Antorchas, nazis y supremacismos culturales

Cada año el mismo debate. “Hay indepes que hacen marchas de antorchas y eso es apología a los nazis y los movimientos supremacistas blancos de EEUU”. Resulta curioso que muchos de estos argumentos vengan de personas que no tienen ningún problema en ver manifestaciones de extremistas religiosos con caperuzas a lo KuKusKlan todas las Semanas Santas en las que algunos llevan también antorchas o velones.

Las muestras culturales nos pueden gustar o no, nos pueden parecer estéticamente acertadas o no. Por ejemplo, lo de poner cruces amarillas a mi especialmente me causa cierta grima. Pero asociar una muestra cultural a “los nazis” porqué los nazis también las utilizaban es del género idiota. Los nazis eran conservacionistas y les gustaba vestir a sus jóvenes con uniforme. Con esa lógica el movimiento scout son nazis.

Es más y centrémonos en las “marchas de antorchas”. Estas están inspiradas por la marcha dels vigatans de la guerra de sucesión. Pero como todo fenómeno cultural, estas marchas de antorchas no están aisladas en un vacío cultural. La cultura catalana como la de casi todo el Mediterráneo occidental es una cultura donde el fuego tiene un gran papel. Hay foc de Sant Joan, hay correfocs, en el Pirineo se realizan “fallas” donde se quema un gran tronco, se realizan “baixades de falles” que son marchas de antorchas que bajan de la montaña a los pueblos, y este mismo evento cultural se realiza en occitania. La cultura del fuego en el mediterráneo es anterior a los romanos, forma parte de los cultos solares (de los que por cierto, bebe el cristianismo) y hay muestras desde Andalucía hasta Italia.

Pero vayamos también al transfondo de todo esto. La superioridad moral de cierto falso cosmopolitalismo (que en el fondo esconde un españolismo con barniz moderno) que considera las muestras culturales de las identidades culturales que no son la hegemónica (o sea la que pone en valor el nacionalismo banal español) como inferiores, arcaicas, transnochadas o en este caso “nazis”. Como sociólogo que le gusta la aproximación a la cultura que hacen Umberto Eco y Bourdieu, me causa cierta hilaridad como desde la defensa de ese falso cosmopolitanismo lo que se realiza es una defensa de los valores culturales de la clase dominante. En este caso el de la clase que ostenta el poder político y económico en España. Por no hablar de lo castrante que es considerar que las representaciones culturales no están en contínua reinterpretación y recodificación y que lo que hoy consideramos una tradición no tiene porqué estar relacionado directamente con ninguna tradición de un pasado ni tan siquiera reciente. De hecho, marchas de antorchas han hecho hasta los sindicatos mayoritarios en Catalunya.

Más allá de todo esto, hay un juego político, intentar cosificar a los independentistas catalanes, vinculándolos a la idea de “golpistas” y “nazis”, además de ridiculizar y folklorizar toda muestra de identidad cultural o nacional que no es la que es hegemónica en el estado español. En el fondo, los que más cercan están de los “nazis” son aquellos que intentan generar este tipo de estados de opinión que facilitan y blanquean acciones violentas de los que sí son realmente fascistas y que hemos visto estos días.

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