Los planes nunca sobreviven el contacto con el enemigo


Esta máxima militar ya clásica ha sido citada varias ocasiones, la primera por Molkte el viejo (“Kein Plan überlebt die erste Feindberührung”: Ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo) o por Collin Powell (“No battle plan survives contact with the enemy“). Los símiles militares son de mal transcribir a la política si los hacemos de forma literal, pero sí que la filosofía militar tiene elementos transferibles a la filosofía de los conflictos, sean personales, económicos o políticos.

Hasta este momento en el “procés” éramos jugadores al solitario. Teníamos unos excelentes planes principales, unos planes de contingencia magníficos y un diseño de escenarios preciosos. Teníamos toneladas de material para que cualquier Govern pudiera dirigir el país a la deseada Arcadia. Teníamos periodistas y opinadores que nos decían que todo estaba planificado, que teníamos apoyos en la cartera, que todo nos vendría de cara. El “Santi Viladismo” se había apoderado de nuestro espíritu.

Pero cuando la opción independentista juega en el campo de las realidades los planes han saltado uno tras otro, los escenarios no son como los previstos y nos encontramos que los planes de contingencia son meros desideratums. Eso no es malo, ningún estado mantiene sus planes enteros ante cualquier conflicto y eso es un síntoma que comenzamos a intentar actuar como estado. Pero a todos se nos activa el “Lopeztenismo”: nos han engañado, todo es improvisado, no hay proyecto real, no hay nada preparado.

Esa actitud es absurda. Era evidente que cuando fuésemos un problema real, cuando la real politik comenzara a actuar ningún plan sobreviría al contacto con la realidad. Nuestros rivales juegan y juegan duro, el mundo es un lugar difícil para los cambios sociales (de hecho en lo que va de siglo, avances en contra del statu quo solo lo han conseguido los islandeses y los tunecinos). Todos nuestros planes eran autonómicos, de un pueblo pacífico, sin armas, sin los instrumentos económicos y jurídicos que tiene un estado. Hemos hecho heroicidades y las seguimos haciendo, pero es cierto que nuestros planes han ido cayendo uno tras otro.

El tema es que volviendo a la filosofía militar, cuando los planes caen lo importante no es quedarse anclado al plan e intentar llevarlo sí o sí. Sino utilizar la capacidad de improvisación planificada para poder alterar tu táctica y reconducirla. Todo el diseño de escenarios, planificación de contingencias, juegos por debajo y encima de la mesa han servido para tener una capacidad de reacción. Llevamos saltando de un plan a otro adaptándonos a las circunstancias, lo hicimos el 1 de octubre y logramos hacer el referéndum y seguimos en ello. Nuestro rival nos va a poner muchos palos en las ruedas, va a jugar sus cartas y tenemos que saber adaptarnos también a sus movimientos.

Vuelvo a la filosofía militar, para un ejército es importante la logística, el entrenamiento, el armamento, la doctrina de combate, una retaguardia sólida y unos buenos aliados, pero una vez en contacto con el enemigo (y ahora lo estamos) lo importante es la flexibilidad, una doctrina operativa que se adapte a los cambios, la capacidad de improvisación y el poder reaccionar a las crisis y resolverlas sin anclarse a un plan o a posiciones inamovibles. Los ejércitos de guerrillas, flexibles, ligeros y sin tanta carga logística detrás tienen más capacidad de improvisación y de cambios operativos que los pesados y farragosos ejércitos de trincheras inamovibles.

Y es lo que estamos haciendo. El Govern y el movimiento independentistas se ha encontrado con diversas crisis en los últimos dos meses. Crisis que podían derrotarnos del pleno, para una década. Y las hemos resuelto. Muchas en base a una improvisación inteligente, basada en el conocimiento previo, en todo el trabajo que definía escenarios, algunas por errores de nuestros rivales. Aún así seguimos en peligro de muerte, la incipiente república puede ser derrotada en las próximas 24 horas, ahora mismo depende de que funcione una vez más una maniobra inteligente pero muy improvisada que nos permite afrontar la maniobra del rival con dignidad, posición de fuerza y mayor credibilidad.

Y tendremos más momentos así. Somos el bando que lo tiene más difícil, llegar aquí ha sido un milagro y nuestro proyecto puede desaparecer temporalmente de un plumazo, pero seguimos. Un día más. En general, a pesar de las apariencias, el bando ágil, capaz de improvisar y moverse es el que termina prevaleciendo. Normalmente la doctrina del combate en movimiento prevalece frente a la doctrina de posiciones estáticas y sin profundidad. Nuevamente, tengamos un pequeño brote de confianza. Hasta el momento no nos han fallado del todo.

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