Adéu Hereu, hola compañero Jordi


En el plenario de marzo del ayuntamiento de Barcelona Jordi Hereu se ha despedido como regidor del ayuntamiento de Barcelona. El Viernes por la noche se le daba una pequeña fiesta de despedida por parte de los suyos, y en reconocimiento a su labor.

No me gustan estas fiestas, igual que no me gustan los mítines y forma parte de mi intolerancia por los actos puramente rituales en la política. No solo es porqué mi tiempo valga más que calentar una silla o mi capacidad vaya más allá que agitar una bandera o aplaudir al líder de turno. No es porqué no crea en los actos colectivos, las manifestaciones lo son y es una manera de escenificar a la sociedad como una parte de esta rechaza algo o reclama alguna cosa. Simplemente creo que forman parte de la cadena de reafirmación de las propias creencias y de apoyo simbólico a líderes que no aporta valor y sí disminuyen la capacidad de autocrítica vital para las organizaciones.

Pero en esta ocasión me hubiera apetecido asistir, ya que Jordi Hereu se merece sobradamente ese homenaje. Al final el terrible agotamiento de la huelga general pesó más que mi cariño al exalcalde de Barcelona. Pero no iba a dejar de decir cuatro cosas sobre la marcha de Jordi.

La historia hablará muy bien de Jordi Hereu. Su gestión económica de la ciudad ha sido impecable, y la lucha por las guarderías públicas o la posibilidad de reunir recursos para hacer actuaciones urbanísticas ha sido única. Que Barcelona pudiera cerrar el mandato de la crisis con números negros y reduciendo la deuda histórica, en lugar de rojos es el mejor legado de Jordi Hereu le ha dejado a la ciudad… y el primero que Trias se ha cargado.

Pero me interesa mucho más su figura humana-política.

Jordi es la imagen menos arquetípica de político (una imagen también injusta y antipolítica de los que ejercen o hemos ejercido responsabilidades orgánicas o institucionales) que he conocido. No solo es que sea honesto en el sentido “legalista” y práctico del término, como lo son el 99% de los políticos aunque la “Political of Scandal” nos intenta dibujar lo contrario. Es que él es honesto a un nivel de relato vital y político personal.

Jordi Hereu ha hecho de la honestidad personal su modus de hacer política. No creo que haya insulto que le siente peor que “mentiroso”. En su fuero interno, en el peor de los momentos, él ha sido honesto consigo mismo y ha seguido creyendo en sus aptitudes y en su proyecto, cualquier otro se hubiera dejado derribar por las fuerzas políticas exteriores que han querido destruirle.

A pesar que las encuestas, los estrategas los tácticos del partido, las ratas que abandonaban el barco e incluso un servidor le llegaron a decir que lo dejara, que íbamos de cara a los acantilados, él puso su honestidad personal por delante. Y era cierto, en el PSC no teníamos a nadie mejor en ese momento para ejercer de alcalde de Barcelona y luego ser el candidato. A pesar que a lo mejor un cambio de cartel parecía lo mejor para el PSC, no era lo mejor para Barcelona. Y si no llega a ser por la crisis del PSC en general, y de la pérdida de credibilidad del centroizquierda en todos los rincones del país, incluso podríamos haber ganado.

La honestidad personal, la pasión y el optimismo crónico.

Un alcalde ha de ser apasionado, lo era cuando lo conocí como regidor de Sant Andreu, lo fué cuando lo escogimos como alcalde y creo que sigue apasionado por la política y lo público. A diferencia de los burocratizados (ojo, no tengo nada contra los burócratas, son los músculos, los huesos y el sistema límbico de la administración), los que son meros gestores de poder y los cínicos que gobiernan más de una organización política o ejercen de alcaldes (como el actual alcalde de Barcelona), con menos pasión por la política y el servicio público que por gestionar el poder, Jordi Hereu era y es un apasionado de la ciudad.

Mientras asistía a actos aburridísimos con entidades, cientos de reuniones con vecinos, visitas de obras, etc… las ocasiones que coincidí con él, me fijaba que siempre descubría algo interesantísimo y apasionante en la historia que le contaba un vecino. Descubría una entidad nueva de la ciudad y se apasionaba por lo que hacían. A su lado, personas incluso de “sangre en las venas” parecíamos unos puñeteros cínicos requemados de la política.

Y es que Jordi Hereu es el responsable político con cierto nivel de responsabilidad con la que más me haya discutido y le haya cuestionado en público cara a cara.

Pero, joder, es que este tipo es apasionado y optimista incluso para la confrontación política y es un lujo poder pelearte por un issue político con alguien que no está midiendo las connotaciones tácticas y las posibles consecuencias políticas de darte su opinión y defender su postura.

Cuando alguien me dice que los políticos buscan su beneficio y no el “del pueblo” (pueblo como cuerpo social, esa idea tan predemocrática), siempre me viene a la mente Jordi Hereu, y solo puedo decir que no.

Este chico de ESADE podría haber sido un gris gerente o un regidor de segunda línea y prosperar en la jerarquía del PSC, aspirar a puestos de la Generalitat en su momento y no meterse en jaleos que afectan a su imagen, su salud y a veces su integridad física. Incluso cuando parecía bastante claro que iba a perder las elecciones, le dieron una salida digna para seguir ejerciendo la política institucional. Podía, en cualquier momento, dejar a un lado la política y con un MBA de ESADE llegar a ser un directivo de una empresa privada, cobrando mucho más, y además con menos dolores de cabeza. Llegar al final de una etapa actuando en consecuencia con su conciencia esa era la salida menos fácil y la ha hecho.

Que sea alguien de las clases trabajadoras o medias quienes digan que los políticos solo buscan su propio beneficio me duele, porqué en muchos casos lo está diciendo de personas que se rompen los cuernos y complicando la vida por mejorar su entorno, pero que lo digan algunas personas de clase alta o la que representa sus intereses (sí, esas páginas sepia de La Vanguardia), ya me parece de un cinismo inaceptable.

Hereu que por su formación, red de contactos, entorno podría ser “uno de ellos”, decidió ser “uno de nosotros” y defender los intereses de las clases trabajadoras barcelonesas. Peor aún, arrastró a unos cuantos “chicos y chicas” ESADE a la causa, pienso que eso es lo que más ha debido dolerles al stablishment económico de la alta burguesía barcelonesa.

Que un chico que ha pasado por su escuela de negocios favorita (IESE, a parte), adiestrado para ser un ejecutor de su voluntad y orientado hacia el servicio a los intereses de la alta sociedad, haya decidido por sus valores personales y familiares, traicionar al interés de la clase social superior que ha creado esas escuelas de negocios, eso no se lo han podido perdonar. Esta es una de las explicaciones del porqué un sector social y mediático de Barcelona le declaró la guerra desde el minuto cero. Del porqué nació con los medios de comunicación a la contra (eso y una nefasta gestión de la comunicación desde alcaldía, pero no todo se le puede achacar al equipo, la ira de las páginas sepias de La Vanguardia nacen antes).

Jordi Hereu ha levantado los odios de esa alta burguesía, igual que lo hizo Maragall, porqué podría haber sido uno de sus soldados. Un ilustrado chico de clase media adiestrado a sus formas de entender el mundo, pasó a ser comandante del bando contrario. Y sin el increible carisma irrepetible de Maragall (aunque a él también le partieron la cara políticamente y mediaticamente en Barcelona), estuvieron a punto de acabar con él.

No hablaré de los “enemigos internos”, el PSC merecemos ser bombardeados con napalm y ser refundados (yo también). Actualmente es un partido tan disfuncional que las acciones cainitas de estos últimos años responden más a la disfuncionalidad del partido que a odios personales hacia Hereu. Cuando el único dirigente que te hace una crítica honesta es una zumbada de la política algo mesiánica pero también de una alta honestidad política, Montserrat Tura, se tiene un problema. Y en política es malo que un tipo con responsabilidades institucionales no sea criticado por otros tipos con responsabilidades políticas de forma franca y honesta y en cambio sea socabado constantemente por los suyos.

Aún así, Hereu, a pesar de todo, a pesar del bombardeo de los medios, de unas circunstancias socioeconómicas jodidas, o del cainismo de algunos dirigentes, ha conseguido ganarse el corazón de muchos, incluso de gente que estamos en visiones de la socialdemocracia o de la estrategia política distintas.

Cuando Jordi decidió que dejaba la dirección del grupo municipal en respuesta a una petición que hacíamos muchos desde el PSC de Barcelona, sin dar un solo problema, sin pedir nada a cambio, sin poner condiciones y encima con una sonrisa en la cara y manteniendo el cariño hacia el proyecto, no puedes más que considerarlo uno de los tuyos y alguien a quien admirar.

Yo no podría ser tan generoso, no podría hacerlo con una sonrisa en la boca, sino con cierto rencor por quienes me han puñeteado esos años y quienes me piden que abandone lo que más me apasiona. No podría sonreir, y menos aún con sinceridad.

Como dije, a su lado, por pura comparación, Jordi Hereu nos deja a muchos como unos malditos cínicos.

No va muy con mi carácter decir solo cosas buenas de alguien que ha ejercido responsabilidades institucionales u orgánicas. Jordi Hereu no deja de ser un chico ESADE. Eso es algo bueno, a parte de una formación más que aceptable (aunque no tan extraordinaria como dicen, ya que hay muy buenos profesores de gestión de empresas y economía en muchos másters de universidades públicas), te consigue una red de contactos que no se la salta un gitano. Pero también es algo malo, te hace creer que esa red de contactos es “lo mejorcito”. A Jordi le achaco que se rodeó de su entorno ESADE y confió demasiado en él, confió demasiado en amigos que no eran tan buenos como él pensaba y le costó entender otras visiones políticas. Que de estrategia política pocos hablan o hablamos, y que donde dicen estrategia hay más táctica, y que desde un despacho tomando cuatro decisiones no implicaba que eso se iba a ejecutar tal cuál.

El problema de estas escuelas de negocios es que te dan una visión del mundo alentando a que esta es la verdadera, y en economía, gestión pública o gestión de una empresa privada, la realidad no se puede explicar con modelos que en el fondo caben en un par de servilletas. El papel lo aguanta todo, la realidad no tanto.

A los que estábamos en responsabilidades orgánicas en el momento del gran castañazo electoral del PSC en Barcelona, nos costó mucho tiempo hacerle entender a Jordi que ser alcalde de Barcelona era una mezcla entre ser regidor de distrito (tienes que pisar calle, que te vean las asociaciones, hablar directamente con los ciudadanos que están organizados en movimientos sociales, abrir puertas al debate y al diálogo) y presidente de una república báltica ya que la mayor parte de los ciudadanos de Barcelona te van a conocer a través de los mass-media y en menor medida de las redes. Nos costó mucho hacerle entender que se había envuelto en una corte que aportaba muchas cosas positivas pero tenía una visión muy limitada de la realidad. Y esa es la cultura ESADE de la secta, del clan y una confianza tal vez excesiva en las personas de su entorno profesional inmediato.

Lo que es una virtud necesaria, la pasión por las propias ideas y por un proyecto de ciudad, necesita tener la atemperación de una abertura de miras y adaptación rápida a las nuevas circunstancias. Jordi no ha sido ágil en este sentido. Le ha faltado pragmatismo, pero no del tacticismo político al que estamos acostumbrado, sino del que muchas veces mostró Maragall al dar un volantazo en esa locura que fue la alcaldía en su tiempo y evitar los peores escollos. Cuando Jordi se lanzaba como un torpedo detrás de un proyecto no había manera de desviarlo. La mayor parte de ocasiones acertó, en la gestión económica, modelo de cohesión social, las vías de participación de los ciudadanos, la Barcelona de los barrios, las inversiones históricas, etc.. pero cuando cometió errores era muy difícil desviarlo. Su construcción del relato político y su estrategia comunicativa son un claro ejemplo.

Pero en definitiva, Jordi, es uno de los pocos (no los únicos) políticos de mi partido que me hace pensar que esto de la política vale la pena. Si el PSC genera personas como él, como Maragall, y como otros que aún no están retirados y por ello no pienso nombrar (para que no se diga que les hago la pelota), hacer política en el partido socialdemócrata de Catalunya, vale la pena.

Por mucho que las próximas veces que me cruce con Jordi Hereu terminaré peleándome puedo decir que es un gustazo poder considerar compañero a una persona como él y haber tenido el lujo de conocerlo a nivel político.

Adiós Hereu, hola compañero Jordi.

Deja un comentario