La falta de épica en la campaña electoral del PSC


Si algo tiene la campaña electoral del PSC son argumentos, toneladas, con gráficas y todo, es casi pornográfica cualquier comparación de los últimos dos mandatos con los 23 años de gobierno de CiU y Jordi Pujol en casi cualquier indicador de gestión, inversión o desarrollo del estado del bienestar. Algo que a mí personalmente me hace pirrarme, y es el tipo de campaña que un fan de los “tochopost” como yo les encanta, pero algo le falta y es el sentido de épica.

Si algo ha sabido hacer bien CiU en todas sus campañas es hacerla emocional y sobretodo dotarla de épica. El amigo Pujol era el “pater familia” de todos, de una gran familia catalana, que nos defendía ante los chungos del barrio (español, claro) mediante su figura respetuosa y nos llevaba por el buen camino, hacia un futuro lleno de senyeras, patria y feina ben feta.

Artur Mas ha construido una épica de “recuperar la vieja gloria”, algo que casa mucho con el estilo de un joven príncipe que ha sido expulsado de su reino por unos usurpadores (y que forma parte del subconsciente de muchos convergentes) y que él volverá para traer la gloria perdida para su pueblo abandonado en manos de unos incapaces que sólo quieren el poder para sí.

En cambio en el PSC no hemos sabido dotar de épica al asunto, y eso que podríamos tener base. La reconstrucción del estado del bienestar que se ha realizado durante estos 7 años no tiene parangón. Incluso aunque gane la izquierda estas elecciones autonómicas, debido a la caída de ingresos asociada a la crisis, recordaremos durante décadas que Catalunya nunca estuvo tan cerca de Europa en servicios sociales y en infrastructuras, y recordaremos en años cuál es el mejor acuerdo de financiación conseguido (e irrepetible en el grado de mejora de la autofinanciación, no… lo del concierto económico hasta Mas sabe que es un bulo imposible de conseguir sin modificar la Constitución Española).

El perfil del candidato marca mucho.. Montilla no es un personaje que imaginemos al frente de las huestes de ciudadanos luchando contra los malvados neoliberales que desean recortar el estado del bienestar. También es verdad que hasta hace poco, la socialdemocracia no era un discurso muy épico. El lema “somos capitalistas pero queremos civilizar el mercado” es algo que sonaba menos épico que un concurso de pasteles escolar.

Ahora bien, Montilla no nos lo podemos imaginar como si fuera Rommel o Patton, no nos transmite esa imagen de “héroe de guerra”, pero tampoco es que Churchill fuera un tipo capaz de transmitir mucho heroismo pero sí supo ponerle épica a su gestión política de la guerra. Hasta Zapatero, el antiguo sosoman, pudo meterle un tono épico a su primera legislatura (“he retirado las tropas de Irak, he lanzado la ley de la dependencia, he aprobado el matrimonio homosexual, he buscado la paz en Euskadi”) pudiendo darle un relato político con cierta épica.

También, actualmente, ser socialdemócrata es revolucionario. No hay nada que sea más transformador, casi antisistema, que querer que en esta crisis se pueda mantener el estado del bienestar, que se pongan bridas al mercado para que no sea la clase de zoco árabe lleno de timadores y puñaleros que es hoy en día. Hoy en día los socialdemócratas somos raras avis que son mirados como rojos transnochados como mínimo. Y el programa del PSC aún mantiene parte de ese espíritu socialdemócrata.

¿Cómo es posible que no podamos dotarle de épica? Yo creo que por la propia autoestima alicaída producida por un dominio del espacio de los conceptos que ha conseguido nuestros rivales políticos. Es sencillo, han logrado hacer que la marca “tripartito” se impusiera a “govern d’esquerres” y además han logrado hacernos creer que los mandatos de la izquierda han sido un completo desastre, han dominado el lenguaje. Las discrepancias entre los tres partidos de la coalición (normales incluso entre miembros del mismo partido, y más aún en las coaliciones, sinó miremos como les ha ido a las coaliciones en Alemania), se han magnificado haciendolas pasar como si todo fuera una “casa de barrets” y no un gobierno.

El dominio cultural y mediático alrededor de lo que ha sido el gobierno de izquierdas es algo que nos hemos dejado arrebatar. Los datos cantan otra cosa, pero por nuestra falta de estrategia o de saber posicionarnos o de reaccionar o de pericia, la derecha nos ha dibujado el escenario que ellos querían sin apenas poder compensarlo.

Por otro lado, el factor de “ir perdiendo” no ayuda a la épica. Puede sonar muy romántico formar parte de los últimos defensores, la última línea de defensa ante la clara ventaja del rival político pero a la gente normal esto no le va… la gente quiere ganar, le gusta estar en el bando que tiene ventaja y con la mayoría. El hecho de tener unas espectativas a la baja y una probabilidad muy baja de poder gobernar hace que a los activistas del PSC les cuesta asumir un relato épico en el asunto… si puedo ganar hay épica, si puedo avanzar hay épica, si puedo mejorar la situación en la que estoy hay épica, pero si mi perspectiva es simplemente retroceder y perder no hay épica.

Hay que sumar que la actitud en general de la izquierda catalana, española y europea (con la salvedad tal vez de algún dirigente local) es que ante una situación de crisis sólo podemos presentar resignación y someternos a los dictados de unos mercados internacionales sin proporcionar alternativas. La ausencia de un mensaje de esperanza, de posibilidades de aplicar otras políticas, de lucha ideológica vacía de mensaje político y de épica a la izquierda.

Al final, la épica que le falta al PSC en campaña no se le debe achacar al candidato o a lo que hace el propio partido hoy en día, que es consciente de buscar ese aspecto épico, pero es muy difícil dibujarla con un escenario tan negativo de partida en la precampaña: crisis y resignación ante los mercados financieros de la izquierda, las espectativas negativas en las elecciones y hegemonía cultural de la derecha sobre lo que ha sido el tripartito.

Tendremos que plantearnos de porqué en estos últimos 7 años en temas esenciales la izquierda catalana se ha dejado destrozar ideológicamente de esa forma y no hemos sabido construir un relato que lo compensara. Mientras tendremos que intentar construir una épica basada en la defensa del estado del bienestar y que reivindique los últimos 7 años de la Generalitat y sus avances sociales.. porqué aunque los datos nos dan la razón, estos no terminan de emocionar.

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