La folklorización de la identidad nacional catalana

El nuevo candidato del PP a la alcaldía de Barcelona ha sorprendido en un vídeo con una actuación bastante estrafalaria reivindicando su catalanidad. Por un lado ha tirado de “sangre”, 8 apellidos catalanes, ninguna zeta en su linaje, nada que haga sospechar que es un charna contaminado. Por otro lado ha tirado del descriptor folklorista de lo que es la cultura catalana: caganer, tió, etc.. Todo aderezado en un discurso en el que básicamente hablaba en castellano.

Quiero deconstruir rápidamente los dos elementos discursivos. El señor Bou puede tener 8 apellidos catalanes, pero tiene el pensamiento identitario trufado de como se vertebra el nacionalismo español. El nacionalismo español es más sanguíneo. Las propias leyes de ciudadanía ponen mucho peso en que si alguien es hijo de un español y no  vive en el estado español, la ciudadanía la adquiere con más facilidad que un niño que lleve viviendo en España 10 años. El nacionalismo catalán es en cambio de adscripción voluntaria y bastante más relacionado con la convivencia, se admite como parte del demos catalán a todo aquél que vive en Catalunya y quiere formar parte. Tenga 8 zetas en el apellido, 8 elles finales o se llame Mustafá.

Pero me quiero detener en la retahila de elementos de identidad cultural con los que el señor Bou reivindica su catalanidad. Si nos fijamos son elementos de identidad casi folclórica, elementos que pueden reforzar la identidad cultural catalana si esta ya se tiene de origen, pero que difícilmente crean un demos común distinto al español. Pensemos un momento a que elementos ataca el nacionalismo español desde todos los frentes, y en especial para los que nació Ciudadanos en su momento: la escuela catalana y TV3.

Ambas instituciones tienen un efecto muy poderoso en la construcción de un nacionalismo banal catalán. Por un lado permiten la adquisición del catalán como lengua de uso habitual entre personas que no la tienen de origen. La lengua es posiblemente uno de los elementos más importantes a la hora de construir una identidad nacional. La lengua es un elemento muy íntimo, personal, que nos hace relacionarnos con otras personas que la entienden. Alguien que la adquirido puede amar, odiar y transmitir sentimientos en catalán. La inmersión lingüística, plagada de fallos y llena de numerosos mitos, es a pesar de todo la mejor forma de incorporación al catalán a las cohortes más jóvenes. El mismo efecto hace TV3, hace del catalán una lengua de uso habitual. Si para consumir ciertos productos audiovisuales he de entender el catalán, lo acabaré haciendo una lengua habitual. Las peticiones de C’s para que TV3 tenga cuota de programas en castellano o para establecer más cuota del castellano en las escuelas no son inocentes. La intención es clara: evitar que el catalán sea lengua de uso habitual.

La lengua no deja de ser la puerta a la identidad y esta a la nación. Identificarse con un idioma que tiene un conjunto de hablantes que conforman una identidad nacional requiere adquirirlo primero y después hacer un uso habitual. Y el nacionalismo español nos ha declarado la guerra en ese frente.

Por otro lado hay otros instrumentos que pueden fomentar un nacionalismo banal catalán. Son aquellos elementos de identidad cultural que generan comunidad: la cultura del fuego, la cultura del excursionismo o els castells hacen que personas tengan una socialización secundaria en un entorno donde mayoritariamente hay una fuerte identidad catalana. Y lo hace en un elemento que también genera identidad comunitaria. Formar parte de algo, compartir, estar en un grupo, esto llena parte de las necesidades básicas de socialización de las personas. También TV3 tiene el efecto de crear un “nosotros”, un imaginario compartido, el que consume TV3 no solo consume un enfoque de noticias, unos productos audiovisuales o televisión en catalán. Consume una construcción simbólica compartida de la sociedad. De ahí que el objetivo de PP y C’s sea la destrucción de TV3.

Cuando Bou reivindica los elementos culturales más livianos, como el tió, las sardanas o el caganer intenta dejar elementos culturales fáciles de asimilar por la cultura española. El proceso de folklorización de la cultura andaluza la ha llevado a vaciarla en si misma, a perder los elementos que podrían generar una identidad nacional y a ser básicamente asimilada por la cultura española. Muchos elementos los ha incorporado la cultura española, el resto han quedado relegados a aspectos culturales folklóricos al viejo estilo de “bailes regionales”. Eso es lo que busca el PP y C’s. Reducir la cultura catalana a elemenots folklóricos, el catalán a una lengua residual y prácticamente una curiosidad, más que una herramienta de socialización útil, a eliminar todo elemento de identidad nacional de la cultura catalana.

Josep Bou seguramente pueda remontar su linaje familiar a los fundadores de Barcelona si él quiere, pero su discurso lo que desprende es una negación de esa misma catalanidad. Es la quinta esencia del proyecto nacional español: la negación, asimilación y folklorización de toda identidad nacional que no es la española.

 

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