Deconstruyendo la reforma laboral III: el endurecer las condiciones para recibir la prestación por desempleo

La prestación por desempleo es un desincentivo para buscar trabajo. Eso es a lo que resume la visión neoliberal del mercado laboral a la prestación por desempleo. El hecho es que realmente, la prestación por desempleo es un seguro obligatorio que pagamos todos los trabajadores y que nos permite percibir unos ingresos futuros en caso de desempleo por un período proporcional al tiempo que hemos pagado la prestación y proporcional pero inferior al sueldo (con un tope máximo) y por tanto a las cuotas que hemos pagado con anterioridad.

Los efectos económicos del seguro por desempleo.

El seguro por desempleo por un lado tiene dos efectos económicos clave:

– Es contracíclico, mientras hay mucho trabajo los trabajadores destinamos una parte de nuestro sueldo a pagarlo por tanto mediante ese “ahorro” obligado hay dinero que no entra en momentos expansivos a sumarse a burbujas, etc… Cuando entramos en paro el estado reinyecta ese dinero, directamente en personas que son eficientes en el gasto (las personas en paro no son ricos que ahorran sus ingresos, sinó gente que gasta en consumir lo básico). Por tanto el seguro obligatorio por desempleo en el agregado de la economía es algo bueno, siempre que los gobiernos no se vuelvan locos en el gasto cuando la economía va bien y sepan ponderar que los ingresos por la actividad laboral han de generar remanentes (o reducir deudas anteriores) de cara a poder pagar las situaciones de desempleo futuras.

– A nivel individual ayuda a que las situaciones temporales de desempleo se puedan sobrellevar. El hecho de ser un seguro obligatorio de desempleo y que lo paguemos todos, hace que el riesgo individual se reparta de forma colectiva, y por tanto los trabajadores que tienen más posibilidades de sufrir el revés del desempleo puedan tener un cierto margen de maniobra y un colchón.

Es decir, el seguro por desempleo obligatorio ayuda a la economía en el agregado y a los individuos desempleados. Es algo que se obvia cuando se habla del seguro por desempleo, ya que sin él, en una crisis como la actual se estarían viviendo dramas más graves que los que se vivieron en la década de los 30 del siglo XX, y la crisis aún sería más profunda (la caída de la demanda hubiera sido aún más dramática). Reducirlo a que es un mecanismo de desincentivos en la búsqueda de empleo es como mínimo reduccionista.

Ahora bien, a nivel de los presupuestos de un estado, la situación de desempleo amplia como la actual tensiona a este, ya que en lugar de recibir más ingresos está teniendo más gastos debido al mayor número de prestaciones por desempleo que ha de pagar. Se ha de entender que es una situación temporal, y que además el seguro por desempleo no dura eternamente, un máximo de dos años y eso cobrando tan sólo el 60%, si se han cotizado 8; también que la recuperación del empleo volvería a hacer recuperar los ingresos. Como la situación de crisis actual, a pesar de que se recupera el PIB en la mayor parte de países occidentales, el empleo no muestra esa recuperación (vamos que les va bien a las bolsas, a los accionistas y a los propietarios de las empresas pero no a los trabajadores), por tanto esa ansiada recuperación del empleo y por tanto la reducción de costes por prestaciones por desempleo no se está produciendo.

Esto hace que los ministros de Trabajo de medio mundo anden preocupados porqué su ministerio no hace más que gastar y gastar.

Más addendas a la reforma laboral: endurecer las condiciones para recibir la prestación por desempleo

De ahí la idea del ministro Corbacho de endurecer las condiciones para recibir la prestación por desempleo. Su propuesta es que si en 30 días no se ha aceptado una oferta que el servicio público de empleo proporcione o si no se ha aceptado realizar un curso de formación este desempleado deje de percibir la prestación. El concepto que se tiene es que el desempleado tiene pocos incentivos mientras siga percibiendo la prestación para buscar empleo, un concepto de “bueno, mientras tenga el paro voy tirando”. Aunque hay personas así, hacer la anécdota en categoría es un absurdo, de la cantidad de mileuristas que hay en el paro que perciben entre el 80 y el 60% de sus sueldos anteriores y asumir que en este país se puede vivir con unos ingresos de 600 u 800€ al mes es de risa. La mayor parte de personas desempleadas aún con la prestación por desempleo tiran en parte de ahorros y quieren encontrar trabajo para no perder capital, o bien terminan buscando el colchón familiar, para ayudarse, siempre que lo tengan.

La propuesta del ministro puede parecer populista, “si alguien en 30 días no ha aceptado una oferta de empleo o no ha seguido ningún proceso formativo es que realmente no quiere entrar a trabajar y por tanto no ha de seguir percibiendo un seguro por desempleo diseñado para el desempleo involuntario”. Además así se combate el llamado fraude del desempleo, trabajadores que tienen actividades en la economía sumergida y que además cobran el desempleo. Prácticas que pueden darse incluso en algunas empresas que despiden al trabajador pero lo siguen reteniendo con un sueldo “en negro” (y por tanto con una considerable reducción de costes para la empresa) mientras este percibe el desempleo.

No se combate el fraude en la prestación por desempleo y la economía sumergida mediante los mecanismos de la prestación sinó mediante la inspección

Bien, lo segundo suena muy bien, pero la verdad alguien que está “en negro” o teniendo una actividad en la economía sumergida muy bien puede compatibilizarla con la realización de un cursillo de dos o tres horas diarias (tranquilos que el Servei d’Ocupació no hace cursos intensivos de Másters de 8 horas diarios). El problema de este tipo de actividades se DEBE solucionar con inspección de trabajo, algo que en España no es que andemos sobrados, y además bastante trabajo tendrán con intentar evitar las nuevas puertas al fraude laboral que genera la reforma laboral.

Ni hay cursos de formación disponibles para los desempleados ni las ofertas de empleo del servicio público son de calidad y suficientes

La primera parte, la de evitar los parados voluntarios se aprovechen del seguro por desempleo, como dije, suena bien, a pesar de ello es totalmente descabellada. Primero porqué en España no llega ni al 2% la cantidad de ofertas de trabajo que se transforman en nuevos puestos de trabajo que son gestionadas por los servicios públicos de empleo. Mientras que en Francia esta cifra alcanza el 25%, en nuestro país el 98% de personas que consiguen un empleo no es grácias a las ofertas de los servicios públicos de empleo. Si algo falla en estos servicios es ser capaces de ser intermediadores, y los servicios públicos de empleo ofrecen las “marías” de los trabajos. Sólo aquellos que los empleadores no pueden colocar en los servicios privados de intermediación, en las ETT, o en sus propios procesos de selección, trabajos cutres y de muy poca calidad. Los datos del sistema sancionador actual son relevantes, actualmente, pueden dejar de percibir la prestación por desempleo los que rechacen ofertas o no realicen ningún curso después de los 100 días de estar en desempleo. En el 2009 sólo se sancionaron 1.500 personas sobre más de 2.600.000 personas que perciben el paro. Algo que indica que los casos que se quieren combatir son más una anécdota que una categoría.

De hecho el poder negociador de un trabajador en situación de desempleo es menor que el que está trabajando. Y aunque es recomendable a medio plazo no rechazar ofertas a pesar de poder tener un colchón a pesar que se gane menos que antes simplemente para no perder valor de mercado (un trabajador en el paro durante 3 o 4 meses es como maquinaria de calidad que se oxida al aire libre), tampoco es bueno tener que aceptar la primera oferta y menos al principio si es bastante mala. Como las que te va a proporcionar el servicio público de empleo.

Efecto se va a reducir del poder negociador de los desempleados y la reducción de su valor de mercado

Y es que el efecto que puede tener esta minúscula de la reforma laboral es reducir el valor del desempleado a pura carne de cañón. Imaginémonos el caso de una persona que queda en el paro porqué su empresa de consultoría ha decidido prescindir de él, un consultor senior, experto en programación Oracle y en sistemas de gestión de BBDD. Vamos un tipo que sabe muy bien una profesión. Decide que tiene ahorros y que el desempleo de un año le permite la perspectiva de poder hacer un Máster y formarse como expecialista, mientras va a entrevistas de trabajo de su sector por si hay vacantes. Por el momento esta persona ni se le ocurre mirar las ofertas que le proporciona el servicio de empleo público, ¿porqué tendría que aceptar un puesto de reponedor en el Pryca si él es informático y tiene algo de margen para poder encontrar un puesto de este tipo?. Bien, pues con la reforma lo que le harían es que si el día 31 ha rechazado la oferta de trabajador del Pryca y el curso de Wordperfect que es incompatible con el Máster que está haciendo (y que se ha pagado él y es mucho más necesario para su perfil que el de “aprende informática” del servicio de ocupación), le quitarían la prestación. Lo cuál hace que o bien esta persona pase a ser reponedor, o deje el Máster para seguir el cursillo de “Wordperfect” de turno, o sea, poner un profesional muy cualificado a oxidarse al sol (o encuentra pronto ofertas de consultor de Oracle o a los 3 meses de hacer de reponedor su valor de mercado ha caído varios enteros).

Es decir, el efecto neto de esta minúscula de la reforma es reducir el desempleado a carne de cañón y reducir aún más su poder de negociación (joder voy a tener que aceptar el curro de descargador de camiones porqué sinó voy a perder la prestación a pesar de que soy tornero fresador, joder voy a tener que aceptar el curro de mensajero porqué sinó voy a perder el paro a pesar de que tengo 6 años de experiencia como conductor de ambulancias).

Porqué el problema actual, y vuelvo a repetirlo, no es que los trabajadores no quieran trabajar, sinó que el mercado laboral NO ofrece puestos de trabajo suficientes. No se genera suficiente empleo, ese es el problema, no que los parados se escaqueen. Y parece que la moda de las instituciones está en intentar reformar para atizar a los débiles.

Los cursos de formación son cuestionables y no hay oferta formativa suficiente

Aunque hay ambigüedad entre las políticas activas de empleo que pueden ayudar, y algunos datos apuntan a que los cursos no sirven para nada, si que parece que al menos para algunos perfiles de desempleados la ocupabilidad después de un curso bien diseñado aumenta. De las más de 200.000 personas que en el 2008 realizaron un curso de formación ocupacional el 68% consiguieron encontrar empleo, lo cuál indica que de algo sirven.

Más allá también de la calidad de esta formación que en algunos casos es bastante absurda, como el socorridísimo “curso de diseño de páginas webs” en el cuál les siguen enseñando el lamentable Dreamweaver (aún no he conocido ningún tío que gane pasta haciendo webs, como webmaster, o como diseñador de páginas webs que utilice el Dreamweaver), y que hay currículums formativos absurdos (hacer a trabajadores de la construcción a intentar que sean desarrolladores tecnológicos es como si a mí me pusieran a hacer de instalador de placas solares hay una base que no tengo y reorientar toda una carrera profesional no es tan trivial como parece), el principal problema no es ese. Es que la oferta no cubre ni de lejos la demanda.

En los datos de cualquier servicio público de empleo se puede ver la oferta existente. Como dije antes en España algo más de 200.000 trabajadores siguieron un curso formativo en el 2008, en el 2009 estos fueron 150.000 frente a un total de unos 2.600.000 parados que cobran prestaciones. En Catalunya la cosa está también mal, en septiembre cuando teóricamente se aplicaría la reforma laboral a pleno rendimiento, tan sólo un 7% de los desempleados que cobran prestación podrían realizar algún curso con la oferta planificada entre septiembre y diciembre del 2010.

Es decir, la oferta es en algunos casos, mala, y además sobradamente insuficiente. O es una medida realizada para dejar sin prestación al 90% de parados (que espero que no) o simplemente es un brindis al sol con un único efecto real: reducir el poder negociador de los parados y transformarlos en burda carne de cañón del mercado laboral. Si el problema es que teníamos un mercado laboral dual, ahora lo vamos a tener “trial”.

Una medida que ya fué respondida con una huelga general en el 2002 y que el mismo PSOE llevó a recurso

Por otro lado, esta sóla medida ya fué motivo para que en el 2002 se realizara una exitosa huelga general, y ahora nos la pretenden colar por la puerta de atrás el Ministro Corbacho, y que además en lo más kafkiano de todo ¡el PSOE había recurrido al Tribunal Constitucional!

Vamos, que alguien venga y me lo explique, porqué ahora Corbacho saca la misma minúscula que es en sí la reforma del sistema de desempleo que quería impulsar Aznar y que se comió con patatas.

3 comentaris a “Deconstruyendo la reforma laboral III: el endurecer las condiciones para recibir la prestación por desempleo

  1. Tengo la “suerte” de conocer a pocos parados, en mi entorno immediato hay pocos así que mi muestra es algo limitada pero:

    “La prestación por desempleo es un desincentivo para buscar trabajo.”

    Si, todos esos parados que conozco (que, insisto, son poquísimos) se pasan el día en casa o en el bar sin intención alguna de buscar trabajo. Bien porque “la cosa está muy mal, para que intentarlo” o “con el paro ya tiro, cuando me quede poco para que se acabe buscaré trabajo”. Lo mejor es que se jacten delante de aquellos que están pagando su prestación de lo bien que están en casa…

    No digo que sea genérico, hay gente que realmente lo pasa mal. Gente que *busca* trabajo de forma activa mientras cobra la prestación. En definitiva, gente que *no quiere* estar en Paro y quiere trabajar, y hace lo que puede para ello.

    Pero no negarás que hay *mucha* gente que “el paro ya me va bien” y que no mueve un dedo hasta que le quedan 1-2 meses de paro.

    No creo que la medida concreta sea buena. Pero hay que encontrar la forma de “cepillarse” a ese segundo colectivo antes de que el primero decida que “para que molestarme más si total los demás se pasan el día en el bar” :)

  2. Realmente no sé quien puede estar contento, sin un buen colchón familiar, con la situación de desempleo y de prestación ya que reducir tus ingresos al 60% con un sueldo modesto te deja bastante pobre.

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