El ministerio de las plurinacionalidades absurdas

Quinto_Cenni_3Después de las elecciones del 20D, con el buen resultado de Podemos y sus coaliciones en Euskadi, Valencia, Catalunya y Galicia creía que Podemos había entendido que la realidad política catalana y del resto de territorios donde hay elementos de identidad nacional propias.

Podemos supo ganarse parte del electorado “federalista” español (especialmente catalán y vasco) con la promesa de un referendum de independencia para Catalunya e integrando confluencias políticas plurales que incluían partidos y coaliciones provinientes de otros partidos de carácter territorial (ICV y la amalgama de grupos que formaron En Comú Podem en Catalunya o Compromís en País Valencià). Eso le hacía parecer un partido sensible y que integraba en sus filas formas de entender España, desde el eje nacional, muy diferentes.

Pero aunque esto demostraba un entendimiento táctico político no conllevaba un cambio de mentalidad de los estrategas de la Complutense sobre lo que es la realidad política periférica. Siguen entendiendo la realidad solo desde los códigos y los símbolos de la España de toda la vida, sin asumir que determinados símbolos son decodificados de forma muy equívoca y contradictoria a la suya.

Dejo a un lado el análisis del fracaso de Podemos en conseguir que sus confluencias territoriales tuvieran grupo parlamentario propio tal y como prometieron o que el referendum de independencia deje ya de ser un elemento clave en las negociaciones de gobierno y me centraré sólo en un elemento simbólico pero que conlleva una forma de entender el mundo.

Una de las propuestas de Podemos es la creación del Ministerio de la Plurinacionalidad. Sin entrar realmente al contenido de gestión de este ministerio (que según la actual Constitución, o es un eufemismo del ministerio de Administraciones Públicas o no tiene ningún contenido), que no dejaría de ser ridículo en sí mismo, entro al elemento simbólico que hay detrás y como termina demostrando la incapacidad del equipo de la Complutense de entender marcos mentales fuera de los del nacionalismo banal español.

Si alguien creyera en la plurinacionalidad del estado español debería defenderse de forma transversal, formar parte de la propia estructura del estado. La plurinacionalidad delegar en los territorios competencias exclusivas (como educación, cultura, lengua), es aceptar que determinados elementos simbólicos que forman parte de la identidad plurinacional han de ser integrados (algo que no permite al impedir que el Estatut catalán reconozca Catalunya como realidad nacional). Se ha de entender que la plurinacionalidad es que se pueda utilizar las lenguas de las nacionalidades en las cámaras de representantes políticos o que un ciudadano pueda dirigirse a la Administración General del Estado en catalán, gallego, euskera, aranés, astur o cualquier otra lengua oficial en uno de los territorios del reino de España. La plurinacionalidad requiere una cámara territorial decente, requiere un avance hacia el federalismo administrativo e incluso al confederalismo político. Requiere algo mucho más profundo que un ministerio simbólico o un rebranding del ministerio de Administraciones Públicas.

El Ministerio de la Plurinacionalidad es decodificado por los ciudadanos que tenemos una nos sentimos otra cosa distinta a ser solo español como una especie de Ministerio de los asuntos nativos, un Ministerio de Coros y Danzas, un Ministerio de asuntos coloniales. Un lugar donde podremos dirigirnos disfrazados, con espardeñas y barretina a realizar quejas de como nos trata la administración colonial. Un ministerio dedicado a explicar a las españas que en Catalunya bailamos la sardana, nos gusta el pà amb tomàquet y que hacemos castillos humanos.

Estoy seguro que los dirigentes de Podemos creen que hacen un avance con su propuesta. Y es que sin saberlo piensan en el estado plurinacional como algo pseudo-folklórico. Los catalanes quieren ser catalanes por capricho. No son conscientes de los efectos aniquiladores del nacionalismo banal. No son conscientes de lo cansados que estamos los catalanes cuya identidad no encaja con la que defiende el nacionalismo banal español de que nos intenten anular. No son conscientes lo cansados que estamos que nos traten como delincuentes por el mero hecho que digamos que queremos decidir si queremos seguir siendo españoles.

Esta propuesta no deja de ser una propuesta paternalista, ridícula y folclorizante de un falso federalismo. Y algunos ya estamos cansados de estas. Ya no vamos a comprar abalorios ni cuentas brillantes.

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