El pim-pam-pum antisindical I: ¿los sindicatos son poco independientes de los gobiernos?

La última entrada de Antonio Cartier me sirve de percha para hacer una reflexión. Si hay algo que sea poco menos criticado que los políticos son los sindicatos. Y a diferencia de los primeros que tienen una atalaya permanente y fija en los medios de comunicación, los segundos han de lidiar con la información corporativa de las empresas, las noticias de sociedad y las de economía para encontrar un pequeño espacio en los medios de comunicación. Claro que hay blogueros que explican la visión desde dentro del mundo sindical, el ejemplo de sindicalista.org es uno claro, pero evidentemente bastantes menos que los partidos políticos.

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Por ello es bastante fácil que los lugares comunes que se generan a su alrededor no sean fáciles de desmontar. Últimamente parece que a todo el mundo defrauden o les sobren. Para la caverna madrileña los sindicatos son un lobbye de perezosos que sólo sirven para vivir de subvenciones, pero a parte les reprochan que no monten una huelga general al gobierno de Zapatero. Para la “izquierda de verdad” unos blandengues que han abandonado sus valores tradicionales y para las hordas meneadoras (al versión internauta de los seleccionadores de bar) unos vendidos que no luchan por los intereses de los trabajadores.

No voy a hablar de las críticas constructivas y hechas desde el respeto institucional a los sindicatos que realizan algunos blogueros desde posturas bastante sólidas. Los sindicatos tienen un aspecto institucional que los hace blanco legítimo de las críticas. Evidentemente, y algunas hasta las puedo compartir. Ahora bien, lo que ya es insostenible es el pim-pam-pum de lugares comunes que se puebla la blogosfera (y fuera de ella), algunos de los cuales voy a intentar desmontar.

En esta primera entrega entraré en el mito del apesebramiento de los sindicatos y que el hecho de depender del erario público les hace poco beligerantes.

¿Los sindicatos son unos subvencionados?

Sí, alrededor del 50% del presupuesto de los sindicatos corre a cuenta de subvenciones, la mayoría (95%) son subvenciones finalistas y sólo una pequeña proporción son subvenciones por representación sindical pura y dura para el funcionamiento del sindicato. Y aunque es esperable que dentro de lo posible los sindicatos se autofinancien más, es la opción del tipo del modelo de negociación colectiva que se decidió a inicio de la transición.

En este país la negociación colectiva cubre a todo el universo de trabajadores de un sector o una empresa, más allá de lo que puedan negociar individualmente, por ello la negociación colectiva que pagan los afiliados beneficia a todos los trabajadores, y la “paz social” y los acuerdos que han asumido todos los agentes sociales: patronales y sindicatos, afectan a todo el universo: a todos los empleadores del sector y a todos los trabajadores del sector, más allá de la afiliación o no de los trabajadores o la pertenencia o no de los empleadores a una patronal. El hecho es que esa negociación colectiva que sirve al conjunto de los trabajadores y empresarios la pagarían sólo los afiliados a los sindicatos y los asociados a las patronales es lo que justifica la financiación de los sindicatos y patronales.

¿Y esa negociación realmente beneficia? Evidentemente que sí, todo el mundo sabe lo que son los costes de la negociación. El hecho de que los trabajadores tengan que lidiar por sí solos sus condiciones laborales sin ningún suelo es lo que se llamaría una situación de desigualdad negociadora o de monopsonio. Puedo entender que haya muchos que consideren que el convenio de su sector es una mierda, seguramente lo és, pero también es más o menos proporcional a la productividad y más jodido sería negociar tu sueldo partiendo del Salario Mínimo Interprofesional y tus condiciones del Estatuto de los Trabajadores. Por tanto ya va bien que como mínimo parte del esfuerzo negociador se haya simplificado, las condiciones sean un poco más homogéneas y de partida los convenios ofrezcan una foto del suelo de los salarios del sector y que corresponden más o menos a aquello que están dispuesto a pagar las patronales y lo mínimo exigible por los sindicatos. Sólo hay que comparar la relación de salarios en sectores con o sin presencia sindical, o con o sin negociación colectiva para ver el resultado: sectores como el “lleure” o la vigilancia privada han visto cuando se han podido organizar sindicalmente como sus salarios daban un salto del 15% en un año porqué se equilibraba (y bastante) el poder negociador del empleador con el del trabajador.

Por tanto la existencia de negociación colectiva es buena para el trabajador, y también es buena para el empresario porqué le ofrece marcos de seguridad jurídica y unas reglas a las que atenerse. Además limita mucho el efecto de competencia a la baja en salarios en la oferta de servicios y también estabiliza, cuando es más o menos coordinada, a civilizar la economía. Por tanto la negociación colectiva que tiene muchos beneficios para trabajadores y empresarios y para la propia economía se pagaría sólo por los afiliados. De ahí a que los sindicatos en proporción a su representación reciban apoyo económico del sector público.

Es discutible si los sindicatos han de recibir o no subvenciones, etc.. etc.. Pero es evidente que no las reciben gratis. A parte de que muchas de estas subvenciones son a fondos finalistas: cooperación internacional con proyectos de desarrollo sindical en países en vías de desarrollo, formación, etc… estas se reciben con tres condiciones:

  • Transparencia y control por parte de la administración del uso de esos fondos. Al igual que cualquier ONG, Fundación, etc.. que percibe dinero público con un sentido finalista este debe justificarse, y mostrar que se ha gastado en lo que toca y no en otras cosas. Y aunque ha sido histórico el fraude en la formación en la década pasada, estos casos hoy en día no se dan y el control que se realiza de los fondos de formación es mucho más estricto (cosa que me parece bien, el dinero para formación es para esa formación no para financiar el funcionamiento ordinario de ninguna organización).
  • Efectividad real. Si los sindicatos (y las patronales) reciben dinero para formación de trabajadores en activo es porqué son mejores que la administración a la hora de organizarla o porqué son capaces de organizar con otras administraciones una mejor formación orientada o a las necesidades de un sector o un territorio pequeño. No es porqué tengan mejor capacidad de organizar cursos, sinó que saben por estar emebebidos en el sector que cursos son los que más necesitan: por ejemplo, son míticos los cursos de formación en el sector del transporte de cosas como la conducción en condiciones peligrosas. Otro ejemplo, ¿quien mejor que otro sindicato a la hora de ayudar a crear organizaciones sindicales en los países en vías de desarrollo?, si la administración impulsa programas de cooperación una parte de estos es en ayudar a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de ese país y para ello es necesario ayudar a los sindicatos incipientes de estos países a funcionar.
  • Representatividad y legitimidad. Más allá de ser la “ONG” más preparada para realizar una serie de funciones que desde el sector público se consideran importantes, los sindicatos no la podrían ejercer si estos no tuvieran legitimidad. ¿Porqué darle a UGT o CCOO fondos de formación y no dárselos al “Sindicato de Amigos de Panete”? ¿porqué me caen mejor CCOO o UGT?, no, porqué UGT y CCOO tienen la legitimidad de ser sindicatos mayoritarios. Que no significa más que estos son sindicatos que mayoritariamente (más del 90%) han sido elegidos por los trabajadores en las elecciones sindicales.

La legitimidad de las elecciones sindicales, hay quien las cuestiona, pero considera muy válidas las elecciones de cualquier otro tipo. Mientras que en las elecciones sindicales hay participaciones reales del 70%, y constantemente hay procesos electorales en las diversas empresas que suponen un reto a los delegados, los “gobiernos” viven tranquilos durante 4 años y una tasa de participación superior al 60% siempre es vista como un éxito. Y para el que crea que las elecciones sindicales sólo ocurren en las empresas grandes, el sindicato al que estoy afiliado es mayoritario en la pequeña y mediana empresas y es donde mayor número de delegados ha ido consiguiendo en los últimos años.

¿Pero realmente la dependencia económica del erario público hace más dóciles a los sindicatos?

Hay que decir que la “docilidad” de los sindicatos no es proporcional a su dependencia del erario público. Si el número de afiliados marca la capacidad de generar recursos propios fiables que no dependen de los acuerdos con los diversos gobiernos, cuanta más afiliación más autonomía tienen los sindicatos, ¿no es eso lo que propugnan muchos opinadores?. Bien, pues en los últimos años el momento con la afiliación más baja que la actual  (2002) en comparación a momentos actuales, fué el de la huelga general. La afiliación a los sindicatos españoles es algo que ha ido aumentando de forma irregular pero sostenida desde que se legalizaron (hoy a 4 afiliados por los que había en la década de los 80 y la tasa de afiliación se ha doblado) tendencia que se ha mantenido incluso hoy en día. Hoy los sindicatos dependen más de sus propios recursos que en la década de los 80.

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Asalariados afiliados a los dos sindicatos mayoritarios (UGT y CCOO). Datos recogidos por la OCDE. Quedan excluidos afiliados jubilados y autónomos afiliados.

¿Cómo es posible que cuando los sindicatos dependían más de la voluntad de los gobiernos a la hora de subvencionarlos eran más beligerantes y actualmente con un nivel de afiliación un 15% mayor (y un 15% más altos los ingresos propios) no lo sean? ¿Es porqué los sindicatos son unos subvencionados o porqué consideran que estrategicamente, en su legítimo uso de la huelga general, se causaría más daños que beneficios?

Comparaciones con Europa

Vayamos a ver lo apesebrados que están los sindicatos españoles y por tanto lo poco beligerantes que son debido a que están subvencionados. ¿Qué indicador podemos utilizar?, uno puede opinar sobre lo que ve en la tele o la radio, lo que lee en el periódico o lee en blogs, las opiniones y comentarios de los usuarios de menéame o las opiniones de los bares, eso puede ser una fuente de inspiración o irse a algún dato más o menos objetivos.

El único que se me ocurre es el de conflictividad laboral, que se mide por número de horas perdidas en huelgas por cada 1000 trabajadores. Este indicador para el 2007 (últimos datos disponibles) para muchos países de la UE-15 da la siguiente gráfica:

conflictividad-laboral-2007Fuente: Eurostat

Curiosamente destacan España, Italia, Finlandia, Reino Unido y muy por encima Francia. En Italia y Francia los sindicatos están enfrentadísimos al gobierno de Berlusconi, pero en España y Reino Unido teóricamente gobiernan las izquierdas. En Finlandia la tasa de afiliación y la capacidad económica de los sindicatos es brutal, parecida a la de Suecia o Noruega, mientras que su conflictividad laboral es mucho más alta. Los sindicatos franceses, que son junto los griegos y portugueses los que tienen las peores tasas de afiliación de los países de la UE-15 y que dependen más que ninguno de la aportación pública son los más conflictivos, pero por otro lado los portugueses no están creando esa conflictividad (los días perdidos por huelgas por cada 1000 trabajadores en el 2006 en Portugal fueron de 16).

¿Porqué esta disparidad de conflictividad que no depende de la financiación sindical o de su tasa de afiliación? pues por motivos que no se explican ni por la orientación del partido en el gobierno, ni por la financiación de los sindicatos, ni por su dependencia económica. La beligerancia o no de los sindicatos depende de cuestiones estratégicas que deciden los propios sindicatos en cada empresa y en cada sector, dependen de decisiones orientadas a los legítimos intereses de los trabajadores tal y como los interpretan los sindicatos, y a la cultura laboral que hay en cada país. Pueden ser decisiones acertadas o no, son criticables, evidentemente, pero no responden a criterios de financiación sindical.

Conclusión: la dependencia del erario público no los hace unos apesebrados ya que han de responder en las elecciones sindicales

El argumento de pesebristas y apoltronoados es fácil de elaborar, sostenerlo de forma racional no tanto. De un hecho real: los sindicatos dependen la mitad de su presupuesto del erario público, se ha construido todo un imaginario que no se corresponde con los datos reales. Esa crítica no se les hacía en los muy conflictivos años 80 cuando dependían bastante más del apoyo público para su existencia, y hoy, cuando tienen el mayor nivel de independencia de toda su historia se les lanza en cara. Comparativamente con Europa sindicatos como los franceses que dependen más del estado que los españoles son más conflictivos, mientras otros como los finlandeses con unos recursos propios que enmudecen a los españoles también tienen conflictividad alta, por otro lado, los portugueses con más dependencia del sector público que los españoles tienen tasas de conflictividad más bajas, o los suecos con unos recursos propios increibles también. La relación “dependencia económica” y “conflictividad” no existe y depende más de la cultura sindical y laboral, del estado de la economía, de la estrategia sindical, aspectos que pueden ser criticables pero no fruto de una estrategia de intereses pecunarios de los propios sindicatos.

El propio hecho de que los sindicatos deben responder día tras día en las elecciones sindicales y que el hecho de poder ganarlas les mantiene el hecho de ser reconocidos como mayoritarios y por tanto actuar como agentes de la negociación colectiva en sectores y recibir esa financiación pública les obliga a realmente poner un énfasis en su trabajo que va más allá de trabajar para el afiliado y velar por el interés del conjunto de los trabajadores.

Los incentivos económicos de los sindicatos no son agradar al gobierno de turno (seamos serios, excepto Tatcher ningún gobierno europeo ha recortado las aportaciones públicas a los sindicatos, otra cosa es regularizarlas, hacerlas transparentes, evitar fraudes como se ha hecho la última década en España), sinó ganar elecciones sindicales y conseguir afiliados, pero sobretodo ganar elecciones y por tanto responder a los intereses generales de la clase trabajadora.

12 comentaris a “El pim-pam-pum antisindical I: ¿los sindicatos son poco independientes de los gobiernos?

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  2. Estaría bien que utililizaras la misma metodología a lo largo de todo tu análisis. Si estás comparando el número de días de huelga por cada 1.000 trabajadores, cosa que está bien para poder comparar la conflictividad de países de distinto tamaño, deberías haber tomado los datos de afiliación y haberlos puesto en relación con la población ocupada. Los 185.000 afiliados que veo a ojímetro en el gráfico serían el 1,23% de los 14.959.800 ocupados EPA a IV trimestre 1999; mientras que los 235.000, de nuevo a ojímetro, del 2006 son el 1,17% de los 20.001.800 ocupados EPA a IV trimestre 2006.

    De la afiliación sindical cabe, pues, decir dos cosas. La primera es que es ridícula en términos porcentuales. Y la segunda es que ha descendido, no aumentado.

    Además, los buenos gráficos son los que parten el eje en el valor cero. En el que reproduces hay un pequeño truco, porque sólo reproduces un rango de 60.000 afiliados, dando la sensación de que la afiliación ha subido la leche. Si utilizas un rango más adecuado (de 0 a 250.000, por ejemplo) se vería claramente que: a) la afiliación prácticamente no ha cambiado; b) el bajón de la huelga general es bastante menos de lo que parece en tu gráfico.

    Si ya pusieras las cifras en base 100 y colocaras al lado la curva de ocupados EPA, o de trabajadores por cuenta ajena si así lo prefieres, se vería con más claridad que la afiliación ha dado un resultado bastante pobre en los últimos años.

    Todo esto sin mencionar el pequeño dato de que para hacer un gráfico sobre afiliaciones a los sindicatos españoles haya que irse a la OCDE. Si tan cojunudas fuesen las cifras de afiliación, con ir a las web de los sindicatos ya las tendríamos, ¿no te parece? El hecho de que los propios sindicatos apenas quieran contar cuántos afiliados tienen (a mí me encantaría tener esos datos; y si es por sectores CNAE, mejor que mejor), a mi modo de ver, lo dice todo.

  3. Juan de Juan:

    Los datos los has reducido por 10, no son 200 y pico mil sinó más de dos millones, creo que no has mirado correctamente y te has saltado un 0.

    Y la tasa de afiliación oscila mucho en períodos de expansión o retroceso rápido del empleo (los estudios indican que las tasas de afiliación se estabilizan a 5 o 10 años vista), según datos de OCDE, la media en la década de los 80 era del 6-7%, la media en la década de los 90 del 10-11% y la media de la década actual según datos del EIRO es del 15% de forma bastante estabilizada. Digamos que casi el doble que en Francia, o la mitad que en UK.

    Sobre datos comparables, la fuerza económica de un sindicato se mide por el número de afiliados en bruto y es lo que intento mostrar. Si tengo 1800000 cotizantes si aumento los cotizantes en un 15% tendré más poder de financiación propio y teoricamente un suelo de independencia económica mayor, que es lo que intento mostrar.

    Por si quieres ver datos de afiliación proporcionados por los sindicatos utilizar la OCDE, o EIRO es un buen centro de datos, ¿porqué no? Son mejores esos datos que “la intuición” y el “casismo”. No sé, a mí estos datos me sirvieron para mi tesina doctoral y son tan buenos y válidos como cualquira.

  4. Siento lo del cerito. Es que el gráfico es pequeño y yo tengo presbicia.

    Evidentemente, habiendo un cero más hay que multiplicar las estimaciones por 10. Lo que nos lleva a considerar que la afiliación es del entorno del 1o%-15%. El doble que Francia y mucho más que hace años. Pues vale. Es muy lícito que este tipo de datos te plugan. En mi caso, qué quieres que te diga; que 85 de cada 100 currantes pasen de las organizaciones sindicales no me parece como para echar cohetes. Pero asumo que el problema es mío, como en el caso del cero.

    En todo caso, multiplicar por 10 no cambia, a mi modo de ver, dos hechos:

    1) El truco del gráfico, pues has utilizado la escala para dar la sensación visual de un incremento que en realidad es muchísimo más moderado.

    2) El hecho de que las magnitudes brutas no significan nada si no las pones en relación con su realidad potencial, que son los ocupados (o trabajadores por cuenta ajena; depende de la metodología que te guste).

    Sobre lo de la fuente. Yo no he pretendido decir que la OCDE sea mala fuente. Lo que digo es que me llama la atencion que si abro mi navegador y me voy a la página de CCOO, o de UGT, o de USO, o de tal y tal, detecto escasa proclividad por su parte a la hora de decir cuántos afiliados tienen y, sobre todo, cuántos tienen por sectores. Porque, claro, si mañana sale en la tele Cándido Méndez diciendo que UGT quiere que el gobierno adopte su propuesta de plan para el empleo en el sector informático, y se pudiera ir a una fuente directa y comprobar que, un suponer, la tasa de afiliación de UGT en el sector informático es del 7% (insisto que me lo invento), pues alguien, por ejemplo yo, quizá diría: ¡anda! Y, ¿por qué hay que hacerte caso a ti, queres claramente minoritario en el sector?

    Te vuelvo a escribir lo mismo que escribí ayer: si los sindicatos estuviesen tan orgullosos de su afiliación como lo están de sus resultados en las elecciones sindicales, le harían el mismo tipo de comunicación. Pero son datos que esconden. Por regla general, cuando alguien esconde algo, es porque de ello se avergüenza.

  5. “adopte su propuesta de plan para el empleo en el sector informático”

    Hombre lo haría de cara a su representación sindical en el sector. Que se lo atorgan las elecciones sindicales.

    Sobre el gráfico, podría poner el que compara desde los años 80 con 500.000 afiliados entre los dos, y con los aún no normalizados que están dando CCOO y UGT que están en los 3.000.000 en el 2009, entonces se vería una multiplicación por 6 y no por cuatro con los últimos datos normalizados de la OCDE.

    Pero he preferido utilizar datos normalizados (OCDE) que son los que me permiten compararlos con los de otros países (misma metodología, p.ej.).

    Y no hablo de densidad sindical por una sencilla razón, el debate de este post no es su representatividad sinó su independencia económica o no y su relación con su beligerancia.

    Que los sindicatos no son tan transparentes como deberían. Sí, claro… sé de lo que hablo, pero se hacen esfuerzos y es cambiar una cultura interna. Hasta hace poco les daba reparo colgar los convenios colectivos en internet “no vaya a ser que no vengan a consultarnos”.

    Sobre su afiliación por sectores tengo una tesina hecha al respecto pero habla de grandes sectores (servicios privados, servicios públicos, industria, agricultura, comercio, etc…) no de grupos del CNAE.

  6. Haces muy bien en usar datos normalizados. Es más limpio.

    En todo caso, lo que me pasa a mí es que veo una relación entre el asunto que tratas y el nivel de afiliación. Cuantos menos afiliados tienes, menos nivel de crítica interna se produce. Ya sé que debería ser al revés, porque una organización sin éxito lo que debe hacer, racionalmente, es pensar críticamente en los porqués de su fracaso. Pero es un echo que no es así. Los falangistas de antes del golpe de Estado del 36 no eran ni 2.000 en toda España y estaban encantados de haberse conocido.

    Es un fenómeno lógico. Primero te convences de que tu nivel de afiliación no es tan malo. Argumentos nunca faltan, y tu análisis es un ejemplo. Segundo, como consecuencia del hecho de que en el entorno de tu sindicato apenas se oyen voces realmente críticas (porque la gente realmente crítica contigo no está en tu sindicato sino en la calle de cañas), acabas por creer que la única verdad es la que escuchas y, de esta forma, te convences de que el problema no lo tienes tú, sino los demás. No se equivoca tu 15%, sino el 85% restante.

    Respeto tu trabajo académico que estoy seguro que será excelente. Pero, sinceramente, todo enfoque de actividad que no baje a dos, y mejor que mejor a tres, dígitos CNAE, es, a mi modo de ver, muy poco granular. Es más: si tú o alguien me dijeras que, independientemente de lo que publiquen, en los sindicatos no han hecho un análisis de su nivel de afiliación a tres dígitos, no podría sino decirte: son unos lerdos.

    Si mis sospechas son ciertas, un análisis de este calibre, a tres dígitos CNAE, revelaría con claridad que hay en España una buena mano de subsectores económicos donde la afiliación sindical no existe, y que dicha afiliación, en realidad, se concentra en aquellos sectores donde el tamaño medio de las unidades productivas, o sea las empresas, es mayor: energía, financiero, algunas industrias (no todas) y, sobre todo, las AAPP.

    Para mi gusto, la reflexión adecuada de las centrales sindicales españolas no tendría tanto que ver con el asunto de la independencia económica como con dos cuestiones: la primera es por qué determinado tipo de trabajador en España vive totalmente alejado de ellos; la segunda, que está íntimamente ligada con la primera, es si sigue teniendo sentido, a día de hoy, el sindicalismo de clase.

  7. Juan:

    La afiliación sindical en este país raramente es ideológica, si comparas los números de afiliados de la UGT de Catalunya y de CCOO de Catalunya, ambos suman más de 350.000 afiliados, que es superior a los afiliados a partidos políticos juntos toditos que no llegan a 100.000 (siendo el universo de todos ellos mucho más amplio). Por lo tanto la gente no se afilia a los sindicatos “porqué esté de acuerdo” sinó para conseguir servicios o porqué lo consideran útil (una salvaguarda en caso de crisis, un seguro para cuando tengan que consumir servicios laborales o sindicales, una forma de apoyar a los delegados de su empresa).

    Sobre el tamaño de la empresa, bueno, es un factor, es más fácil afiliar en un centro de 5000 personas que en uno de 5, aunque claro.. todo hay que decirlo, la mayor organización de autónomos catalana es la CTAC-UGT (con una densidad que debe rondar el 30 o el 40%), o el sector donde más se ha expandido el sindicalismo es el comercio (sí, el pequeño y mediano comercio).

    El hecho es que hay pocos representantes que se coman tantos marrones y quejas como los delegados sindicales (tal vez los regidores de ayuntamientos pequeños), y pocos representantes que “pillen” tanto de sus compañeros. Por tanto la representación sindical en las elecciones sindicales es algo también importante y una fuente de retroalimentación importante. A parte que se practica claramente la escucha activa no sólo por los delegados en los centros, sinó también en internet y la opinión de los “ciudadanos” es bastante recogida.

    Mi sindicato (uno de los dos mayoritarios) gana precisamente en los sectores con menor poder negociador de partida: telemárketing, comercio, hostelería, seguridad privada, transporte privado, etc… El “otro” gana en el metal, la industria, y menos pero con ligera ventaja en el público y el educativo. Y los sindicatos “más cañeros, rojos y fantásticos del universo” sólo ganan en sectores estratégicos con mayor poder de coacción (transporte público).

    Por tanto la “foto” de que los sindicatos son sólo cosa de trabajadores masculinos del metal y trabajadores del sector público es más una fotografía del sindicalismo francés que el del sindicalismo en general. En mi estudio académico hago una foto de su estructura que da una imagen bien distinta y desmitificada. En algunos casos como el sueco la afiliación femenina del sector servicios es la clave y en otros, aunque la densidad sindical es más fuerte en la industria, el sector servicios aporta el grueso de la afiliación.

    Parte de que la gente se afilia más por “conocimiento y utilidad” que por cuestión ideológica. En mi sindicato comparto afiliación con el presidente de Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, dirigentes de ERC, del PSC y de CiU bastante significados… ¿qué ideología tiene el sindicato? ¿están afiliados por ideología o por otros motivos? Conozco afiliados a los 6 partidos, incluído el PP, con representación parlamentaria que tienen el mismo carnet sindical que yo, por tanto, ¿tanto peso tiene la ideología?.

  8. Yo no quería hablar tanto de ideología como de sindicalismo de clase. No sé si la diferencia es sutil o tal vez no existe y entonces yo veo algo que no hay, pero lo cierto es que yo la veo.

    Ya que me hablas de tu experiencia personal, que respeto, yo te hablaré de la mía. Según la seguridad social, y creo que no se equivoca, yo he tenido 15 trabajos distintos a lo largo de mi vida (de momento). De esos 15 trabajos, hay cuatro que han sido cerrados conmigo dentro (no es que sea ningún gafe; es que mi sector es así). Uno de esos trabajos era, además, una empresa bien grande, en la que más de 400 personas acabaron yéndose a la calle. Los otros tres eran más pequeñitos, aunque en ningún caso bajaban de 50 o 60.

    Esto supone que, por lo tanto, he sido testigo directo de unos 600 despidos en toda mi vida, cuatro de los cuales soy yo mismo despedido cuatro veces. Y en todos esos casos; repito, en todos, el fenómeno que he visto ha sido una minoría sindicalizada formada por tres o cuatro personas y una mayoría que se ha buscado la vida; en uno de los casos, incluso, contratando al mismo abogado que apoyaba a uno de los sindicatos, sólo que a través de su despacho privado. He visto, pues, una decidida voluntad de evitar, o regatear si así lo prefieres, el ámbito sindical.

    Así pues: totalmente cierto, si tú lo dices, que la gente no se afilia por afinidad ideológica sino por una expectativa de servicios y defensa si las cosas van mal dadas. Pero es un hecho que esa expectativa llega al 15% de los que pueden tener problemas. Hay otro 85%, que no sé si es tío o tía, si es metal o plástico, de derechas o de izquierdas, que va por la vida o bien desconociendo que puede recibir ese servicio, o bien, aquí quiero llegar, evitándolo.

    En el mundo de los negocios, y esto hay que tomárselo como un negocio a mi modo de ver, cuando vendes a un 15% del público puedes hacer dos cosas: o regodearte en la cifra, en cuyo caso siempre serás un competidor flojo; o preguntarte por qué el otro 85% no te compra.

    Lo que yo he visto es a muchos miembros de secciones sindicales pilotando un proceso de negociación tras otro partiendo de un concepto de clase más o menos vestido de pitufo. Partiendo de la base combinada de que: a) lo que hay que conseguir es lo mismo para todos (que ni de coña); b) como consecuencia de a), lo que hay que conseguir es lo que sea bueno para la mayoría.

    El sindicato de clase es un sindicato antiminorías. A mí me han convocado muchas veces para hacer huelga en favor de reivindicaciones de horario, que es un tema que me la chupa porque mi trabajo no tiene horarios. Lo cual no está mal, siempre y cuando en el momento en el que tú vas y sacas tus asuntillos de white collar, te salgan, con mayor o menor educación, con el famoso ahí te las apañes, porque los que estáis interesados en eso sois cuatro y por el interés de cuatro, la masa no va a hacer huelga.

    A mí me parece que los sindicatos españoles tienen problemas con esos cuatro. Que son cuatro aquí y cuatro aquí y cuatro aquí y cuatro aquí, hasta que son el 85% de la fuerza laboral.

    Históricamente, lo que los sindicatos españoles actuales (y digo actuales porque el sindicalismo español, con la Historia en la mano, es la CNT; y, en mi opinión, las dos grandes noticias de la Historia de España del siglo XX son la muerte de Franco y el ocaso de la CNT-FAI) han demostrado es una grandísima capacidad de estar a la altura del momento histórico. Y no te lo digo aquí; lo he escrito en mi blog.

    Comisiones Obreras prestó un servicio impagable a la transición, que a mi modo de ver no se ha estudiado adecuadamente, durante los muchos años antes de la transición en los que supo luchar contra el sindicalismo falangista pero sin echarse al monte. Llegada la democracia, ambos sindicatos se taparon la nariz y firmaron los pactos de la Moncloa, sin los cuales sinceramente no creo que hubiésemos entrado en la Unión Europea en el 86. Pero la cosa se torció con la reforma de las pensiones de principios de los ochenta (todo aquello de la dimisión de Redondo como diputado y tal). A partir de ese momento, a mi modo de ver, ambos sindicatos han caído en una espiral endogámica, en la que verdaderamente parecen no atender nada más que a sus propios análisis y puntos de vista.

    Para mí, el problema no es su dependencia de la pasta ni historias de ésas. Su problema, insisto, tiene que ver con escucharse a sí mismos y aplicar un modelo de sindicalismo que es más viejo que la tos con mucosidades.

  9. Tu argumento tiene cierta trampa…. El “público objetivo” de los sindicatos son los trabajadores para ganar elecciones sindicales (lo que les da legitimidad negociadora) y aquí llegan al 70% de ese público objetivo. Y esa es la prioridad: montar listas para las elecciones sindicales, conseguir ganarlas y tener representantes sindicales. Los afiliados vienen después en la escala de prioridades.

    Es como si valoraras los partidos políticos en base sólo a su afiliación. No es que se aplauda con las orejas que el 15% de la afiliación sea magnífico, pero sí que es mejor de lo que había hace 20 años y que el flujo de afiliados aumenta década a década.

    Sobre su deriva, pues si valoras los indicadores, si los sindicatos en los 80 eran la pera limonera y tenían una capacidad de penetración la mitad que la actual (la mitad de densidad sindical y realmente muchos más sectores sin presencia ni representación sindical), pues ahora deben ser la leche porqué entran en sectores que los 80 no entraban.

    Sobre tu experiencia personal, la dicotomía white collar, blue collar está bastante pasada, yo soy white collar y hay sectores donde no hay blue collars y hay presencia sindical. Que tú te hayas encontrado con mendrugos en tu empresa es una cosa. Otra, también, es que si no te gustan los delegados que tienes, también puedes moverte tú mismo sindicalmente, hay algunos colectivos (informáticos, por ejemplo) cuya actitud es bastante papanatas: no se saben ni quieren organizar sindicalmente y luego exigen que el sindicato les salve el culo, y el sindicato en una empresa no es nada más que los propios trabajadores organizados.

    Y no me sirve que los jóvenes están peor o que hay sectores donde se les maltrata, conozco casos de personas con contratos de obra y servicio de 25 años que pararon su empresa de 20 trabajadores para conseguir organizarse sindicalmente y tener 2 delegados… si ellos se atreven ¿porqué no cuando son decenas o cientos y tienen más estudios y ocupabilidad?.

    Pero vamos, estamos dándole vueltas al tema, cuando el post era sobre la independencia económica de los sindicatos y su supuesta dependencia de los gobiernos. Prometo más artículos sobre el antisindicalismo imperante en la sociedad.

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