Política

Justicia, solidaridad e impuesto de sucesiones


Para que un impuesto pueda ser aplicado tiene que tener varios principios, primero no extenuar fiscalmente al que lo paga (es decir no empobrecerle), que mantenga cierto equilibrio en las rentas, o sea que si alguien ha ganado 10.000 y otro ha ganado 8.000 por pagar impuestos no  pase demasiado que termine con menos renta disponible el primero que el segundo (es imposible que sea perfecto) y que sea en el sentido rawliano “justo”.

El argumento que la Generalitat y una parte no menor de la sociedad indican que esto último no se produce, que es “injusto”. El impuesto de sucesiones no empobrece a nadie, cuando un familiar te lega una herencia de 1.000.000 y tienes que pagar un % por ella no te está legando deudas sinó capital o bienes por un valor capital que puedes vender o hipotecar para pagar ese impuesto, pero en definitiva terminas ganando muchísima más pasta con o sin impuesto. Tampoco modifica el “escalafón de ingresos”, si yo heredero 50.000€ y una persona 1.500.000€ es evidente que por muy alto que sea el impusto de sucesiones no voy a terminar más rico yo que el segundo.

El tema fuerte de este impuesto es el de “su injusticia”. Las dos posturas que pueden asumirse son de el que lo ha de pagar que percibe como injusto el pagar por unos bienes que sus padres ya han pagado por ellos al poder disfrutarlos él, y el que no los va a pagar nunca porqué su nivel de renta es tan bajo que no legará nunca 1.000.000 de € a sus herederos que puede afirmar “que se fastidien que son ricos”.

Ninguna de las dos opciones es neutra desde un análisis rawliano de lo justo. Para Rawls tendríamos que asumir la visión de quien no sabemos que actor en la sociedad podemos tener y así analizar si es justo o no. Eso intentaré.

Desde ese punto de vista hay que comenzar a analizar. Uno de los problemas que tiene la sociedad (y por tanto millones de individuos) es que el ascensor social funciona a trancas y barrancas. La probabilidad de que el hijo de alguien rico sea rico es muy alta y la probabilidad de que el hijo de alguien de clase trabajadora no llegue a rico es también muy alta. Excepto en Suecia, el origen familiar es un factor importante para predecir la renta futura de los hijos en su etapa adulta.

Excepto algunas visiones racionalmente poco sostenibles la mayor parte de personas creemos que “el origen familiar” es una cuestión aleatoria y la sociedad ha de intentar equilibrar para que todos tengamos oportunidades más o menos dignas. En los estados modernos esto se hace mediante el estado del bienestar. El estado del bienestar nos protege de que si nuestros padres son pobres poder tener una educación (y por tanto aspirar a un oficio más lucrativo o a tener capacidad cognitiva para iniciar nuestro proyecto personal), a que si sufrimos una enfermedad grave podamos tener asistencia sanitaria.

Una de las formas que tiene el estado de redistribuir y ayudar a que la desigualdad de origen no sea una lacra en el futuro de todos es a través de la fiscalidad que pagamos entre todos y esta se transforma en servicios que garantizan unos mínimos para todos.

Bien, ¿es justo apelar que el 6% de la población más rica aporte del orden del 4-5% de los ingresos que tiene cuando herederan?. Estamos hablando de la gente que hereda 1.000.000 de € o más. Es decir, los que el origen familiar les ha permitido de partida ya alcanzar una posición mucho más cómoda que otros (o han tenido más oportunidades para ello). Por tanto son los que deben hacer un esfuerzo mayor en ayudar a que los que no tienen las mismas oportunidades tengan esos mínimos garantizados que cada sociedad considera.

 

¿Y esos mínimos donde están?

Dependerá a que nos queremos parecer, si nuestro modelo de estado solidario es Bostwana tendremos un objetivo, si nuestro modelo es más parecido a la de Europa occidental el mínimo es otro. No me atrevo a hacer el ejercicio rawliano de poder definir cuál es el óptimo de nuestra sociedad, pero en cambio sí puedo comparar nuestra sociedad con las de su entorno inmediato.

España y Catalunya es uno de los lugares de la UE-15 con una fiscalidad más baja y uno de los lugares donde menos recursos destinamos a servicios sociales (educación, sanidad, esas cosas que ayudan a garantizar esos mínimos). En la UE-15 la media de inversión es del 27% del PIB, nosotros apenas rascamos el 17,5%. No es sólo por “el déficit fiscal” que nos venden los nacionalistas, sinó basicamente en que no asumimos los retos públicos que en otros países sí hacen. Nuestra renta media es un 110% la de los países de la UE15, pero en cambio gastamos en el estado del bienestar un 70% de lo que se gasta de media en los países de la UE, ¿donde está realmente la solidaridad aquí?

En Catalunya somos poco solidarios (un 30% menos) que en la UE-15, en cambio somos un poc más ricos (un 10% más) que en la UE-15. Y basicamente de esta falta de solidaridad se ven perjudicados los ciudadanos de renta más baja y los que menos son solidarios son los ciudadanos de rentas más altas.

Por tanto, si el ascensor social no funciona bien, somos un país muy poco solidario entre clases económicas, por favor que no se apele a la “justicia o injusticia”. Aportar con un 4% de lo que herederas cuando YA te has beneficiado previamente (los recursos familiares te han permitido mejor educación, mejor acceso a servicios sanitarios, mejores oportunidades laborales, etc..) para ayudar a otros a tener un mínimo de oportunidades no es solo algo “justo” sino que en una sociedad realmente MUY insolidaria como la nuestra un mínimo muy mínimo.

Soc coordinador de la revista electrònica i xarxa de bloggers www.socialdemocracia.org, webmaster de la UGT de Catalunya i militant del PSC.

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