El accidente de Bangladesh no era inevitable

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La mayor parte de las reacciones al hundimiento de una factoría en Bangladesh en la que han muerto, hasta el último recuento, más de 400 trabajadores y que producía ropa, entre otras marcas, para MANGO o El Corte Inglés, han sido de indignación.

Por otro lado, hay algún artículo que intenta analizar el que las condiciones laborales en Bangladesh sean horribles depende mucho de la situación económica del país y de la productividad de esas factorías. Aunque en términos generales la explicación económica es razonable, el tono transmite un mensaje totalmente equivocado.

Que la productividad por trabajador de una empresa explica el salario máximo que se puede recibir por trabajar en ella es cierto. Lo que no explica es que en algunos países el peso de estos sobre la productividad sea mayor que en otros. Roger, introduce los factores institucionales políticos (negociación colectiva, legislación, etc…) pero obvia que en el caso de Bangladesh son precisamente los factores políticos los más importantes.

El problema no es teórico como parecería por el tono del artículo. La hipótesis de Roger es que tener unas condiciones laborales mínimamente dignas depende casi exclusivamente de la productividad, algo que no es cierto. Es posiblemente imposible mejorar las condiciones laborales estandar en Bangladesh para que sean equivalentes a las europeas, su productividad no da para tener equipos de emergencia de última generación, planes de prevención integrales, equipos de prevención individual o estudios de ergonomía.

Pero lo que sí es cierto que su productividad si que da para que no trabajen en un chamizo que se derrumba a las primeras de cambio. Precisamente las empresas matriz que se enriquecen gracias a la venta de los productos que se han realizado en la empresa que se ha hundido tienen unas cuentas muy saneadas y claros beneficios por unidad de producto vendido.

El problema en Bangladesh está en la productividad, sí, pero ante todo en las condiciones políticas e institucionales y las condiciones laborales extraeconómicas en las que trabajan, especialmente en las zonas francas donde están ubicadas estas empresas. En Bangladesh en el 2012 se asesinaron sindicalistas, no hay protección real de las trabajadoras que sufren acoso sexual en su puesto de trabajo e incluso han llegado a atar físicamente a su puesto de trabajo a más de 4.000 trabajadores en una zona franca para que no hicieran huelga. Todos estos problemas no tienen nada que ver de forma directa con la productividad, no son inevitables y no son aceptables.

Aunque la intención de Roger no era esa, la lectura puede llevar a entender cierta inevitabilidad de los accidentes laborales tan catastróficos o la imposibilidad de tener un cierto grado de dignidad laboral en los países emergentes. Eso puede llevar al inmovilismo, sobretodo en los países donde las empresas que generan estas prácticas pueden sufrir (como es en los países donde están sus mercados).

Después del accidente de Bhopal si no hubiera habido presión en el país de la empresa matriz y presión legal y social en la India, podríamos encontrarnos que las víctimas no tendrían ninguna compensación y se seguirían instalando empresas químicas en la India en condiciones más que cuestionables.

Imaginémonos que entonces se escribiera un artículo de este estilo:

Los trabajadores agrarios de la India son pocos productivos y las industrias químicas en la India han sacado a miles de personas de la pobreza, la alternativa a tener una empresa química cerca de casa que genere actividad, contrate gente e impulse un sector servicios y una industria auxiliar y de rebote genere riqueza para poder tener educación o sanidad digna de ese nombre es mucho peor. El riesgo a morir por una filtración de gases es horrible, pero seguramente si los criterios de seguridad fuesen los de Europa ninguna empresa se hubiera ubicado. Realmente las empresas químicas transnacionales han salvado más que las 2.000 vidas muertas en el accidente al sacarlas de la pobreza

Lo mejor que les ha podido pasar a los trabajadores de Bangladesh muertos no ha sido trabajar para esa empresa, sus vidas han desaparecido de un plumazo, unas muertes inútiles que se podrían haber evitado si la avaricia humana no alcanzara cotas tan indignas.

No se puede justificar que a unos trabajadores les aten para obligarles a trabajar, que a las trabajadoras de las zonas francas las violen y las asalten sexualmente sus propios jefes o que se le descerroje un tiro en la cabeza a un sindicalista en base a la productividad, como tampoco que trabajen en un chamizo a punto de desplomarse.

Como repito, la intención de Roger no era promover el inmovilismo, pero logra hacerlo ya que el tono parece indicar que el capitalismo solo puede crecer en base a asesinar trabajadores en lugares infectos, o que las mejoras de las condiciones laborales llegarán solas, por el mero hecho de mejorar la productividad, sin indicar que esas nacen del esfuerzo, la sangre y el sudor de miles de trabajadores y sindicalistas.

Obviar también la capacidad que tenemos como consumidores de hacer pagar a empresas como MANGO o El Corte Inglés el coste de esas vidas, para forzar a sus futuras plantas a que cumplan con unos mínimos de dignidad, porqué en parte tenemos la capacidad de presión para evitar que de aquí a una semana o dos otra planta se desplome en algún otro rincón oscuro del tercer mundo.

No estamos hablando de empresas, tampoco, con un comportamiento escrupuloso en Europa. Hace falta recordar, que por ejemplo, el Corte Ingles tiene ya diversas condenas por incumplimiento de las leyes de prevención de riesgos laborales en España, o que MANGO no es famosa por su respeto a la libertad sindical en las tiendas españolas.

No nos engañemos, el accidente de Bangladesh no era inevitable (algo que ni las autoridades de Bangladesh están dispuestas a considerar), el asesinato de sindicalistas tampoco, igual que los jefes magreen a sus empleadas o que se ate físicamente a los trabajadores en huelga, y no tiene del todo que ver con la productividad.

Y en parte somos nosotros quienes tenemos la capacidad de hacerlo saber a las empresas españolas que producen en estas condiciones.

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