El capitalismo resucita el keynesianismo para sobrellevar la crisis

No es extraño… incluso el gobierno neoliberal de George Bush incrementó el gasto militar para mitigar la primera crisis económica que afrontó, reflotando así la industria pesada norteamericana y de paso sacarse alguna ventaja geoestratégica con la que siempre la economía norteamericana ha jugado haciendo trampas.

La teoría keynesiana de andar por casa es algo que se recupera siempre en tiempo de crisis, y se olvida en tiempo de auge económico: o sea que el sector público vaya a contraciclo y no ayude a inchar burbujas pero tampoco deje de gastar cuando el sector privado se deprima. O sea, en palabras más simples: ahorrar cuando hay vacas gordas y gastar lo ahorrado o endeudarse cuando las vacas sean flacas.

Todo esto en primera aproximación suena bien, suena tan bien que es la medida que se aplica en casi cualquier economía moderna y saneada en tiempos de crisis. Hay mecanismos automáticos que actúan sin necesidad que los gobiernos alteren sus presupuestos. Por poner un ejemplo, los sistemas de protección contra el desempleo. Cuando la economía funciona se recaudan una parte de los salarios que van a parar a una bolsa que luego libera capital cuando hay más trabajadores que pasan a estar desempleados en los momentos de crisis.

Un sistema simple en apariencia pero que mal gestionado puede ser aún más desastroso. Lo que el estado no debería hacer en tiempos de crisis son cosas como sostener la burbuja o mantener lo que ha pinchado en la crisis (subsectores, empresas, etc…) para alargarla aún más o retrasar falsamente su caída. En economía cuando algo (por ejemplo los bulbos de los tulipanes) tiene un valor teóricamente mucho mayor al que realmente tendría si no hubiera un sistema especulativo detrás al final eso estalla. Las pirámides terminan derrumbándose por su base. Y que el estado intente salvar pirámides especulativas para retrasar la crisis no dejaría de ser un sin sentido, que además distribuiría rentas de todos al bolsillo de los especuladores.

Además el gasto público no debería ser algo destinado a “gastar por gastar”. Existen muchos países que o bien en base a recursos naturales o a una acumulación insana de deuda pública se dedican a mantener puestos de trabajo públicos sin mucho sentido. Por poner un ejemplo, llega un momento que contratar más policías apenas mejora la seguridad ciudadana, la externalidad positiva de un nuevo agente es prácticamente nula… incluso puede ser negativa. Existen países donde tienen muchos más policías que los estándares que estamos acostumbrados en la Europa occidental pero que no realizan prácticamente labores policiales eficaces: controles absurdos y rutinarios en salidas de pueblos, indicaciones de tráfico innecesarias o que pueden ser sustituidas por señalización (cedas, stops, etc…), sobrepresencia policial que no conlleva más que tener a más personas paseando por la calle de uniforme (¿de qué sirve ir por una calle pequeña y encontrar 6 patrullas de forma rutinaria cada una a dos metros de la otra, sin ningún motivo especial?). Otros ejemplos son obras públicas absurdas (mausoleos sin sentido, centros de culto más grandes de lo que necesitaría una ciudad). Eso no es keynesianismo, es despilafarro, es clienterismo, es el sector público haciendo absurdidades.

Es decir el gasto público debe ser de forma que intente compensar la caída del sector privado pero además que genere externalidades positivas, y si estas además van encaminadas a corregir los fallos del sector privado que están ahondando en la crisis mucho mejor.

Y aquí es donde el sector público puede meter aún más la pata. Hay una premisa social-liberal que dice “la mejor política industrial es la que no existe”. En parte la comparto, pero la matizaría “la mejor política industrial no se hace de forma centralizada”. Pueden existir estrategias generales que impulse el sector público: por ejemplo intentar ahondar en una economía más intensiva y que diversifique los sectores de la que depende, pero si el sector privado no avanza hacia esa dirección el sector público por si sólo no hará nada. Si se quiere avanzar en esa dirección se tendrán que llegar a grandes pactos con las patronales y los sindicatos tan sólo para comenzar. Un ejemplo de ello es el Acord per la Internacionalització de l’Economia catalana que han ido firmando Generalitat, patronales y sindicatos. Este tipo de acuerdos son de largo plazo; difíciles de concretar si además no existen visiones más a nivel local que permitan que las grandes líneas sirvan de algo.

Me explico… en Catalunya tenemos la suerte de que existen muchas mesas de diálogo social e industrial comarcal, que permiten buscar sinergias entre las administraciones (en especial las locales) el sector industrial y empresarial privado y los sindicatos. La experiencia es buena y ha permitido afrontar la desindustrialización de algunos subsectores del textil con ciertas garantías para los trabajadores y manteniendo y reconvirtiendo alguna de esta actividad. Decidir abrir un barrio como el 22@ sin tener el compromiso de los que han de invertir allí para hacer actividad económica con uso intensivo de las TIC o sin contar con las universidades que han de formar los investigadores que van a necesitar esas empresas, es un absurdo como la copa de un pino. Se establecen las zonas donde se edificarán las oficinas, pero también el tipo de servicios y recursos que van a necesitar… estos servicios, recursos, las actuaciones urbanísticas, las dotaciones de transporte público, etc… no lo puede proporcionar el sector privado, como tampoco el sector público puede abrir empresas de consultoría o centros tecnológicos que vendan su actividad investigadora.

Pero todo esto son medidas a largo plazo.. keynesianismo fuera de las crisis. Todo lo que se haga en este sentido ayuda a que las crisis no sean tan graves (siempre tenderá a diversificar los sectores de actividad económica y a hacerlos más sólidos). En crisis es posible que haya prioridades más interesantes.

La primera de ella como he dicho, es poder sostener económicamente las prestaciones por desempleo. El no haber tocado la bolsa de la seguridad social durante los momentos donde había superávit en esta es una buena medida… Esto además de ser una medida social (los que en un momento pasan una penuria adicional por estar desempleados reciben un subsidio que en parte es algo que él ya pagó con anterioridad pero que en parte sale de la bolsa común que han ido pagando los trabajadores), es una medida para inyectar dinero público para evitar que se produzca una cascada de caídas de sectores y empresas (y por tanto más destrucción de empleo) por el derrumbe del consumo privado. El dinero que cae a alguien que está en paro es un dinero que se va a gastar en que esta persona pueda afrontar sus deudas, alimentarse, acceder a servicios y consumir. Es obvio que esta persona no consumirá al ritmo que lo hacía cuando estaba empleado, pero es seguro que consumirá más que si no tuviera ese subsidio. Ayuda a que no caiga el consumo de forma tan drástica.

Las segundas medidas, más allá de las que he dibujado muy ligeramente con anterioridad, son más difíciles de indicar. Una de ellas es que el estado del bienestar en los servicios básicos va a sufrir una fuerte demanda: las personas van a hacer una mayor demanda del estado del bienestar. Por tanto este ha de ser más eficaz y equitativo que nunca para evitar dejar a nadie colgado. Me explico porqué esto ataca diréctamente a la tesis de un expresidente de gobierno que indica que aunque la nueva financiación autonómica catalana es necesaria para una mayor justicia y equidad, no es buen momento ya que estamos metidos en plena crisis. Es precisamente ese momento donde más ha de ser equitativo y justo, sobretodo en servicios sociales. Cuando los ciudadanos menos dinero tienen, menos pueden buscar en el sector privado una buena sanidad. Si esta no funciona y además no está preparada para afrontar un crecimiento de la demanda (algunos que tengan seguros privados y estén en desempleo o en riesgo de este, posiblemente lo dejen de tener, incluso algunos de estos seguros vienen asociados al contrato de trabajo ya que es la propia empresa quien se lo proporciona), y algunos servicios que en algunas sanidades públicas no son contemplados (como la odontología o la podología) dejarán de ser utilizados (¿cuantas personas conocemos que no van al dentista hasta que el diente está prácticamente perdido por el coste disuasorio de la consulta privada?). Por tanto es en ese momento cuando el estado del bienestar ha de atender sobretodo a los que están peor. Defender lo contrario, es decir privilegios de unos ciudadanos sobre otros (como se da con la actual financiación autonómica) o estados del bienestar adelgazados (como defienden algunos dirigentes autonómicos del PP como la Presidenta de la Comunidad de Madrid), es no querer afrontar donde el estado puede paliar efectos muy negativos de las crisis económicas.

Las terceras medidas pueden ir orientadas a inversiones que hagan más efectiva la economía (por ejemplo remozando el sistema ferroviario en las zonas donde este sea objetivamente deficitario y esté lastrando la actividad económica del lugar, o construyendo parques eólicos para ser menos dependiente del petroleo o el gas natural y evitar sufrir tanto las fluctuaciones), pero estas han de ir con ojo. No toda inversión siempre es positiva, las “buenas intenciones” pueden servir para reflotar falsamente actividades económicas que no tienen salvación alguna.. hasta el punto que el sector público por ejemplo compre pistas de esquí muy deficitarias con el sólo propósito de salvar el poco empleo que generan alrededor en un valle de montaña muy deprimido.

Todo esto cuesta dinero… y hay que considerar que el sector público tendrá dos problemas. El primero es que a menor actividad económica se recaudará menos, y que los costes generales del estado del bienestar se tensarán y habrá más demanda de este. La tendencia, tal y cómo avisa Solbes es a “no incrementar el gasto social”. Mantenerlo estable y comenzar a tirar de déficit. El keynesianismo no sería exactamente esto: si es necesario hay que incrementar el gasto público y si es posible hay que aliviar la carga del contribuyente, en especial de los trabajadores, para que no decaiga el consumo privado de forma dramática. Todo esto lleva a la tesitura de menor ingresos y más gastos. Sólo hay una solución que a veces se les escapa incluso a los ecosocialistas (cuando estos criticaban la medida de retornar 400€ a los contribuyentes diciendo que no se podía bajar los impuestos y mantener el mismo gasto público), incrementar el déficit.

Tirar de déficit es casi como tirar de tarjeta de crédito. El estado se endeuda y además de tener que devolver la deuda ha de pagar unos intereses por ella. Es algo que no mola demasiado, pero que hasta las empresas más solventes realizan. Cualquier empresa que ha de hacer inversiones serias pasa por un cierto endeudamiento. También las familias, por ejemplo al adquirir una vivienda. Y en general el sistema capitalista sobrevive en base a que muchas personas se endeudan para poder realizar inversiones que se transformen en ingresos, “money is debt”, la propia deuda genera dinero bancario. Alcanzar los índices de déficit de las repúblicas bananeras no es la solución… Tener un déficit acumulado equivalente a varias veces los ingresos del estado en un año es algo bastante malo. Tenerlo en una fracción de estos ingresos es algo asumible. Y es algo que hacen las democracias occidentales y las administraciones para poder sobrevivir a las crisis o poder realizar fuertes inversiones públicas en momentos necesarios. No me atrevo a indicar un índice de déficit donde las cosas comiencen a ser muy feas… eso es más tarea de los expertos y de los ministros de economía; pero aquí tal vez el gran arte de gestionar las arcas del estado es poder hacer escenarios con mucho ojo y preveer la duración e intensidad de las crisis. No es lo mismo un pequeño achuchón en la economía que suponga un bache durante unos 6 meses (en el cuál podremos endeudarnos sin demasiada preocupación porqué en seguida vendrán las vacas gordas), que una crisis que dure 4 o 5 años. No podremos mantener la misma intensidad de endeudamiento en todos los casos. Por tanto si se prevee crisis muy larga y las medidas que se aplican no la van a recortar demasiado no nos podremos arriesgar alegremente con el endeudamiento público porqué si no se dispararía y los intereses comenzarían a lastrar demasiado.

Dejo de lado otra medida pero que los estados de Europa ya no tienen que es el juego con sus monedas (devaluarlas por ejemplo para facilitar las exportaciones o incentivar el turismo) o jugar con los tipos de interés (bajándolos por ejemplo para hacer menos costosas las inversiones e incentivar que estas se hagan), pero estas están en manos de organismos supraestatales de la UE; además la segunda medida está algo cuestionada incluso por keynesianistas como Galbraith que vienen a decir que en las inversiones del sector privado están más limitadas o incentivadas en base a la perspectiva de beneficio que a los costes financieros de esas inversiones.

En definitiva los estados siempre recuperan el keynesianismo en período de crisis. Incluso gobiernos de aire más “liberal-conservador” como el francés lo están aplicando ahora mismo. Lo que me entristece de todo esto es que el “mainstream” del pensamiento político (que no de la ciencia económica que cuenta con numerosos keynesianistas como punta de lanza del pensamiento económico, véase al afamado Stiglitz) y mediático es que denosta el keynesianismo en períodos de bonanza. Se lanzan gritos a la reducción de impuestos, al desmantelamiento del estado del bienestar y a la desregulación y a la desprotección del trabajador… obviando que en momentos de crisis habremos necesitado que el estado cuente con un buen fondo del que ir tirando y un estado del bienestar bien engrasado. Cuando la crisis les entra por su puerta, son los propios capitalistas que unos meses antes no querían pagar impuestos para que parte de su riqueza (en el caso español de la crisis inmobiliaria en bastantes casos especulativa) beneficiara al resto, los que de golpe se vuelven socialistas y piden que el estado les saque las castañas del fuego.

Por suerte, siempre nos quedará el viejo Keynes del que ir tirando… incluso cuando la ofensiva neoliberal había alcanzado gran número de sus objetivos.

Un comentari a “El capitalismo resucita el keynesianismo para sobrellevar la crisis

  1. Muy bueno el artículo.

    Por cierto, el keynesianismo no es socialismo. Es liberalismo reformista que unas veces puede ser liberalismo social y otras, incluso, liberal-conservadurismo.

    Pero es verdad que el neoconservadurismo que domina desde los 80 hace apología hipócritamente de un neoliberalismo ultra friedmaniano que luego reclama keynesanismo cuando le conviene

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