Por una transición justa contra el cambio climático

Esta semana se realiza en Barcelona el Barcelona Climate Change Talks 2009, la reunión preparatoria de la cumbre de Copenhague que realizan 400 delegados de diveros países. Como actividad paralela la UGT, CCOO y la Confederación de Sindicatos Internacional (CSI) organizó una jornada de debate por la transición justa contra el cambio climático, que inauguró el alcalde de Barcelona Jordi Hereu.

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Una vez el debate científico queda bastante establecido y existen diversos escenarios y modelos económicos con los que afrontar el cambio climático, es la hora de la política y la toma de decisiones.

Mientras que el debate científico está bastante claro, el que está en mantillas es el debate socio-económico, por un lado, más allá del informe Stern y el de Nordhaus no existen más esfuerzos serios para establecer que medidas, de las propuestas en el informe Stern tendrán mayor éxito en el recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por un lado falta el trabajo de economistas serios (más allá del de Stern) que nos ayuden a entender que efectos van a tener determinadas medidas, que escenarios socioeconómicos vamos a afrontar y que efectos en el empleo y en la actividad económica puede suponer una transición a una economía baja en carbono.

Por otro lado, ese debate ha de ir paralelo a un debate sociopolítico. Los gobiernos tienen mucho que decir (de ahí que la Conferencia de Copenhague sea básicamente de representantes de estados), y sin la inclusión en los compromisos del principal emisor China y el principal emisor por cápita, EEUU, esta está condenada al fracaso. Son los estados los que van a poder implementar medidas que limiten las emisiones y los que pueden establecer mecanismos que impulsen las energías renovables o establezcan una nueva cultura de la movilidad, doten de infrastructuras para utilizar el transporte colectivo o reduzcan prácticas que emiten gases invernadero.

Dentro de este debate hay otro escondido, el debate de la energía. El pico de producción de petróleo está cercano si no es que ya se ha producido, el debate de la energía nuclear no se está afrontando: por un lado hay una parálisis absurda y por el otro no se construyen los depósitos geológicos permanentes. Las alternativas de combustibles a los combustibles fósiles y el uranio no están muy desarrolladas: la quema de biomasa no puede ser la única alternativa y la fusión nuclear no deja de ser un sueño que se está perfilando en la mente de los ingenieros del ITER, y las energías renovables por sí solas no nos pueden dar la producción de energía que necesitamos.

Pero más allá del debate energético y ambiental hay otro, el social. Yo no voy a negar la evidencia, Guy Ryder, secretario general de la CSI alerta que no todos los sindicatos del mundo lo tienen claro, los mineros polacos afiliados a Solidarnosk lo que ven es que la reducción de emisiones se traducirá en la destrucción de sus empleos. Y los esfuerzos que se hagan en la lucha contra el cambio climático pueden tener consecuencias serias para muchos trabajadores en la destrucción de su puesto de trabajo.

No es un capricho por el que la CSI y la mayoría de sindicatos del mundo están por la lucha contra el calentamiento global, ya que son conscientes de que se pueden destruir muchos empleos.

Aún así el sindicalismo internacional se suma a la lucha contra el calentamiento global, se es consciente que es un tema de solidaridad precisamente con las personas que peor lo pueden pasar. Las peores consecuencias del calentamiento global afectarán a las personas que menos responsabilidad tienen en las emisiones.

Con un aumento de 2ºC el nivel del mar subirá lo suficiente como para absorver el territorio donde viven 200 millones de personas, 600 millones de personas en África pasarán de ser pobres a pasar hambruna, sumándose a los 600 millones de africanos que hoy en día sufren hambrunas, al cambiar los ciclos de lluvia. En la siguiente década el número de desplazados ambientales aumentará a 50 millones y la extensión de enfermedades podría llevar la malaria a 400 millones de personas. El debate del calentamiento global en el primer mundo es si bajamos o no el termostato, de si hemos de invertir en diques, el debate en los países en vías de desarrollo se produce en aprender a nadar para sobrevivir a las inundaciones, aprender a vivir con una comida menos la perder cosechas, o a tener que coger el petate y convertirse en un refugiado ambiental.

Esta fotografía tan desastrosa queda ya recogida en el informe Stern, y los cálculos es que si no hacemos nada ahora el conjunto de países del mundo tendrán que destinar un 20% del PIB mundial para luchar contra los efectos producidos por el calentamiento global de finales de siglo y adaptarse. El coste de combatir esas emisiones sería del 1% del PIB mundial si lo hiciéramos Ya.

Pero ese 1% del PIB mundial no es inócuo, ese 1% del PIB mundial es muy posible que lo terminen pagando los que menos responsabilidades han tenido en las emisiones, y es posible que ese 1% del PIB mundial si es que la conferencia de Copenhague sale bien y asumen un compromiso de este tipo, se haga a costa de los compromisos del milenio y a costa de la ayuda al desarrollo.

Por ello la CSI y el sindicalismo internacional reclamará en Copenhague y está reclamando en Barcelona que esta transición a una economía baja en carbono sea Justa: que no deje de lado el debate energético, pero tampoco los problemas sociales que va a generar la adaptación.

Transición Justa significa que se implementen acciones complementerias a la transición a una economía baja en carbono:

  • Evaluaciones tempranas de la vulnerabilidad social y del empleo.
  • Consulta y participación activa de todos los interesados, incluidos los sindicatos, en el diseño, la política y el seguimiento de las políticas del cambio climático.
  • Medidas de acompañamiento PARA LAS COMUNIDADES en el marco del debate de las “medidas de respuesta”.
  • Políticas activas del mercado de trabajo como parte de la combinación de políticas.
  • Respeto de las disposiciones que figuran en los Convenios enunciados en la Declaración de la OIT sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo (1998).
  • Orientar la financiación hacia inversiones generadoras de empleos verdes y decentes y transformar los sectores tradicionales en sectores más ecológicos.
  • Proporcionar recursos para financiar la diversificación económica y las políticas de transición justa.
  • Promover la educación y la formación de los trabajadores en tecnologías respetuosas del clima y resistentes al clima como parte de las estrategias para el desarrollo de las capacidades.
  • Promover las estrategias de innovación social a fin de facilitar el cambio de comportamiento y de organización, conjuntamente con un despliegue sostenible de las tecnologías.

El debate ya no está si hemos o no de actuar contra el calentamiento global sinó la dimensión de esa actuación y sobretodo el CÓMO, que no se deje en un mero mercado de emisiones que ha sido el negocio de unos pocos o se haga a costa de los empleos en los países en vías de desarrollo.

2 comentaris a “Por una transición justa contra el cambio climático

  1. Muy bien explicado, Jose, pero hecho en falta en tus conclusiones lo que considero una de las necesidades esenciales para abordar el problema: la creación de un marco normativo y administrativo estable, basado en políticas de consenso con mmiras en el largo plazo. La situación de las renovables y de la nuclear es caótica en el primer caso y languideciente en otro debido a los bandazos que ha dado la administración. Respecto a puntos como: “Promover las estrategias de innovación social a fin de facilitar el cambio de comportamiento y de organización, conjuntamente con un despliegue sostenible de las tecnologías”, creo que no pueden sostenerse sin una reestructuración en el sistema de incentivos. Que los actores asuman el ahorro como un factor crucial de este proceso sólo será posible si asumen los costes reales generados por su decisiones, desde la factura de la electricidad a los combustibles fósiles para el transporte.

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