar e inspirar las demandas nacionales. Lo malo de todo esto es comenzar a politizar todo picacho, incluído el Puigmal sin una especial significación política (en cambio sí que montañera, como cima típica de iniciación a la alta montaña).

El alpinismo o el montañismo no deja de ser una actividad humana y por tanto no exenta de aspectos humanos como la política, la ideología o las pasiones que nos rodean. Lo que sí deberíamos hacer cualquier montañero con cierto grado de consciencia es dejar la montaña tal y como la encontramos, no por ningún romanticismo, sinó porqué el que viene detrás va a querer poder disfrutarla y hay gente que una bandera de España o una Estelada le puede molestar, o porqué simplemente hay quien no quiere oir ni hablar de política en la montaña y no tiene porqué aguantar nuestra ideología allí.

Me alegra el ánimo montañero de Puigcercós, me alegraría más que le dijera a su compañero de gobierno que no cobrara los rescates de montaña y aplicara un régimen discriminatorio a esta actividad y no a otras (como las actividades marítimas o la caza por citar algunos). Lo que no me parece correcto es el uso épico-nacional de una cima, menos aún de una que no tiene ese significado.

Católicos, socialistas, comunistas, nacionalistas, ateos, liberales, conservadores, españolistas, independentistas, musulmanes, ¿podéis dejarnos algunas cimas sin politizarlas y disfrutarlas como lo que son? La montaña es de todos, incluídos los que no son comunistas, socialistas, nacionalistas, ateos, liberales, católicos, conservadores, españolistas, musulmanes o independentistas.

11 comentaris a “Esteladas en el Puigmal, o todos podemos politizar la montaña

  1. Jose
    és evident que el fet que el candidat d’ERC fes l’ascensió al Puigmal no representa cap fita històrica alpinística. Tampoc era aquesta la intenció, suposo. Es tractava de fer una representació “alegòrica” de asolir una meta en grup, com si de la independència es tractés. Podem estar d’acord en què la representació en si és poc original i imaginativa, i que un partit com ERC hauria de començar a pensar en actes més moderns o adequats a les noves generacions. Potser amb tanta tradició al final ens quedarem anquilosats en el passat i això és precissament el contrari del que hem de fer que és planificar el futur.
    Pel que fa a la proliferació de símbols a Catalunya és una conseqüència directa del descontent actual en la relació Catalunya-Espanya, ni més ni menys. Els símbols són una forma molt plàstica d’expressar una idea o un sentiment, però també cal posar fil a l’agulla per arranjar la situació si no ens agrada. Quedar-se només amb els símbols no serveix de res a la llarga.
    I les muntanyes, des de sempre, han representat alguna cosa per a les persones amb ideals. De vegades una muntanya pot tenir significats molt diferents per a persones molt diferents i tot ha de ser respectat. El punt de vista pragmàtic que tu atorgues als cims, també per descomptat.

  2. Se ha puesto de moda decir, en particular con casi todo lo catalán y sobre todo con el independentismo, que se “están politizando” las cosas. Es una fórmula que sólo se aplica a los de aquí.

    Que Laporta dice que es independentista, pues es que politiza el deporte. Que el socialista Fernández Vara escribe un artículo en el Marca para criticar a Laporta por tener una opinión propia, entonces no es politizar el deporte, claro… Lo que hace florentino, que comparte palco cada partido con altos dirigentes del PP, eso tampoco es politizar el deporte. Ni la recalficiación de la ciudad deportiva del Madrid, eso tampoco es politizar el deporte.

    Que unos silban al Rey en la final de la Copa, eso es politizar el deporte. Que el Rey presida esa copa, eso no es política.

    Que se hace una nueva ley de educación: se está politizando la escuela, dicen algunos.

    Que se hace una manifa en Galicia en favor de los hablantes de gallego: están politizando la lengua.

    Que Puigcercós vuelve a subir el Puigmal, como cada año, y defiende sus ideas en la cima: está politizando el montañismo.

    Y así día sí, día también.

    Forma parte del nuevo discurso españolista, que se ha modernizado en las formas, por aquello de no parecer tan facha, y ahora asume que los gestos nacionales (españoles, vamos) no son gestos ni políticos ni nacionalistas, sino algo normal, y que los raros son los que lucen símbolos ajenos y tienen lenguas extrañas que se emperran en hablar. Esos son unos provincianos. La modernidad es Madrid, la Constitución y el Español (que no castellano). Los nuevos Españoles modernos no son nacionalistas, sino ciudadanos patriotas, como en Francia (más quisieran). Lo provinciano es Barcelona, el catalanismo y el catalán.

    En definitiva, que aunque estoy convencido de que José Luis no piensa así, por lo mucho que he leído suyo, sí que parece que el discurso va calando, y se acaban adquiriendo tics, muletillas, que en el fondo son de lo más falaz. Voy a decir dos cosas, para finalizar:

    – En la vida TODO es política. No hay vida sin política, porque la política es la forma en la que las personas regulamos nuestro comportamiento como grupo. La política es la visión proactiva de la sociedad. Por lo tanto, todo está politizado y todo se puede politizar, y no tiene nada de malo. Es justo lo contrario. Lo más despreciable que puede hacer alguien que vive en sociedad (fuera delitos graves, claro está) es desentenderse de sus compromisos para con ésta, de la política, dicho de otra manera.

    – Subir a una montaña y realizar un gesto político porque esa montaña tiene un simbolismo especial para la gente que lo lleva a cabo no tiene nada de malo. Tampoco tiene nada de malo que a la gente le guste lucir sus símbolos, dado que día sí día también hay que aguantar los símbolos de los demás y que encima nos los impongan (a la selección española de futbol vas a jugar obligado, pero eso no es política, por lo visto). Por ahí tenemos a los no-nacionalistas preocupados por el Toro de Osborne del Bruc (eso sí que tiene delito, desde el punto de vista estético). Los símbolos no son más que una forma de exteriorizar nuestra ideología y sentimientos para que los demás los conozcan y reconozcan. Es una forma como otra de relacionarse socialmente, de hacer política.

    Otro día podemos hablar de la falacia del respeto y las susceptibilidades, algo que sólo los catalanes debemos tener en cuenta, por aquello de no ofender a ningún español de verdad que pueda sentirse violento por el mero hecho de que no seamos un clon suyo. Es aquello de que te hacen un boicot pero la culpa es nuestra por decir cosas “que ofenden a los demás”, ya se sabe.

    PD: Hablo de la política en el sentido amplio. Una plataforma en defensa de los animales también es política. Una asociación de barrio que busca mejorar sus instalaciones y servicios también está haciendo política. La comisión que organiza las fiestas de Gracia también está haciendo política. Y los partidos, y el parlamento, por supuesto, también hacen política, en este caso en nuestro nombre.

  3. Bueno.. es verdad, pobres nacionalistas catalanes que han de ir con pies de plomo para poner banderas. ¿Cuanto duraría una bandera española en cualquier montaña a menos 200 km. de la frontera catalana? 2 nanosegundos…

    El problema no es el símbolo concreto sinó el hecho de ir dejando símbolos ideológicos y religiosos en montañas que tradicionalmente no lo tienen. La verdad, el abuso de cruces, cruceros, banderas, pilaricas, estatuas, pesebres, etc… en las cimas defrauda bastante al montañista que sube simplemente por subir a una montaña e intentar ver una cima que no deja de ser un entorno salvaje y agreste.

    El Puigmal no ha sido nunca un símbolo del catalanismo, ni Verdaguer la ha glosado ni no ha habido gestos o símbolos catalanistas asociadas a él. El catalanismo como mucho puede reivindicar en ese entorno el Pic de l’Infern (más bien el catolicismo catalán, debido a la ascensión que realizó en su momento un papa), en Catalunya hay numerosas montañas que ya tienen esa simbología: el Carlit y el Canigó en la Catalunya Nord, la Pica d’Estats, el Pedraforca, etc…

    No es necesario seguir trasladándolas a otros lados. No es que me molesten las estaladas porqué sí (fíjate, el tío de la foto soy yo), y no me molesta posar con ellas cuando me lo pide un amigo. Lo que me molesta es tragarme cualquier símbolo que a cualquiera le dé la gana en cualquier cima.

  4. Una bandera catalana en la cima de una montaña catalana es algo que, fuera de temas estéticos o apreciaciones personales, es de lo más normal del mundo. Una bandera española, al menos la que tenemos ahora, que ha sido usada básicamente para reprimir al personal e imponerla a quien no la quiere, pues no. Si pones una republicana, que no tiene las asociaciones negativas que tiene la bicolor, seguramente la gente no andará obsesionada por quitarla, al menos los que no esperan poner en su lugar la bicolor.

    Los síbolos tienen un valor por lo que significan, no por ellos mismos. La bandera Española actual siempre ha sido un símbolo de imposición, en todos los sentidos: ha sido la bandera del poder, no del pueblo, por un lado, y ha sido la bandera de los pancastellanistas y no de todos los españoles. Es por eso que su presencia tiene un significado muy muy diferente de la catalana, que desde que tenemos consciencia de ser catalanes, no ha sido impuesta al pueblo, sino arropada por éste. La lucha democrática en Cataluña durante el franquismo no sólo se hacía con la bandera comunista o anarquista, sino en compañía también de la bandera catalana. No es lo mismo.

    Con respecto a lo que es simbolico y lo que no, el Canigó tampoco era un símbolo antes de Verdaguer. Todos los símbolos nacen y mueren. ERC ha hecho de la subida al Puigmal una alegoría de su propia “ascensión” camino al independentismo, cosa que me parece válida (otra cosa es que me lo crea). No pasa nada.

    En lo que respecta al espejismo de subir a una montaña y encontrarte un paisaje agreste y alejado de la mano del hombre, es simplemente un anelo. El Puigmal es de las montañas más subidas de Cataluña. Estás en tu derecho de quejarte porque llegas a la cima y ves que aquello no es el K2, pero bueno, no tiene nada de particular, la verdad. También es cierto que acabado el acto de ERC, podrían limpiar aquello o limitar al máximo los símbolos que dejan. Y otros excursionistas, pasado un tiempo prudencial, retirar dichos símbolos y ya está. Pero de ahí a hablar de “politizar la montaña”… eso es un disparate.

    Por último, y con respecto al tema que comento, no hablo tanto de mantener las montaña limias de símbolos, cosa que me parece apropiada, sino de ese enfoque que usas hablando de “politización” de la montaña. Ese lenguaje es un invento de los últimos 5 años, un invento de la derecha españolista, que habla de politizar cuando quienres reivindican son los otros y trata de normal cuando son ellos los que hacen lo mismo o mucho más. Ya vale de pedir perdon por ser catalán y manifestarlo. Mi primo está en Madrid. El último madrileño que le presentaron (estoy hablando de gente de 30 años) le dijo: “eres catalan, pero de los que no ejercen, ¿no? porque me caes muy bien y…”. Y mi primo, que es medio maño y de catalanista tiene lo justo, no veas cómo se pone con estas historias.

    Hay que cuidar el lenguaje que usamos porque esos tics que nos van colando al final lo que consigue es complejarnos, pensar que lo nuestro no tiene valor, que lo bueno es lo de los demás (la Barcelona provinciana con respecto al Madrid pujante, por ejemplo). Nos hace pensar que poner una bandera catalana en la cima de una montaña catalana es “politizar la montaña”, algo “malo”, seguro, mientras que cuando en la Luna los americanos dejan su bandera, o los alpinistas españoles dejan su bandera en una montaña del Himalaya, eso no, eso no es política, eso es de lo más normal. Los mismos que te critican que Puigcercós deje una banderita en el Puigmal y que hablan de “politizar la montaña” y de “herir susceptibilidades” son muchas veces los que defienen a capa y espada la presencia del toro de Osborne en el Bruc, y no precisamente por motivos estéticos.

    La corrección política, el no intentar herir susceptibilidades cuando esas susceptibilidades sólo van en una dirección es simple y llanamente una tomadura de pelo. Ya vale, por Dios. Que un catalanista como tú use ese lenguaje adulterado es como cuando oyes a un socialista hablar con los giros y conceptos de los neoliberales o los neocons. Pierde absolutamente toda la credibilidad.

  5. El anhelo de ascensión a la montañas se pierde en la memoria de los tiempos. Los símbolos son creados por los hombres para identificar un pensamiento o sentimiento. El extraordinario error que actualmente padece gran parte de la sociedad catalana, es identificar la bandera constitucional española, con la bandera facha. Es cierto que el nacionalismo español usa y abusa la mencionada bandera, pero no debemos olvidar que TODOS los grupos políticos que se implicaron en la redacción de la constitución del 78, aceptaron en mayor o menor medida la bandera bicolor como símbolo de la España moderna y democrática. Es cierto que a muchos de nosotros nos gustaría que la bandera de nuestro país fuera la bandera republicana, pero miren Uds., entre sostener el símbolo republicano y sostener la democracia, los políticos de la anterior generación, no tuvieron duda; la democracia era lo primero. El debate entre lo catalán versus lo español o al contrario, pertenece al pensamiento caduco del siglo XIX. Miren Uds., lo que nos toca a los catalanes y al resto de españoles es mirar hacia el futuro, respetando nuestro pasado. Europa se presenta hoy como el gran reto. Nuestras energías deberían ir dirigidas a la construcción de una Europa amplia y con acentuado carácter social. Para ello es imprenscible el esfuerzo de todos y si hay una minoría, a la que me atrevo calificar de España profunda o talibanismo político, que prentende seguir echando “mierda” a la convivencia entre los pueblos de España, no nos quedará otro remedio que prescindir de ellos, porque no pretenden otra cosa que “jodernos” la vida. Próximamente voy a subir al Puigmal porque es algo que deseo hacer desde hace años. Pienso poner una bandera de Europa, como símbolo de integradción de todos los ciudadanos/as que pretendemos un mundo mejor. El que venga detrás y quiera apartarla, no tiene más que hacerlo, el Puigmal no es propiedad de nadie. Es Europa la montaña que anhelamos y la montaña que más satisfacciones nos puede dar.

    Como decía Companys, ¡Visca la llibertat!. Y como digo yo, ¡Viva la democracia!.

  6. Juan:

    Todo eso suena muy bien, pero aunque me pueda agradar a mí una bandera u otra, no encuentro sentido ir colonizando las montañas con ellas, porqué el que no coincide con nuestra postura ideológica no tiene porqué comerse la bandera de las narices en las fotos. Y repito, que una cosa es subir a montañas que ya tienen esa simbología (no es cuestión de joder las ligazones simbólicas ya existentes con ciertas cimas) y otra es que aparezcan por todos lados. Me es igual si la bandera es la española, la senyera, la estelada, la del Barça o la de Perastunia.

    A mí, personalmente la que me jodió una buena foto era en el Vignemale una panda de montañeros-cenutrios que no dejaban de ondear una bandera del Barça (y soy culé) y de ocupar la cima para su celebración, sin dar espacio al resto. Nunca he bajado tan rápido de un tresmil que tanto me había costado de subir y luego me costaba de bajar. Que mi foto favorita de mi ascensión Vignemale sea hecha desde el Cerbillona dice mucho de lo que pasó en esa cima. Y la verdad no mola.

  7. Javier:

    ¿Y los españolistas de derechas centralistas no tienen también derecho a subir una montaña y no encontrarse con senyeras y esteladas?

    Cierto que los símbolos nacen y mueren y que es la propia actividad humana la que los provoca, que la Pilarica del Aneto no es de hace 100 años, cierto, verdad. Ahora bien, el sobreexceso de símbolos es algo que no es bueno. No es por encontrarte un lugar agreste, es que los símbolos pueden ser también ofensivos, o simplemente sobrarte en un entorno que no les son propios.

    Para entendernos, los partidos políticos deberían ser muy escrupulosos y respetuosos en el uso de los símbolos. Y que lo diga alguien que milita en un partido es algo raro, pero lo creo así. El retirar banderas españolas de ayuntamientos como hace ERC, aunque sea una boutade y una pijotada no deja de ser un desprecio a los símbolos que no les son propios. A mí no se me ocurriría quitar cruces a las iglesias, incluso a las desacralizadas, como tampoco se me ocurriría poner medias lunas a los centros cívicos. Los partidos saben el poder de los símbolos y saben el daño que estos causan cuando alguien no los siente propios y se les impone. ERC es capaz de quitar banderas españolas (constitucionales y que representan el sentir de algunos de los ciudadanos de esos municipios) de los municipios donde gobierna y en cambio se los impone a los que suben las montañas?.

    Es obvio que quien sube el Puigmal no espera encontrarse un paraje agreste (aunque he hecho alguna ascensión invernal al Puigmal en la que he hecho cima solo), pero no un circo de banderas. Incluso los que suben pesebres suelen tener la costumbre de bajarlos pasado el período navideño (aunque ya te digo… ¿porqué los ateos tenemos que participar de esa celebración a esa manera?), como mínimo que Puigcercós se bajara las senyeras y esteladas.

    Más él, que de joven fué alpinista.

  8. José A.:

    Está bien, está bien. Te haré caso y no dejaré en el pico la banderita de marras. En todo caso, me haré una foto con ella y la bajaré. Un único comentario sobre tu subida al Vignemale: ¡que hay gente pa tó! y te encuentras cenutrios hasta en el “culo” del mundo. ¿Por qué nos cuesta tanto respetar a los demás?.

  9. Bueno, José Luis, si en el fondo no estamos en desacuerdo. Yo no dejaría baderas en el Puigmal, por ejemplo. El problema lo veo en usar el término “politizar” para hablar de actitudes que se han hecho y se hacen desde siempre, y hacerlo además como indicando que es algo perverso, como si antes la ascensión a esa montaña no tuviese ningún tipo de connotación ideológica.

    En todo caso, y entrando en el tema de las susceptibilidades que tratas tú, me importa un pimiento lo que pensará el centralista español que venga detrás, que quite la bandera si quiere, entre otras cosas porque és él el que me dice a mí cómo debo sentirme y no al revés. Y más aún cuando ese símbolo que se deja, una bandera catalana, no se ha impuesto jamás a nadie, cosa que no se puede decir precisamente de la bandera española. El que suba la montaña y vea una bandera catalana, puede perfectamenta asumir que no va con él, puesto que nadie le ha obligado legalmente durante años a comérsela le guste o no, prohibiendo su identidad, como sí ha pasado con la bandera española. No es lo mismo.

    El catalanismo, incluso el independentista, es escrupulosamente democrático. Acepta que haya catalanes que se sientan españoles, o incluso que no se sientan catalanes, aunque hayan nacido aquí. Acepta y promueve el independentismo como una opción democrática dentro del derecho a decidir de los pueblos, dejando en manos de toda la sociedad la elección del sistema de gobierno que se quiera tener, formando parte de España o no. Se habla de referendums, aún sabiendo que ahora mismo no son mayoría. ¿Puede acaso el españolismo decir lo mismo, no ya históricamente hablando, que ya sabemos que la respuesta sería un radical NO, sino ahora mismo? ¿Sabes que el gobierno va a impugnar cada uno de las 100 y pico consultas populares sobre el independentismo que se realizarán el 13 de diciembre? ¿Cómo puedes poner las dos actitudes al mismo nivel?

    Las susceptibilidades son importantes cuanto todos jugamos con la misma bajara. Ahora bien, cuando unos son muy susceptibles y otros en cambio tenemos que comer todos los días su mierda sin rechistar, entonces atender esas susceptibilidades pasa de lo educado y se adentra en lo estúpido.

    Han trucado la baraja del lenguaje a su placer (politizar siempre va en una única dirección, o la modernidad es sinónimo de España y el provincianismo de cualquier entidad de menor tamaño, como si España no fuese también una entidad provinciana, en el sentido territorial del término, por ejemplo), y ahora sin darnos cuenta, como le ha pasado a buena parte de la izquierda con el discurso neocon, usamos su lenguaje “trucado” para hablar de lo nuestro dándoles indirectamente la razón.

    Hay que ir con cuidado con esas cosas, es lo único que digo.

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